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La Mañana Ford

El campeón de ciclismo que puso en venta su Ford A como el de Eliot Ness

Ricardo Messineo posee esta "joya" desde hace más de 45 años. Cada tanto, se lo puede ver andar por las calles de la ciudad.

La imagen de un automóvil antiguo circulando por la calle Primeros Pobladores de esta ciudad en la tarde del martes por un instante hizo retrotraer al cronista a una escena de “Los Intocables”, la serie televisiva de los años '60 en la que el agente federal Eliot Ness (protagonizado por Robert Stack) luchaba en los años ’30 contra el imperio criminal de la mafia de Chicago dirigida por Al Capone. Un Ford A de 1929 es muy difícil de encontrar en las calles neuquinas, sobre todo en el estado de conservación en que se encuentra esta unidad. Por eso, la inquietud del cronista se acrecentó hasta que el rojo de un semáforo hizo posible el diálogo para conocer la historia de este automóvil producido por el fabricante Henry Ford y, sobre todo, a su dueño.

La sorpresa fue mayor porque quien conducía esta verdadera "joya" está más acostumbrado a andar sobre dos ruedas que sobre cuatro. Ricardo Messineo, quien lleva más de seis décadas arriba de una bicicleta con la que obtuvo numerosos logros, es el dueño del impecable automóvil que tiene desde hace más de 45 años y que por estos días lo puso en venta.

“Es una historia con muchas idas y vueltas”, aclara el hombre en su casa del barrio Mariano Moreno acerca de cómo llegó a sus manos este Ford A que funciona como lo hacía en los años ’30 y que fue el segundo gran éxito de la marca tras su predecesor, el Ford T. “Este coche era propiedad de Miguel Castellanos, mi abuelo materno que era dueño de una estancia en Olavarría, en la provincia de Buenos Aires. A mi abuelo le gustaba comprar autos nuevos, siempre Ford, es decir que cuando salía un nuevo modelo lo compraba, entonces iba guardando los modelos anteriores en un galpón del campo. Llegó un momento en que tenía un montón de autos”, explica. Agrega que los autos tenían pocos kilómetros hechos “porque mi abuelo no era de ir mucho al pueblo, acaso iba una vez por mes, por lo tanto lo usaba una docena de veces al año”.

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Al morir el abuelo, la familia procedió a repartir los autos que esperaban ser sacados del galpón de la estancia. A él le tocó el Ford A de color verde, aunque también podía haberse hecho acreedor de una Coupe 1937 “roja, nuevita, que era una preciosura, pero que no me la dieron”, señala sin ocultar su desazón.

Cuenta que hace un poco más de 45 años se trajo a Neuquén el Ford A desde Olavarría, ciudad en la que nació hace 80 años. “Siempre que podía lo usaba pero llegó un momento en que dejé de andar porque me paraban a cada rato para sacarse fotos, no me dejaban manejar. Ahora, cada tanto lo saco”, comenta.

Explica que el Ford A fue sucesor del modelo T. Este modelo de dos puertas era el primero en contar con una caja de cambios de tres velocidades con palanca en el piso, los amortiguadores hidráulicos y el sistema de frenos en las cuatro ruedas y la velocidad máxima podía llegar hasta los 105 kilómetros por hora. Se destacaban por las ruedas con radios de varilla, los limpiaparabrisas y contaba con un indicador de gasolina y un amperímetro. “La pintura es original como el tapizado de los asientos y los paragolpes porque tienen el óvalo de Ford”, asegura mientras repasa otras cualidades de la “joya”. Y aclara que "nunca le tuve que hacer nada, lo ponía en marcha y salía manejando”.

Cuenta la historia que la primera unidad del Ford A fue fabricada el 20 de octubre de 1927 pero recién salió a la venta dos meses después. Se llegó a producir más de 4,3 millones de unidades del modelo y su versión Tudor –que es la que posee- se vendía a 500 dólares. Se presentaba en color gris, verde o negro y fue el más vendido.

Hace unas semanas, le pidió a su nieta que le sacara fotos al auto porque quería venderlo. El aviso lo subió a Facebook y desde entonces no deja de sonar el celular. “No tenía ni idea a cuánto se podía vender”, dice y luego de algunas averiguaciones le puso precio.

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A veces duda en la decisión que tomó de desprenderse del Ford A. “El año pasado lo había puesto en venta, vino un hombre con toda la plata y le dije que no quería venderla. Se enojó porque lo hice venir y yo me arrepentí. Creo que me cuesta desprenderme por lo afectivo. A veces pienso que cuando entre al galpón y no esté voy a sentir ese vacío, es como que este auto está adherido al suelo de mi casa, al suelo de mi vida”, explica y lo desborda la emoción.

Corrió con la coupe de Oscar Gálvez

Además del ciclismo, Ricardo Messineo desplegó su pasión por el automovilismo y tanto en uno como en otro deporte se destacó obteniendo importantes logros. Cuenta que hace unos años compró en la localidad de Pergamino, en la provincia de Buenos Aires, una coupe Ford 1946, la misma que conducía el destacado piloto Oscar Alfredo Gálvez, siempre vinculado a Ford, ganador de cinco títulos de Turismo Carretera y el cuarto más ganador en la historia del automovilismo argentino. "Toda la vida corrí en bicicleta, pero también me interesaron los autos", afirma. Y cuenta que con la coupe disputó cinco carreras en circuitos de la Provincia de Buenos Aires. "Gané dos carreras, sali segundo en una y en otra, cuarto", describe mientras muestra una foto en la que está en la coupe roja que hace algo más de tres años años le robaron en una chacra en Cipolletti. "Hice la denuncia pero nunca se movió la causa, algo muy raro, y yo sé quién me la robó", explica.

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Una vida dedicada al deporte

A Ricardo Messineo la pasión por el ciclismo se la transmitió su papá Vicente también ciclista. Se subió por primera vez a una bici a los 8 años cuando ingresó a la Escuela de Ciclismo de Olavarría, su ciudad natal, y a los 14 comenzó a competir. “Acá estoy corriendo en Mar del Plata, acá en San Luis”, dice mientras despliega numerosas fotos.

En su casa del barrio Mariano Moreno tiene siete bicicletas. Allí está con la que hizo la travesía del Cruce de los Andes, un recorrido de siete días por la Patagonia argentina y chilena; la que corrió Dubai-París, entre otras.

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