Los entornos influyen en nuestro comportamiento
Las edificaciones tienen efectos en las decisiones y la personalidad.
Cada día habitamos múltiples espacios sin darnos cuenta hasta qué punto nos influyen, incluso a niveles muy profundos. Una investigación realizada por científicos de la Universidad de Bath advierte sobre la importancia de planificar edificaciones para construirnos a nosotros mismos. Los lugares que habitamos o por los que nos desplazamos influyen en nuestro comportamiento porque nuestros procesos mentales están vinculados al movimiento y a la percepción.
Los científicos descubrieron que el entorno construido puede restringir o promover el conocimiento de nuestras coordenadas espaciales, nuestras formas de habitar y transitarlas, afectando la forma en que interactuamos con otras personas.
Para llegar a sus conclusiones, analizaron el espacio egocéntrico (el que generamos al ubicar estímulos periféricos poniendo nuestro cuerpo como punto de referencia), y el espacio alocéntrico (producto de las representaciones espaciales que generamos a partir de nuestro entorno).
Estos procesos, unidos a las percepciones de nuestra estructura corporal, interactúan entre sí. La integración de toda esa información es lo que nos permite hacer acciones coordinadas con los miembros del cuerpo y realizar movimientos en el espacio.
Cercanía: El espacio define la proximidad con los otros. Calificamos de fríos a quienes nos parecen distantes.
Estudios recientes (Hunter, 2007) han respaldado además que la noción de los entornos puede influir en nuestra evolución. Esto y lo anterior apuntan por tanto a la importancia de construir entornos con características específicas para nuestra especie.
En el pasado, la evolución de diversas especies ya se ha visto influenciada por la percepción espacial, explican los científicos en un artículo publicado en Frontiers of Psychology. En primates no humanos, la migración y distribución por grandes áreas ha supuesto un mayor riesgo y estrés, lo que se ha asociado a un aumento del tamaño de los grupos sociales.
Los autores del estudio sostienen que entendemos nuestro entorno de manera diferente en función de nuestra experiencia. Si aprendemos un camino utilizando un mapa, nuestra comprensión de ese espacio será distinta que si lo recorremos sin cartografía. "La mayor familiaridad con un lugar aumenta el conocimiento de diferentes perspectivas y orientaciones. Así, la cantidad de tiempo que permanezcamos en un entorno puede cambiar nuestra comprensión de él", explicaron.
Todo ello sugiere que el movimiento con tiempo y sin restricciones por un espacio puede permitirnos experimentar múltiples caminos y perspectivas, con el consecuente efecto evolutivo para nuestra mente.
Implicaciones para la arquitectura y el urbanismo
Si el lugar en el que estamos puede moldear lo que somos, es posible jugar un papel activo en nuestro desarrollo. A partir de la investigación se puede pensar si la crianza de los niños en espacios cerrados o abiertos da lugar a diferencias en su cognición espacial y social. De momento, se ha comprobado que introducir espacios verdes en las escuelas puede impulsar el desarrollo cerebral de los chicos. Los científicos afirman que arquitectos y urbanistas empezaron a considerar el potencial de los marcos de referencia espaciales para la optimización de los diseños de las construcciones; aunque en este terreno aún se necesita más investigación. Agregan que estos desarrollos pueden influir en el diseño de edificios públicos donde se toman grandes decisiones, como parlamentos o casas de gobierno, para ayudar a fomentar la formulación de políticas más eficaces e inclusivas.
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