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La Mañana Sergio Massa

Cuando el relato ya no alcanza

Sergio Massa, hombre que fue colocado para encarrilar la economía en agosto pasado, comienza a visualizar que no basta con el gradualismo que está aplicando para frenar la ola de deterioro que está sufriendo toda la población.

Fue una de las últimas grandes batallas del Gobierno. Para la mayor parte de los especialistas, la guerra ya está está perdida.

Alberto Fernández y Sergio Massa

El martes 15 de marzo del año pasado el presidente Alberto Fernández anunciaba que la Argentina iba a comenzar una frontal “guerra contra la inflación” y sostenía que iba a atacar a los especuladores que elevan los precios. “Tenemos que mejorarle la vida a la gente”, resaltaba el jefe de Estado en el acto de inauguración de la renovada estación Tortuguitas de la línea del ferrocarril Belgrano Norte, en el partido bonaerense de Malvinas Argentinas.

“El viernes arranca la guerra contra la inflación, vamos a terminar contra los especuladores y vamos a poner las cosas en orden”, adelantaba, aparentando una exagerada euforia.

Ayer, sábado 18 de marzo, se cumplió justo un año de una de la larga lista de promesas incumplidas que la sociedad esperaba con muchas expectativas.

En el momento en que Alberto Fernández daba su discurso, la inflación del segundo mes del 2022 había tocado el 4,7% y la interanual se ubicaba en el 52%. Los datos de este año volvieron a contradecir el relato oficial: el IPC de febrero de este año fue del 6,6% y el interanual se disparó arriba del 100%.

El primer mandatario explicó en ese momento que, por la invasión de Ucrania, hay una guerra por el precio de los alimentos que llevará a picos de inflación récord en diferentes países del mundo. “Nos cuesta mucho resolver la inflación que nos dejaron sin guerra ni pandemia la anterior gestión”, intentaba de esta manera justificar los índices de precios que registraba el país en aquel tórrido marzo de 2022, tercerizando las causas de problema con su lema preferido: “Ah, pero Macri...”.

Hoy la inflación no se despega de la realidad cotidiana. La suba de precios, que devora salarios, jubilaciones y profundiza el deterioro económico del país, simplemente dejó de ser motivo de pases de factura al interior de la coalición de Gobierno.

La peor noticia para Alberto Fernández y Cristina Kirchner es que este desmadre en la suba de precios multiplica el desánimo y el escepticismo en el humor social. Se agranda la brecha entre las prioridades que separa al Gobierno de la sociedad. La gente siente que no es escuchada y que sus problemas no están en la agenda de los políticos: inseguridad, pésimo funcionamiento de los servicios públicos, salarios pulverizados, inflación arriba del 100%, especulación financiera en su máxima expresión, falta de crédito y trabajo para insertarse en el sistema, son solo algunas de las demandas de la sociedad.

Las elecciones de octubre están cada vez más cerca y el ministro Sergio Massa, hombre que fue colocado para encarrilar la economía en agosto pasado, comienza a visualizar que no alcanza con el gradualismo que está aplicando para frenar la ola de deterioro que está sufriendo toda la población.

Cuando se analiza la cronología de los acontecimientos, se observa que para el combate de la inflación el Gobierno eligió mal a su enemigo: los empresarios. En el kirchnerismo los ven como un objetivo a vencer y no como aquellos que generan trabajo genuino y por lo general de calidad. No hablan de la emisión sin control, del profundo déficit fiscal y menos aún del gasto público desbordado; todo es culpa de la perversidad del empresariado.

Como es lógico, frente a un errado diagnostico, los resultados están a la vista.

Nada nuevo aplicó Massa desde que asumió en Economía para intentar desacelerar el nivel de inflación. Utilizando distintos nombres relanzo el control en las góndolas con el slogan “Precios Justos”, una herramienta que ha sido utilizado en los últimos quince años con los resultados más que decepcionantes.

“Precios Justos” no puede ser un programa con el objetivo de bajar la inflación. Esta política no sirve para nada en este contexto de aceleración de precios. La inflación se combate desde otro lado.

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