El clima en Neuquén

icon
11° Temp
55% Hum
La Mañana blues

"El blues es como el tango porque te espera, es una música del alma"

Miguel "Botafogo" Vilanova presenta un nuevo disco y tras atravesar un infarto, llega el sábado a Mood para festejar sus 50 años con la música.

Miguel “Botafogo” Vilanova se encuentra celebrando 50 años de trayectoria con su nuevo disco: Hereje, un trabajo de un significado muy grande que marca su producción número 20 luego de que el guitarrista y compositor atravesara un infarto. A los 67, quien debutó profesionalmente con Pappo –tocando el bajo- llega con todo su blues y rock para dar a conocer 12 canciones nuevas, en donde el músico resalta temáticas sociales como la problemática de la violencia machista y el femicidio. “‘Si es no, es no’ fue compuesto en la ruta camino a Neuquén y estrenado sin previo ensayo en un show con el guitarrista neuquino Rafo Grin”, dirá Don Vilanova, quien también puso el ojo en la contaminación de los recursos naturales –es una acérrimo defensor del medioambiente– con “Fumigados” y en sus dos stents en “Brisa de amor”. “Nunca tuve miedo, me sentí protegido por Dios y mis muertitos todo el tiempo”, reveló el guitarrista sobre el fuerte episodio que vivió en 2019.

Previo a la presentación que hará el sábado en Mood Live (Ministro González 40), Botafogo habló de cómo ve la actualidad del blues y se refirió a los artistas de música urbana que hoy copan el mercado “gracias al mainstream”, según su visión. “Celebro que puedan expresarse, les deseo que estudien composición y armonía, y crezcan musicalmente. Que no caigan en las garras de inescrupulosos que los puedan vampirizar”, dijo.

Hereje llega en un momento especial en donde estás celebrando 50 años de trayectoria. ¿Qué significado tiene este álbum y cómo lo pensaste?

Como todos mis discos, el significado primario es “dejar obra”. Como le escuché decir a Javier Martínez (Manal) hace mucho tiempo en un camarín de La Pesada del Rock and Roll. “Muchachos, dejen obra”, dijo con su voz profunda, y no lo olvide jamás. Además, encuentro un vehículo de expresión en las canciones, donde puedo decir algo de lo que pienso y siento, 50 años después de enamorarme de nuestro rock. Ese que a un pibito le hacía preguntarse “¿dónde está la libertad?”, o un poema como “Muchacha ojos de papel” le hacía pensar que las canciones de amor podían ser bellísimas sin ser obvias y grasas. Pensé este disco en medio de un mundo enloquecido y sin sentido común , en medio de un plan macabro como la pandemia , donde el femicidio me hunde mañana por medio, donde las caretas se han caído y los velos se han corrido y era verdad lo que había detrás, mezclado con el amor que sigue pujando a pesar de todo y te endulza las horas, y embelesado con el sonido de una batería que un bebito hoy ya hombre, que tuve en mis brazos el día que se enamoró de los parches cuando tendría 3 o 4 años.

¿A qué refiere el título del álbum?

El título refiere al hombre, el ciudadano que fui forjando a base de observar el mundo que me rodeaba a través de los años, aquí, en mi patria, y todas las veces que salí por el mundo por los cinco continentes donde toqué. Lo que me permitió ver y conocer cómo vivía la gente en otras latitudes, nutrirme de ellos. Las lecturas que comenzaron con un libro de Jedu Krishnamurti que me regalara el fundador de Los Gatos, mi amigo e inspiración Ciro Fogliata. Lectura que se fue conectando con otras, que tuvieron que ver con el alma, la psicología junguiana, la filosofía, la ciencia, la alimentación, los mitos. Para por fin hoy saber que eso que intuía cuando era un pibe, que se consideraba ignorante, era cierto. El mundo está en manos de una banda de enfermos mentales y hay que desconfiar de todos ellos, diferenciarse, apartarse, reconocerlos rápidamente, abrir los ojos y estar atentos.

Para la producción contaste con Lito Vitale, Piti Fernández (Las Pastillas del Abuelo) y Javier Calamaro. ¿Cómo se dan esas colaboraciones y por qué hiciste esa elección?

