El hombre intentó ingresar con su perro pero no lo dejaron. No volvió más y el cachorro no se quiere ir.
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Por algún motivo que se desconoce, el dueño no volvió por su mascota. Los guardias que lo vieron ingresar dejaron su turno a la mañana siguiente sin notar que pasara de nuevo, aunque el casino tiene otros portones de salida.
Los trabajadores del lugar estiman que, por algún motivo, el hombre se olvidó del animal o decidió abandonarlo. El perrito, en cambio, sigue firme esperando su regreso como el primer día.
Uno de los empleados comentó que el cachorro llora todo el día y toda la noche porque es chiquito y tiene hambre. "Está flaco pero no se va, no sale a buscar comida en otro lado, quiere quedarse acá", dijo.
Llanto: El animalito extraña a su amo y llora día y noche por su ausencia.
En el barrio, varios vecinos se compadecieron del pichicho y se acercan cuando pueden a tirarle algo de comida. También se organizó una campaña por las redes sociales para dar con el dueño, del que nadie tiene más datos. Mientras tanto, el can ya improvisó una cucha al abrigo de una gran planta que está junto a la reja, para soportar la lluvia y el frío de las noches. Cuando alguien se acerca, mueve la cola y busca comida, pero no se aleja más que unos metros del punto en el que vio por última vez a su amo.
También ha intentado ingresar al casino a buscar a su dueño, pero le frenan el paso. Es que el personal no tiene permitido dejar entrar a un animal, y mucho menos alentarlo a quedarse. No pueden darle refugio ni alimento, porque serían sancionados. Y nadie quiere echarlo por la fuerza o llevárselo lejos de ahí.
Los días pasan y el perrito sigue esperando, ajeno al movimiento de autos que entran y salen del casino. Sólo le interesa una cara en particular, la que vio por última vez hace unos cuatro días. Hasta que ese rostro familiar aparezca, seguirá esperando.
Marcos aguardó a su amo 16 años
Existe un antecedente en la ciudad de otro perro que esperó a su amo en el ingreso al policlínico ADOS durante 16 años. El hombre ingresó muy enfermo y murió. El cachorro, al que luego llamaron Marcos, se quedó aguardando su regreso el resto de su vida.
El perrito vivía en la escalinata del ADOS y un taxista, que le llevaba comida, fue quien lo bautizó. Llegó al lugar luego de seguir la ambulancia en la que iba su amo. El hombre no se pudo recuperar y no salió más. El animal, ajeno a la triste noticia, se quedó en el mismo sitio donde lo vio por última vez, hasta convertirlo en su nuevo hogar.
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