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La Mañana Francisco

Bergoglio y el gato argentino

A 10 años de asumir el pontificado, Francisco parece seguir convencido de que lo mejor es estar lejos.

En marzo de 2013, el cardenal primado de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, se marchó para no volver. Su elección como papa lo obligó a cambiar de residencia. Este lunes, se cumplen 10 años de su pontificado, que parece tener una deuda con chances remotas de saldarse: su visita al país de nacimiento.

Durante una entrevista que publicó el viernes Infobae, Bergoglio se excusó en el calor porteño para cancelar en 2017 un viaje a Sudamérica cuya programación, dice, se tuvo que modificar por las elecciones en Chile. Haberlo concretado en enero, según lo expresó, no habría tenido sentido porque “no encontrás ni al gato”.

Pareció una respuesta para la tribuna, pero que tal vez evidencia su decisión de no retornar a un infierno argentino del que preferiría observar a la distancia.

También pareció sensato, sin embargo, el argumento de lo inconveniente que sería venir durante un año electoral no menos ardiente.

Afecto a los baños de multitudes, Francisco no ha dudado en visitar países muchos más calientes, como su reciente viaje a una auténtica caldera política y bélica africana como República Democrática del Congo y Sudán del Sur. Allí se movilizaron miles de personas para ver a Bergoglio y también buscar algo de sosiego frente a tantas calamidades.

Tal vez el ex arzobispo porteño aluda al “gato” como un efugio para no revelar otros motivos que su ausencia contribuiría a no agravar.

Como sea, el papa nunca deja de sorprender con decisiones y gestos que buscan mantener a tiro a una institución cada vez más desvencijada y con no pocas explicaciones pendientes de sus reprochables conductas.

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