Aparecieron espontáneamente, mágicamente, causalmente diría: Lito Vitale me invitó, como siempre, a su programa de TV y me dije que no podía perder la oportunidad de decirle que estaba grabando y si quería meter unos teclados. Y se le cayeron unas notas perfectas y maravillosas en algunos de mis temas. Con Javier Calamaro pasó algo similar, ya que también de invitado a su programa aproveché para comentarle de mi grabaciones. Supe de inmediato a que me dijera que sí, que el tema era “Ovejas negras”, que es “stonero” y su voz iba perfecta. A Piti lo conocí en el Luna Park en ocasión del festejo de los 30 años de La Mississippi, donde ambos éramos invitados. Luego lo volví a encontrar en un streaming que organizó Luciano Napolitano en recordación de su padre (Pappo) y ahí se me ocurrió invitarlo. Le conté de qué iba el tema, que hablaba aunque veladamente del nuevo orden mundial, de que lo único que los podría detener era nuestra hermandad, la luz del amor que anida en todos nosotros, y me dijo que coincidía conmigo. Vino con su vozarrón y su alegría e inundó el tema de su personalidad arrolladora.

¿Cómo fue el método de composición?

La composición en algunos casos fue musicalizar ideas líricas con métricas sospechosas como en “No quiero”, que es más bien un vómito de cosas que no quisiera que nos pasen. Sin ir más lejos, la base militar de China que hay en Neuquén y el resto de maravillosas empresas multinacionales que vienen a contaminar y robar nuestras riquezas dejando el tendal de basura, tanto como la vacuidad cultural que nos invade desde los medios masivos de comunicación, como la locura que nos invadió con esos experimentos génicos mal llamados vacunas. En otros casos hubo verdaderos experimentos compositivos de donde salieron “Libre” y “Uno y medio y dos”, dos temas instrumentales con pretensiones jazzísticas ruteros. Luego hay una canción de amor, “Brisa de amor”, que está dedicada a mis dos stents. Me divertí mucho.

Miguel "Botafogo" Vilanova

Precisamente, “Brisa de amor” está dedicada a Alejandra, quien te asistió luego de sufrir un infarto en 2019. ¿Cómo fue esa situación?

“Brisa de amor”, sí, es un tema que le escribí a Alejandra, de puro enamorado. Ella vio todo el proceso, no pude sorprenderla. Le dije que no era Sabina, pero mis palabras salían del corazón. Ella estuvo a mi lado durante mi recuperación y hoy me encuentro muy bien. Hay un agradecimiento en el disco a la mutual de Sadaic, que se hizo cargo absolutamente de todo lo que necesité. Nunca tuve miedo, me sentí protegido por Dios y mis muertitos todo el tiempo.

En el disco también están presentes tus hijos: Andrés y Laila, está última en composiciones. ¿Cómo los podrías definir como músicos y qué te despertó interiormente ?

Andrés Vilanova se encargó de las baterías de todo el disco salvo en “Si es no, es no” y “Fumigados”. Andrés es un baterista de muy alto nivel y que conoce los estilos que me gustan a la perfección. Además de producir su sonido como un exquisito profesional. Qué te voy a decir. Se me cae la baba cuando lo veo tocar y luego escucho. Y Laila encarriló muchas de mis letras y me aconsejó ya que tiene una musicalidad natural impresionante.

En la placa se encuentra la canción “Si es no, es no”, que remite a la problemática de la violencia de género. ¿Cuál fue el disparador de la letra?

Fue escrito en la ruta camino a Neuquén y estrenado sin previo ensayo en un show con el guitarrista neuquino Rafo Grin. Venía tranquilo manejando, parando para dormir. A la mañana me despertaba, ponía la radio y las noticias hablaban de un femicidio. Suelo parar a visitar a mi hermano en Punta Alta y al día siguiente salgo a la ruta; radio, noticias y otro femicidio. Inundado de ese horror, paré a un costado y traté de escribir algo. Luego fui juntando ideas y, al llegar a Neuquén, en la prueba de sonido le mostré el tema a Grin y salió. Basado un poco en “Boom Boom” de John Lee Hooker, fue increíble la reacción del personal femenino del local. Lo entendió a la primera y muchas chicas se acercaron a felicitarme. Es un tema espantoso entre nosotros y me cuesta creer en la cobardía de algunos que no merecen ser llamados hombres. Les queda muy grande esa palabra.

La escena hoy está copada por la música urbana. ¿Qué has podido apreciar hoy del blues?

