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La Mañana santerías

Altar de la fe para el peregrinar de sueños e ilusiones

Las santerías de la ciudad rinden culto a la devoción de quienes esperan una ayuda.

Sofía Sandoval
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Neuquén
Llegó delgadísimo, con la barba entrecana y una sonda pegada con cinta adhesiva que le salía de uno de los orificios de la nariz. Se acercó a paso lento, con la ayuda de un bastón, y se apoyó sobre el mostrador, donde, con apenas un hilo de voz, pidió una luz de salvación. "Cuatro velas naranjas y tres de San Expedito", susurró.

Con el tiempo, estos lugares se convirtieron en verdaderos polirrubros, con una gama de productos que responden a distintas creencias y religiones.

"Cada día está peor", se preocupó Andrea, que trabaja en una de las santerías de la ciudad, cuando el hombre se fue con las velas para pedir por su recuperación. Las naranjas representan la vitalidad, mientras que San Expedito es el patrono de las causas perdidas. "Creo que tiene cáncer, no le quiero preguntar", agregó.

En las santerías del Bajo neuquino coinciden en que las velas son uno de los productos de más salida. Vienen en distintos colores que representan a un santo o una virgen, o algo que se quiera pedir. "El verde es la salud, el rosa es el amor y el dorado es la abundancia", detalló Daniela, a cargo de un negocio llamado Milagros.

Sin embargo, la oferta va mucho más allá de las velas, las estampitas y los rosarios. Con el tiempo, se convirtieron en verdaderos polirrubros, con una gran variedad de productos que responden a distintas creencias y religiones que se mezclan de forma desprolija.

"Acá vendemos un poco de todo, desde catolicismo hasta umbanda y feng shui", señaló Gustavo, de la santería San Jorge. Otros aclaran que no venden "cosas raras" ni objetos relacionados con lo esotérico. "Sólo tenemos productos católicos y para meditación o feng shui, pero no vienen para hacer brujerías", apuntó Gladys, de la Botika del Ángel.

Su local está abarrotado de regalos que se mezclan con los sahumerios, imágenes religiosas, así como los atrapasueños y falsos vitraux que cuelgan del techo y que la mujer baja con un gancho a una clienta interesada, mientras le explica el significado de cada imagen. "Acá todo tiene un sentido y nadie se va sin saber para qué se usa cada cosa", recalcó.

En otros locales aseguran que lo esotérico tiene mucha demanda. "A veces los curanderos o tarotistas les piden que compren ciertas cosas y por eso vienen", explicó Daniela. A ella suelen preguntarle si sabe curar o tirar las cartas, pero asegura que vende productos religiosos como si fueran un objeto cualquiera.

Andrea aseguró que su local tiene de todo: péndulos para hacer preguntas, velas de distintos colores y formas, y hasta jabones y perfumes que aseguran contener feromonas para atraer el dinero o conseguir pareja. "Hasta tenemos velas en forma de órganos sexuales, que las suelen llevar para las despedidas de solteros", agregó.

Lejos de ser lugares oscuros y apagados, las santerías tienen un movimiento constante de clientes con los pedidos más variados, pero siempre movilizados por la fe o la superstición. En muchos casos, las religiones muestran límites difusos y la gente se permite adorar a San Cayetano, quemar palo santo y colgar móviles de feng shui al mismo tiempo.

"Todo el que entra acá cree y viene para pedir o para agradecer", explicó Gladys, y agregó: "Este lugar está lleno de una energía especial, todo el mundo me lo dice; te hace sentir bien". La mujer es testigo de cómo las creencias se van pasando de una generación a otra y aseguró que, lejos de morirse, la fe de los neuquinos "está a flor de piel".

Los santos populares son los más pedidos por los neuquinos

NEUQUÉN
La santería San Jorge es un local pequeño y luminoso en el que reina el penetrante olor dulzón de los sahumerios y las calaveras de San La Muerte se mezclan con lámparas de sal, gatitos japoneses de plástico y la mirada inocente de los angelitos de yeso.

Aunque muchas santerías priorizan las imágenes católicas, los santos populares son los que ganan la demanda, con el Gauchito Gil a la cabeza. "En Neuquén hay muchos devotos del Gauchito, así que vendemos muchas velas rojas e imágenes", indicó Andrea.

Las velas se consiguen desde los tres pesos en adelante, mientras que las imágenes van desde los 60 a los 4 mil pesos, según el tamaño y la calidad del material. "Las grandes las llevan para hacer altares en las rutas y las plazas", detalló la joven.

Daniela todavía recuerda a uno de sus clientes. El hombre llevaba meses sin conseguir trabajo y salió a caminar sin rumbo por Centenario, hasta que se sentó a llorar sobre un cantero. Cuando se dio vuelta, vio un altar del Guachito y le pidió trabajo. "Llegó esa noche a la casa y lo llamó un amigo para avisarle que le había conseguido un puesto en una petrolera; entonces vino a preguntarme todo sobre el Gauchito Gil y a comprar una imagen", contó.

"Hay santos que, aunque no son reconocidos por la Iglesia, son muy milagrosos", indicó Daniela.
Si bien en época de comuniones y bautismos reina el catolicismo, los santos populares son la principal fuente de consultas de los neuquinos.

Con el paso de los años, las creencias asiáticas avanzan

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En los últimos años, en Argentina se ha popularizado la cultura zen, que proviene del budismo asiático y propone una armonía entre el cuerpo y el espíritu. Prácticas como el yoga (de la India) y la meditación también suman cada día más adeptos, y las santerías adaptaron su oferta para satisfacer a nuevos clientes.

A los tradicionales incienso y palo santo sumaron lámparas de sal para eliminar las malas energías y purificar los ambientes. También venden fuentes de agua que, con su sonido, generan armonía y relajación. Ofrecen, además, distintos tipos de piedras a las que les atribuyen poderes energéticos.

Desde Japón llegaron los maneki-nekos, unos graciosos gatitos de plástico que llaman a las personas con una pata. Se los conoce como "los gatos de la fortuna" y suelen adornar los negocios comerciales para traer prosperidad.

La práctica del feng shui proviene de China y consiste en la ocupación consciente y armónica del espacio. Según esta filosofía, la forma en que se decora la casa influye en el ánimo y el destino de las personas, por lo que las santerías neuquinas venden móviles para conseguir dinero y alejar a los envidiosos.

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