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Surcar los cielos es una forma de vida

El Aeroclub de Allen lleva 58 años reuniendo a los amantes del aire.

Neuquén.- El festival aéreo que organizan, desde hace 20 años, no sólo es conocido en toda la Patagonia, sino que lo visitan pilotos de todo el país e incluso de Chile, Uruguay y Brasil. Sin embargo, el Aeroclub de Allen (ciudad que vivirá hoy una jornada a pleno festejo en su 106º aniversario), emplazado en la barda norte, lleva 58 años difundiendo la actividad aeronáutica, formando pilotos y, en definitiva, uniendo a quienes hacen de esta actividad, más que un gusto, un estilo de vida.

Es el caso de Julio Contreras, actual vicepresidente de esta institución, que con 70 años de edad todavía ni siquiera piensa en poner los pies sobre la tierra. "Mientras me den el psicofísico pienso seguir volando. Es más, soy de esos que piensan que hay que aprovechar y volar lo más seguido que se pueda, porque cuando uno deja de volar es como que se pierde algo", dice el hombre que lleva 45 años surcando los cielos, y que comparte la actividad con su familia: su hijo de 24 años hace seis años que es piloto y su hija de 19 está a punto de iniciarse.

Contreras llegó de Mendoza y hace 25 años que forma parte del club que en 1958 fundaron algunos como Moisés Eildistein y Lorenzo Marzialetti. Este último formó a más de 250 pilotos en la zona.
Según rememora Julio, el aeroclub "nace en una época en que la subvención del gobierno permitía formarlos".

20 ediciones lleva el festival aéreo.

Su mayor atracción son las muestras acrobáticas. Este año participaron la Escuadrilla Argentina de Acrobacia Hangar del Cielo y la escuadrilla RV Team de Santiago de Chile.

Hoy en día se autofinancia a través de distintas actividades como vuelos de bautismo, vuelos privados, de rescate y los cursos de pilotos que, según resalta su vicepresidente, es la actividad más importante y para la que cuentan con seis aeronaves.

"Es difícil describir lo que es el alma de volar. Solamente te puedo decir que los que volamos necesitamos volar", expresa este experimentado piloto que, sin decirlo, asegura que montar un avión es como ser un jinete.

"Volar no tiene que ver con dominar el acero, la tela o el motor, sino con dominar la personalidad de del avión. No todos se comportan de la misma manera y no todos te dan la misma confianza. Las horas de vuelo te dan experiencia, pero cada aeronave es distinta", afirma.

Ser parte del Aerclub no implica sólo aprender a dominar los aires, si no también compartir momentos y anécdotas con otros profesionales, curiosos y aficionados que todo el tiempo se acercan a ver de qué se trata esto.

"Hay personas que vienen a tomar mates y a conocer un poco más de cerca un avión, aunque no se animen a subirse. Y esta actividad no sólo te permite compartir historias, sino que hasta te da la posibilidad de salvar vidas o ayudar a otros", dice Contreras, que ha participado en búsquedas, rescates y traslado de enfermos.

También están los que se acercan intrigados por saber qué se siente arrojarse al vacío con un paracaídas. Según dice, en general, los que llegan por primera vez siempre vuelven.

¿Es distinto pilotar un avión después de 45 años? Para Julio, la sensación es siempre como si fuera la primera vez. Será por eso que no encuentra palabras para definirla, y que decir que se trata de adrenalina no le hace justicia. "¿Es una forma de vida?", le preguntamos, entonces. "Exactamente eso", dice convencido.

Algunas buenas conquistas

En los últimos años la institución ha conseguido llevar energía eléctrica hasta el predio y agua de riego, ha construido dos hangares con capacidad para siete aviones y ha logrado adquirir el terreno donde se emplaza.

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