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Renunció el emperador y los japoneses no saben qué hacer

En un inédito mensaje televisivo, Akihito afirmó que padece "muchas limitaciones".

El emperador de Japón, Akihito, anunció hoy su deseo de abdicar debido a su edad avanzada y a su frágil salud, a través de un mensaje televisado sin precedentes en ese país, obligando a una reforma de la ley nipona que no contempla la sucesión en vida.

Akihito, de 82 años, afirmó que padece "muchas limitaciones" y que ha sentido "un declive en su estado físico" tras ser intervenido quirúrgicamente en dos ocasiones, por lo que le será difícil "seguir asumiendo responsabilidades importantes", en un discurso que había generado una enorme expectativa en el país asiático.

La abdicación es una práctica frecuente en la historia de la dinastía reinante más antigua del mundo, ya que prácticamente la mitad de los 125 ocupantes que hasta la fecha ha tenido Trono de Crisantemo abdicaron en vida.

Sin embargo, de producirse la de Akihito, sería la primera en la línea sucesoria imperial nipona desde la del emperador Kokaku en 1817.

Durante su intervención, de diez minutos de duración, el monarca evitó referirse de forma directa a su abdicación o a cuándo tendría lugar, puesto que esa mención podría haber sido considerada como una vulneración de las limitadas funciones que le asigna la Carta Magna nipona.

Pero de las ambiguas palabras de Akihito -algo que también se debe a solemnidad de su cargo y a la cultura japonesa- se desprende claramente su intención de abandonar el cargo en el futuro, tal y como adelantaron los medios nipones hace casi dos meses.

"En los últimos años he reflexionado sobre mi papel como emperador y a contemplar mis funciones y deberes de cara al futuro (...) Me preocupa que pueda hacerse difícil para mí desempeñar mis responsabilidades como símbolo del Estado, tal y como he venido haciendo hasta ahora con todas mis energías", dijo Akihito, según informa la agencia de noticias EFE.

Se trata de su segundo discurso televisado y dirigido al pueblo nipón desde que accedió al Trono de Crisantemo en 1989, tras el que realizó a raíz del terremoto y el tsunami que devastaron el noreste del país en marzo de 2011, y del primero en que el emperador expresa sus reflexiones personales relacionadas con su cargo.

"Cuando un emperador enferma o su estado de salud es grave, me preocupa, como ha sucedido en el pasado, que la sociedad entre en punto muerto o la situación pueda impactar en la vida de la gente (...) En ocasiones me planteo cómo sería posible evitar esta situación", señaló.

Aunque recalcó que la Constitución no le otorga "ningún poder político" y por tanto no está capacitado para pronunciarse sobre cómo o cuándo debería llevarse a cabo su sucesión, expresó su deseo de que "las funciones del emperador como símbolo de Estado puedan continuar de forma estable y sin ninguna interrupción".

Para que el emperador pueda renunciar a su cargo y éste recaiga automáticamente en el príncipe heredero Naruhito, de 56 años, será necesario modificar la normativa que rige a la Casa Imperial nipona desde 1947 y que no contempla la sucesión en vida.

El proceso legislativo que se avecina para facilitar la sucesión del monarca podría reabrir el debate público sobre otras posibles modificaciones, como permitir el acceso de mujeres al Trono de Crisantemo, una cuestión abordada anteriormente y que no llegó a salir adelante.

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