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Poliomielitis, un problema grave que está casi resuelto

En el siglo XX supo ser una epidemia, hoy las vacunas lograron controlarla.

El presidente de los Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt, la pintora mexicana Frida Kahlo y el director de cine Francis Ford Coppola son sólo algunos casos famosos entre cientos de miles anónimos que contrajeron poliomielitis, una enfermedad que ha causado un enorme sufrimiento en muchos lugares del mundo en el siglo XX. Afecta en la mayoría de los casos a niños menores de 5 años y no tiene cura, aunque sí prevención. Y ayer tuvo su fecha anual, el Día Mundial contra la Poliomielitis.

Esta patología está originada por un virus que invade el sistema nervioso y puede causar parálisis en cuestión de horas. El virus penetra en el organismo por la boca transportado en agua o alimentos contaminados con materia fecal de una persona infectada. Después, se multiplica en el intestino y se excreta con las heces, a través de las cuales se puede transmitir a otras personas. Sus síntomas iniciales son fiebre, cansancio, cefalea, vómitos, rigidez del cuello y dolores en los miembros. Una de cada 200 infecciones produce una parálisis irreversible (generalmente de las piernas) y “entre el 5% y el 10% de estos casos fallecen por parálisis de los músculos respiratorios”, según datos de la Organización Mundial de la Salud.

Actualmente, la polio es sólo un mal recuerdo en la mayor parte del mundo, aunque todavía persiste en algunos lugares. “Ahora mismo hay dos países endémicos que son Paquistán y Afganistán”, indica Blanca Carazo, de Unicef. Pero, de todos modos, los esfuerzos coordinados en la lucha contra esta enfermedad están dando sus frutos. En 1988 se estableció la Iniciativa de Erradicación Mundial de la Poliomielitis, liderada por la OMS. Desde ese año, los casos disminuyeron en más de un 99%. En esos momentos se calculaban unos 350.000 casos y en 2015, sólo 74.

Esto se logró intensificando y expandiendo las campañas de vacunación, incorporándola a los calendarios oficiales de cada país. Estas campañas, además, sirvieron para llevar en algunos países críticos en su sistema de salud planes contra la desnutrición e, incluso, hasta mejorar los registros de nacimientos en casos de bebés que no estaban censados.

Sin embargo, hay barreras culturales que aún la salud debe superar. “En Paquistán y Afganistán, por ejemplo, sigue habiendo resistencia a la vacunación por parte de ciertos grupos religiosos”, dice Blanca Carazo, de Unicef. Y esto se debe a que a veces “se difunden rumores y mitos que dicen que estas vacunas transmiten otras enfermedades o son malas para los niños. Una compañera que trabajaba en Afganistán nos explicaba cómo se sentaba con los talibanes para tratar de convencerlos de que vacunar a los niños de poliomielitis es bueno porque previene una enfermedad”, relata.

Pero en algunos lugares no hay margen ni para el diálogo: “Están controlados por grupos armados y probablemente haya niños que se queden sin vacunar y estén en riesgo”, apunta Carazo. Y pone como ejemplo Nigeria, donde el último caso de polio había sido en julio de 2014, por lo que en 2015 dejó de ser un país endémico. Sin embargo, en agosto de este año se detectaron casos de polio en Borno, norte nigeriano, un territorio con presencia del grupo terrorista Boko Haram, en donde se interrumpió la vacunación. “Es un momento histórico porque tenemos la capacidad de erradicar la polio, y no ocurre con muchas enfermedades. Pero estos conflictos y que los niños queden sin vacunarse hacen que el virus siga latente”, afirma la especialista.

En Paquistán y Afganistán sigue habiendo resistencia a la vacunación por parte de ciertos grupos religiosos”. Blanca Carazo, de Unicef

74 casos mundiales de poliomielitis registrados en 2015. En 1988 había 350.000.

Un solo caso puede propagarla

La médica de Unicef Blanca Carazo no deja de resaltar la importancia que tiene poder vacunar a todos los niños del mundo. “Si hay un niño infectado, está el riesgo de propagación de la enfermedad y de que vuelva a aumentar el número de casos en el mundo”, dice la especialista, y recalca que “no hay que olvidarse de que se trata de niños y que contraer esta enfermedad les puede dejar secuelas para toda la vida”.

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