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La Mañana Osvaldo Soriano

Aseguran que el espíritu de Soriano cada tanto aparece por su casa de Cipolletti

Trabajadores de ARSA cuentan experiencias sobrenaturales que ocurren en el chalé donde vivió el escritor en la década del 50. Ruidos, muebles que cambian de lugar y la sensación de su presencia, entre los relatos.

-Acá vivió Osvaldo Soriano?

- Si, acá. Y cada tanto se da una vuelta.

- Perdón pero… Soriano murió hace varios años.

- Si, pero cada tanto nos visita…

La respuesta se refiere a la casa que en la década del 50 ocupó el escritor en Cipolletti, pegado al parque Rosauer, donde funcionan oficinas y otras dependencias de Aguas Rionegrinas -ARSA-.

Entre los trabajadores su intangible presencia no es desconocida. Perciben la vibración en el espacio, escuchan que anda. Hasta han sentido su roce, nada grato para quien lo experimentó.

Guardan un montón de anécdotas de sucesos inexplicables ocurridos en el histórico inmueble ubicado en la calle Mengelle, a metros de 9 de Julio.

Y por motivos que solo ellos conocen, se lo adjudican al espíritu del autor de Cuentos de los Años Felices, con relatos ambientados en el antiguo Alto Valle y memorables novelas como “No habrá más penas ni olvido” y “Triste, solitario y final”.

El testimonio de uno de los operarios que habló del tema no parece investido de temor, como se puede imaginar un posible contacto fantasmal.

Salvo la empleada que notó “el toque de algo” en uno de sus hombros y se asustó mucho, los demás relatos que evocó describen a la aparición como una entidad inofensiva que quiere manifestarse.

Cuentan que se abren y cierran puertas; sienten el arrastrar de patas y muebles que cambian de lugar; escritorios que aparecen desordenados, oyen un reloj que suena en un momento particular del día, entre otras cosas más.

Cuando su insistencia se hace más notable y comienza a inquietar le hablan, le piden que contenga su travesura, que los deje trabajar tranquilos. En ocasiones le dejan cigarrillos encendidos que se consumen en soledad, porque saben que “el gordo” fumaba”, como muchas otras cosas que aprendieron de él porque no es extraño que aparezcan visitantes atraídos por la curiosidad que despierta su antiguo morador.

“Tenés que saber quien fue Soriano, como mínimo”, sostuvo el trabajador.

Hace pocos días ladrones entraron al chalet ahora convertido en oficinas. Revolvieron todo y extrañamente escaparon sin llevarse nada.

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Un chalet histórico

La casona perteneció originalmente a Obras Sanitarias de la Nación. Los Soriano ingresaron por primera vez a ella en 1956, cuando el jefe de la familia, José Vicente, fue designado jefe de distrito y se radicaron en el Alto Valle luego de recorrer distintos lugares del país. El joven Osvaldo tenía entonces poco más de 10 años y su paso por la región se convirtió en fuente de alimento para muchos de sus relatos posteriores. Su huella quedó marcada por su pasión por el fútbol que junto a su genio imaginativo lograron piezas artísticas imborrables, comoEl penal más largo del mundo”, un cuento inspirado entre chacras cercanas o “Rosebud”, homenaje a un peral situado en el patio de la vivienda que aún está en pie y al que joven se trepaba “las tardes en que me sentía triste”.

El periodista y escritor Pablo Montanaro, autor del libro “Osvaldo Soriano: Los años felices en Cipolletti”, destacó que aquella época fue decisiva “en experiencias vividas, imaginadas o soñadas que después terminarán desplegándose en su reconocida y premiada obra literaria”.

La familia partió a fines de 1961 a su nuevo destino: Tandil. Años después Soriano hijo se consagraría como un gran periodista y uno de los escritores más destacados del país, con reconocimiento internacional.

La vivienda pasó a tener un valor relevante por su notable antiguo huésped. En mayo del año pasado el Concejo Deliberante aprobó una ordenanza que creó el Circuito Cultural y Turístico “Los años felices de Osvaldo Soriano en Cipolletti”.

La propuesta, impulsada por la concejal Victoria Alfonso (FdT) apunta a revalorizar “su figura como escritor y a recrear su infancia- adolescencia en nuestra Ciudad, escenario de sus mejores relatos”.

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