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Así estaba integrada la seguridad de Las Palmas la noche que desapareció Sergio Ávalos

A 16 años de la desaparición del estudiante, damos los nombres que nunca se revelaron.

Por Guillermo Elía - policiales@lmneuquen.com.ar

La madrugada del 14 de junio de 2003 cuando desapareció Sergio Daniel Ávalos, hace 16 años, el boliche Las Palmas, último lugar donde se lo vio con vida, tenía toda una estructura de seguridad compuesta por cámaras y patovicas que eran militares y policías neuquinos. Todos quedaron bajo sospecha desde primera hora, pero ninguno fue indagado o imputado en el marco de la causa que se investiga desde 2014, cuando pasó al fuero federal, como desaparición forzada de personas.

La causa fue iniciada el 17 de junio de 2003 por la denuncia que radicó en la Comisaría Primera Marín Eduardo Herrera, el encargado de la residencia universitaria donde paraban Sergio y los compañeros con los que acudió al boliche tras comer un asado.

La hipótesis más firme que se maneja, a partir del relato de un testigo protegido por la Justicia Federal que fue apuñalado la noche antes de ir a declarar, es que Sergio conoció en Las Palmas a una joven, sin saber que era una prostituta vip que participaba en fiestas del poder y que estaba protegida por un funcionario de la época. Uno de los guardias de seguridad advirtió la situación, se le fue la mano en la golpiza y lo mató. Luego, lo sacaron en un vehículo utilitario y lo desaparecieron.

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Todos los nombres

La identidad de quienes estaban esa noche en la seguridad de Las Palmas fue un misterio que se mantuvo desde el principio de la causa, y hoy lo develamos.

El boliche era propiedad de Pedro Raúl Nardadone, quien había puesto como encargado a su yerno, Patricio Sesnich.

De acuerdo con los documentos de la causa y de la Procuraduría, la noche que desapareció Ávalos, además del encargado, estaban presentes las siguientes personas: en seguridad, Rubén Ferreyra, muy allegado a Nardadone. A este se sumaban los militares Sergio Torres, Roberto Alejandro Costa, Osvaldo Carracedo, María Alejandra Siboldi y Pedro Sepúlveda Palacios, que era un militar retirado; los policías neuquinos que se encontraban en el lugar eran Juan Darío Arévalo Smith, Irene Fuentes, José Luis Flores y Alfredo Humberto Cortinez; además, había un empleado de la Municipalidad de Neuquén, Eugenio Alejandro Tarifeño, que también está en los registros como personal de seguridad.

A la hora de desarrollar las tareas, se dividían la seguridad en interna y externa. No eran posiciones fijas, sino que podían variar de acuerdo con el día y las alternativas de la noche.

En el área administrativa, y a cargo de cambiar las cintas de las videograbadoras de las cámaras de seguridad, estaba María Teresa Monsalve.

Al listado se suman los hermanos Ítalo Edgardo Soto y Celedino Soto, un suboficial de la Policía que se desempeñó en la U11, a quienes en febrero de 2018 les allanaron un complejo de departamentos en el barrio Mariano Moreno, donde pasaron el georradar y se hicieron excavaciones en busca de los restos del estudiante de Ciencias Económicas, que no fueron localizados en dicha propiedad.

Todo el personal de Las Palmas pasó por distintas testimoniales, siempre negaron haber visto a Ávalos y nunca fueron indagados ni imputados en la causa.

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