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Ayuda al bolsillo: un mapa te lleva al asado más barato

En la ciudad hay 23 carnicerías registradas, con precios muy diferentes.

Sofía Sandoval
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NEUQUÉN
Además de un plato delicioso y una excusa para los encuentros, el asado se convirtió en un menú de lujo a partir de los aumentos en los precios de la carne vacuna. Por eso, una página de internet propone a los usuarios crear un mapa colaborativo para comparar precios en las carnicerías y combatir la inflación. El sitio ya tiene cargados 23 comercios de la ciudad con precios muy disímiles, en algunos casos hasta llamativos.

Cualquiera puede consultar cuánto cuesta el kilo de asado en su barrio con sólo ingresar elmapadelasado.com.ar y ver si la carnicería más cercana figura en él.

"Las ventas han bajado mucho, pero nosotros no podemos hacer nada, porque los frigoríficos nos sorprenden de un día para el otro con aumentos", señaló Javier, que esperaba aburrido en una carnicería desierta sobre calle Moritán. Él vende el asado a $170 el kilo y confesó que muchos de sus clientes optan por comer un poco menos.

Aunque Javier aseguró que casi todos los comercios venden la carne de los mismos proveedores, el mapa del asado revela que hay precios muy diferentes en la ciudad. Las 23 carnicerías cargadas en la página web ofrecen tarifas que van desde los 45 a los 200 pesos por kilo. Más allá de los casos extremos, el valor de este corte de carne ronda los 150 pesos en la mayoría de los negocios.

Los carniceros registraron una merma en las ventas y lo atribuyen a la temporada de vacaciones.

Sin embargo, reconocen que varios consumidores buscan alternativas para paliar los incrementos.

"Lo que más sale es la aguja y la picada, que cuesta $80, y hay muchos que optan por comprar cerdo o cordero", dijo Martín, a cargo de una carnicería sobre Ortega y Gasset.

Cecilia fue a comprar unos bifes de cuadril y llegó a una carnicería del oeste luego de buscar precios en distintos locales. "No conocía el mapa, pero recorro varias carnicerías porque el aumento se nota y creo que es responsabilidad del consumidor no comprar cuando está caro, para lograr que bajen los valores", indicó la mujer.

Con ese fin se creó el Mapa del Asado, que comenzó en La Plata y ya está presente en todo el país y hasta en el exterior (ver aparte). Ante los desmesurados aumentos, la idea es ayudarse entre todos y promover una competencia que colabore a imponer precios más baratos en las carnicerías. Así, el plato de lujo puede ser otra vez una moneda corriente sobre las parrillas de los neuquinos.

FRASES
"Se nota mucho el aumento, pero sigo comprando asado en la carnicería de siempre porque es difícil pelear contra la costumbre".
Patricia Clienta de la zona oeste que consume carne
"El problema para mí es la barrera sanitaria. Si pudiera traer asado con hueso de La Pampa, lo vendería a 96 pesos el kilo".
Claudio Uno de los tantos carniceros que explica el contexto

La página ya está en todo el país y el exterior

NEUQUÉN
La idea de hacer un mapa del asado surgió en una reunión entre amigos ante la preocupación por el aumento de los precios de los alimentos y llegó con rapidez a Neuquén. "Es una sorpresa, pero también era algo esperable; hicimos el mapa para todas las localidades", señaló Miguel Graziano, el periodista creador de la página web.

Según explicó, el proyecto comenzó con el relevamiento de sólo 30 comercios que, en poco tiempo, se convirtieron en 2700 en todo el país. "Incluso tenemos precios de Estados Unidos y Europa, de argentinos que viven allá", detalló.

También destacó la repercusión que tuvo el tema en los medios de comunicación que, según él, logró marcarle la agenda al Gobierno. "Unos días después de que surgiera nuestra página, el ministro de Economía habló sobre la inflación y se refirió justamente al precio del asado", indicó.

Graziano aclaró que "el relevamiento es contundente" y que ahora apuestan por una segunda etapa: comprobar que los precios sean correctos y estén actualizados.

OPINIÓN
Dejar de consumir y no desesperarse

Mario Cippitelli
Periodista. Editor de la sección Ciudad.

Cuando a fines de los años 90 Europa se vio amenazada por la temible enfermedad de la vaca loca, que afecta principalmente al ganado vacuno, aplicó rifles sanitarios, cerró fronteras y bajó la producción. La consecuencia de todas estas medidas fue la falta de productos en los supermercados, y lo poco que se conseguía, a precios altísimos.

Los europeos tomaron aquella medida como algo temporal y siguieron consumiendo alimentos alternativos a los cortes vacunos, como si nada hubiese ocurrido.

Entre las aves, se incrementó la oferta de pollos, pavos, patos, faisanes y gansos, mientras que en las carnes rojas se ofrecieron conejos, liebres, cerdos y cabras. También -claro está- hubo mayor consumo de frutas y verduras.

Entre los habitantes no hubo crisis ni desesperación. Casi nadie hablaba del tema.

En Neuquén, como en el resto del país, los consumidores deberían tomar la misma actitud que tuvieron los europeos en aquel entonces: dejar de comer carne hasta que -por una lógica cuestión de oferta y demanda- los precios bajen hasta niveles normales.

¿Tan difícil puede ser este desafío?

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