Hay cortes de energía eléctrica y no es ninguna novedad.
Hay cortes de energía eléctrica y no es ninguna novedad. Se repiten verano tras verano. Y el problema es estructural derivado de una política de subsidios mal entendida y esquemas tarifarios que destruyeron a las empresas, con el argumento de acotar la inflación y mantener el poder adquisitivo de los más humildes.
Un usuario de Argentina abona una tarifa eléctrica equivalente a sólo el 6% de la vigente en Chile.
Según el Instituto Argentino de la Energía Gral. Mosconi, "la combinación de ingresos parcialmente congelados (tarifas) y costos empresarios crecientes -materiales, personal, ampliaciones- provocó un progresivo deterioro de su situación patrimonial y una caída de los resultados en las empresas de transporte y distribución de energía eléctrica". Esto llevó a que muchas de ellas pospusieran inversiones en sus redes, afectando la calidad de los servicios.
Este tiene su sustento gracias a la ley de Emergencia Económica sancionada en el 2002, que implementó un congelamiento transitorio de todas las tarifas de los servicios públicos. A la vez se aplicó una política de subsidios que incrementó las inequidades entre consumidores, dado que se concentran más en los deciles de ingreso medios-altos y altos.
Para un consumo de 30 kw/h mes, un argentino paga el 17% del valor de la tarifa promedio de la región.
Para consumos de hasta 300kw/h (donde se concentra el mayor consumo residencial), el atraso tarifario es aún mayor. Un usuario local abona una tarifa equivalente a sólo el 6% de la vigente en Chile, 4,6% de la vigente en Brasil y 7,7% de la tarifa promedio regional. Este descalabro en todo el mercado energético debe ser corregido para que los sectores más vulnerables no terminen pagando el costo de políticas erróneas.
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