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La Mañana Cipolletti

Cartoneaba con su hijo, sus viejos amigos del cole lo encontraron y su vida cambió

Perdió la vista, el trabajo y a su pareja, pero no bajó los brazos y hace de todo por su hijo. El increíble reencuentro con sus ex compañeros de Cipolletti y la emotiva ayuda. "Esto es milagroso, son mis hermanos", se conmueve José.

Una opción válida era aguardar hasta el Día del Amigo para publicar esta conmovedora historia. Resultaba, quizás, la fecha más oportuna para exponer este verdadero tributo al compañerismo y la lealtad. Aún así, creemos firmemente que privar a los lectores de conocerla antes del 20/7 resultaría una picardía. Así que pase y lea.

Aquellos años felices, que atesoraba en el corazón, habían quedado muy lejanos para él. Lo que vino después fue casi todo drama y sufrimiento en la dura vida del gran José Meriño. Un hijo que falleció al nacer, un grave accidente que con el tiempo le hizo perder la vista, quedar en la ruina y perder a su esposa. La pesadilla del geriátrico y su propio calvario.

Una historia demasiado pesada que genera escalofríos al repasarla. Pero los buenos siempre merecen una pequeña revancha. A veces, hay un poco de justicia en este mundo. Y así fue que una tarde, 37 años después, se produjo un reencuentro increíble en plena vía pública de Allen. Y allí los planetas comenzaron a alinearse.

"Ya andaba juntando latas con mi hijo Leo, que también tiene problemas en la visión. Ibamos a Cipolletti, a Cinco Saltos, desde Allen con cosas de aluminio, tipo cartonero. No va que sin querer con el bastón toco a una persona y le pido disculpas. Allí me dice, 'Cómo, ¿no me conocés?'. Por la voz me parecía familiar, pero pasó tanto tiempo... Fue algo milagroso, era Horacio Gañez, un compañero de la escuela", cuenta este ex gastronómico y se emociona.

Ello derivó en una gran movida solidaria del grupo de amigos de la Escuela N°15 de Cipolletti, que lo habían rastreado vía Facebook y -tras enterarse de las adversas condiciones en las que se encontraba- se desvive por mejorarle la calidad de vida.

"El agradecimiento es para todo el grupo, los más allegados son Elena Mercado, Oscar Torres, Alicia Gutiérrez, Graciela Castillo, Esther Maripan, Yanina Bustos, Cristina Burgos, Mauri Torres, Jorge Rodríguez, quien falleció hace poco e hizo mucho por mí, el mencionado Horacio Gañez y varios más. No hay forma de agradecerles tanto afecto y hechos. Elena trabaja en la clínica y me consiguió los turnos, yo tenía certificado de discapacidad y me hicieron de puente con el abogado de Allen, Marcos Rodríguez, y así cobré mi pensión después de 9 años que me la negaban. Me llevan a atenderme con Candy Rucci, una oculista maravillosa de la Fundación Médica de Cipolletti y me acompañan, y así todo", revela super reconfortado y agradecido.

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"Vienen a ser hermanos espirituales, hermanos de corazón. Me salvaron la vida. La generosidad que tienen no se ve en otras personas. Lo más importante es que crecimos juntos, teníamos 14 años y hasta el día de hoy la amistad y la empatía sigue. Eso no se aprende en un colegio...", reivindica con orgullo el vínculo maravilloso que forjaron.

"Hasta le regalaron un celular a mi hijo, que es lo que nos permite estar contactados. Horacio, quien está vinculado a la iglesia, vino y me trajo dinero, el resto mercadería y cada cual aporta su granito de arena. Es hermoso todo lo que está pasando con ello después de tanto padecer", destaca a esa gente divina de la que durante décadas no había tenido noticias, pero que aparecieron en su peor momento para tenderle una mano.

Historia José
José, de remera rayada, junto a la gente que le tendió una gran mano en el peor momento.

José, de remera rayada, junto a la gente que le tendió una gran mano en el peor momento.

Su pesadilla

En 2009 tuvo un accidente yendo a buscar en auto a su familia el 25 de diciembre a un country en Centenario, "por el ex peaje". Permaneció 4 meses en coma farmacológico, le colocaron 15 clavos en el antebrazo izquierdo que le impide moverlo, perdió el ojo derecho y apenas conservó el 15 % de visión del izquierdo, que ahora también sufre un cuadro irreversible.

Las severas consecuencias le impidieron seguir trabajando como "jefe de parrilla" en un restaurante y a la vez nunca le salía la pensión. "Fue grave la operación de la cabeza, tardó 7 horas y a mi familia le dijeron que no iba a quedar bien, que iba a ser como un bebé", comenta con pesar.

"Como no había caso, me llevaron a Buenos Aires. En el Hospital Güemes, las cosas que vi ahí, fue muy doloroso... Tras un mes allá me dieron el alta y me volví con mi hermana, al tiempo en la cabeza se me había formado 'otra cabeza', como una inflamación impresionante. Estaba solo, mi pareja se había vuelto a Allen... Ahí me operan y me llevan de la nada -sin mi consentimiento- a un geriátrico en Villa Regina. Yo tendría 39 años y estuve un año allí muy deprimido. No entendía nada y también fue triste ver a los abuelos, cómo pedían por favor una frazada porque tenían frío, la falta de medicamentos...", enumera detalles espeluznantes del suplicio que vivió.

Finalmente presionó para alejarse de ese desapacible sitio. "De allí a Villa Regina centro hay 3 kilómetros y medio, los caminé con varios bolsos y me tomé un colectivo con los 50 pesos que me regaló un abuelo del geriátrico. Al regresar a mi casita me habían robado todo, me fui a la de mi ex pareja y comprobé un maltrato infantil hacia mi hijastro, golpes, insultos verbales... Mi hijo también la pasaba mal así que hice la denuncia y nos ubicaron a mí y a mi pibe en el hogar de Maruca, con la gente necesitada. Mendigamos, sí, pero jamás salimos a robar", aclara en un ejemplo de dignidad.

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"Me dedicaba a mi hijo, no sabía ni las vocales él. Lo envié a la escuela, aprendió a leer, escribir, sabe hacer las compras. Si bien no tenemos entradas excelentes, hoy estamos en una casita y somos felices", celebra en otra parte de su relato.

Y para finalizar pide ayuda para adquirirle los útiles escolares a Leito mediante una rifa que él organizo para el 21 de marzo (las venden en una despensa de José González y Nicolás Tarifa). "Son unos chicos que me ayudaron siempre también", afirmó.

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"A pesar del tiempo transcurrido, jamás nos olvidaremos de los lindos momentos compartidos. Te queremos mucho", le deja un hermoso mensaje Elena, una de las integrantes de este bello grupo, vía LM Cipolletti y en nombre de todos.

"Lo esencial es invisible a los ojos", es la frase del francés Antoine de Saint-Exupéry, autor de El Principito. Tras leer esta historia, eso queda más claro que nunca. Amigos son los amigos, ¿no José?

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