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La Mañana

De tal palo tal astilla: las parejas, igualitas en todo

Convivir muchos años con otra persona genera una simbiosis casi total.

Lovaina
Aunque muchas veces se habla de que las parejas deben complementarse, es importante también buscar a alguien con quien compartir gustos e intereses y, por supuesto, proyectos.
Sin embargo, esos puntos que tenemos en común muchas veces se transforman en una suerte de mímesis.
Tan intenso es ese proceso que incluso desde la psicología se suele hablar de parejas simbióticas para definir a aquellas personas que hacen todo de a dos y viven en función del otro fundiéndose y confundiéndose. Incluso hay parejas que con el tiempo terminan pareciéndose físicamente, algo que hace unos años fue explicado por un estudio liderado el psicólogo social Robert Zajonc, uno de los 35 investigadores más citados durante todo el siglo XX.
Zajonc y sus colegas de la Universidad Católica de Lovaina La Vieja, en Bélgica, explican que existe cierta predisposición para seleccionar parejas cuyos genes se parecen a los nuestros. Ese parecido inicial, que es quizás imperceptible, se profundiza con el paso del tiempo debido a –según explican– nuestra tendencia a empatizar con el otro y compartir estados emocionales, lo que se traduce en similares expresiones faciales.
Pero el parecido no termina ahí, ya que, según concluye un reciente estudio publicado en la revista Nature Inmunology, la convivencia además nos lleva a igualar el sistema inmunológico de nuestros pares.
"Las variaciones del sistema inmune tienden a reducirse en un 50 por ciento (en personas que conviven), lo que es un efecto extremadamente profundo", ha dicho Adrian Liston, investigador de Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica. "Es un efecto mayor del que ves cuando una persona envejece 40 años", agregó.
Estos resultados surgieron luego de tomar muestras de sangre de cerca de 700 personas, de entre 2 y 86 años, para estudiar la evolución de sus sistema inmune a lo largo de seis meses.
Entre los datos más relevantes surgió el hecho de que el sistema inmunológico de las 70 parejas casadas que participaron en el experimento mostró un 50% menos de variación que el sistema de dos personas elegidas al azar.
"Con el paso del tiempo, los sistemas inmunológicos de la mayor parte de las parejas que viven juntas tienden a convertirse en 'sistemas mellizos'", explican los autores del estudio.
Parte de la explicación radica en que vivir con alguien supone introducir cambios en los ritmos de sueño, la dieta, hábitos de higiene, ejercitación y una infinidad de comportamientos que nos llevan a la concordancia y que impactan sobre nuestro organismo.
A eso se suma el hecho real de que compartir espacios y el intercambio de fluidos nos llevan a intercambiar microorganismos, algo que contribuye a la similitud de los sistemas inmunes.
Si esto es bueno o malo dependerá de cuán sensible o resistentes nos volvamos a nueva infecciones, relativizan los científicos.

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