La escena de hoy en cuanto a lo que se da en llamar el mainstream es como ha sido siempre: el negocio de unos pocos, entre los cuales también se encuentra el mundo narco, en connivencia con una política cultural penetrada por intereses de una agenda mundial en manos de una elite demoníaca cuyo interés, obviamente, es destrozar cerebros y voluntades. Claro que hay algunos que hacen cosas inocentemente, quiero creer. Y entonces celebro que puedan expresarse, les deseo que estudien composición y armonía, y crezcan musicalmente. Que no caigan en las garras de inescrupulosos que los puedan vampirizar.

¿Ves un nuevo florecimiento del género?

El blues está entre nosotros y es parte de nuestro folclore. Y hay suficiente obra para comprobarlo, que va desde a Óscar Alemán, pasando por Manal, Pappo, Memphis, La Mississippi, Las Blacanblus, Durazno de Gala. No nos olvidemos de que cada vez que venía B. B. King llenaba Obras, Luna Park, Gran Rex. Clapton colmaba River Plate como pocos. Quiero decir que en Argentina hay mucho público de blues. Todos damos vueltas en la cama, para un lado, para el otro. Y hagamos lo que hagamos, no podemos conciliar el sueño, y esos son los blues que te han echado el guante. Gracias a Dios, el blues no me necesita y hay muchos jóvenes por todo el país tocando los blues de puta madre.

Hoy los medios no le dan mucha difusión al blues como ocurrió en la década del 90, cuando fue una explosión del género. ¿Sentís que tenés una misión que cumplir y reivindicarlo?

Es cierto que no hay difusión, y la difusión es todo. Si no hay que preguntarle a la ¡Coca Cola! Cuando Tinelli abría su programa todas las noches con un tema de Memphis La Blusera, todo el pueblo tarareaba “ella es argentinaaaa”. Pero el blues es como el tango, te espera. Porque es una música del alma, porque surgió del sufrimiento de una parte de la humanidad que fue básica en nuestro desarrollo. Es la música de la resiliencia y las vibraciones de sus notas están en simpatía con las vibraciones de los átomos que nos forman. Es imposible que no te toque el alma un blues bien tocado.

En estos 50 años de carrera, ¿qué etapas te marcaron a fuego?

Las marcas primordiales fueron la primera guitarra que me regaló mi hermana Rita. Eso desplegó el resto de causalidades. Mi madre llevándome a mi primera maestrita de “canto y rasgueo” del barrio, la aparición del Wincofon y el primer disco de Pappo’s Blues, la convocatoria de Pappo a tocar el bajo, que creó el compromiso de honor y agradecimiento eterno con la música. Mi estadía en España y el compañerismo de mis colegas, la muerte de mis padres mientras estaba allá, el nacimiento de mi primer hijo y luego la familia que armé. El nacimiento de mis hijas, el fallecimiento de Rita, de mi amigo Celso, mi infarto, la profunda tristeza e impotencia que me genera ver a mi país destruido en manos de esta runfla de delincuentes contra los que no puedo hacer nada. El despertar que de vez en cuando siento … lo que siento, a pesar de todo, por el hijo del carpintero de Nazareth.

Justamente, debutaste profesionalmente en la música como bajista de Pappo y sembraste un fuerte vínculo con él. ¿Qué te dejó Pappo que sigue vigente en tu ser?

Pappo está presente hasta en mis sueños asiduamente, sé que me acompaña. Le dedico cada nota cada vez que tengo la guitarra en mis manos. Fue mágico conocerlo, tocar con él, viajar, reír y llorar con él. Verlo abrazar a Charly (García). En estos días celebro el día de su nacimiento y, con sus sombras y luces, nos dejó a todos un sentimiento. Nadie va a poder decir al dejar este mundo que no tuvo un sentimiento legítimo, de amor, de creatividad, de disfrutar hasta de lo más insignificante aparentemente.

En febrero cumpliste 67 años, ¿qué te queda aún por cumplir?

Me acerco a los 70 y con agradecimiento, no me hubiera imaginado todo lo que viví. Agradezco haber nacido en este suelo, fruto de los padres que tuve, del amor, y me gustaría ver antes de morir una Argentina sana. Donde todos los niños puedan dormir calentitos en una cama con sábanas limpias, que coman todos los días junto a su familia, que vean a su padre salir a trabajar, que vayan a una linda escuela que les enseña a vivir en libertad y amor al prójimo. Un país que produzca todo lo que necesita con industria nacional y manos de obreros argentinos que vivan bien de su trabajo, con dirigentes humildes, trabajadores, sin arrogancia, que piensen en el bienestar de todos ¡En paz!

Te puede interesar...

Lo más leído

Leé más

Noticias relacionadas

Dejá tu comentario