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El esloveno de la plaza San Martín: de locutor a vendedor ambulante

Marcelo Osovnikar la rema cada día con la venta de dulces artesanales y otros productos que él mismo elabora. Su sorprendente historia y un pedido a la comunidad. "No me hago la América pero subsisto", cuenta a LMC.

En el fútbol grande de la Argentina hay un goleador “de moda” de origen “esloveno” que brilla en San Lorenzo y defiende los colores de la selección de ese país (Andrés Vombergar). En Cipo también tenemos un “esloveno” popular que se las rebusca en el verde césped, pero no del Nuevo Gasómetro sino de la céntrica Plaza San Martín de Cipolletti, donde junta el mango cada día como vendedor ambulante con los dulces y otras delicias que él mismo elabora.

Hablamos de Marcelo Paulo Osovnikar (52 años), un personaje muy querido en la ciudad, quien justamente vende los productos “El Esloveno”, a los que denominó así en honor a sus raíces. Y cómo no conocerlo, si anda y anduvo por todos lados. Fue locutor de las radios regionales durante un tiempo, también canillita y, como si fuera poco, canta este todoterreno que se las ingenia con un emprendimiento que "es todo a pulmón”.

“Me inicié hace 10 años como vendedor ambulante, con los dulces. Y hace casi 5 que estoy en la plaza. Antes lo hacía de manera personal, negocio por negocio y un día me paré ahí y empecé a vender. La gente viene, compra, algunos me cuentan sus problemas y los escucho, me gusta estar allí”, comenta desde su humilde stand: un banquito de la plaza donde apoya su pequeño stock.

¿Y qué vende? “Dulces de membrillo, frutilla, tomate, zapallo, manzana, ciruela, durazno, pelón, higo, tengo 40 sabores, pero ese sería más o menos el ranking de los más vendidos”, explica el hombre de la gorra y delantal celeste. Todo fresco y artesanal, frutos exquisitos de las plantas de su patio, en Perú 50 donde vive con uno de sus 3 hermanos (“mi viejita se fue de este mundo hace 5 meses”).

“Llevan una hora aproximada de cocción, más el agregado de azúcar”, revela la receta de estos manjares de muy bajo costo: “los vendo a 400 pesos cada uno”. También en su bici roja, que ya pide el “cambio” traslada hasta su puesto callejero “nueces, aceite de Oliva y hasta libros”.

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El Esloveno tiene su propio uniforme y le pone la mejor onda.

El Esloveno tiene su propio uniforme y le pone la mejor onda.

“No es que uno se hace ‘La América’ aquí, uno subsiste, no es mucho lo que se gana. Hay días que se venden $ 1500, $ 2000 pesos, otros días que no se hace nada. Ayer, por ejemplo, vendí 900 pesos. Hay altos y bajos, pero los clientes son fieles, algunos me llevan de 2 ó 3 dulces, es así la venta”, reflexiona y saluda al tachero que al pasar le toca bocina.

Su sorprendente historia

Denomina así a su iniciativa “en memoria de mis abuelos, que llegaron a Argentina en un barco de vapor en 1909 a Brasil y de ahí se bajaron y entraron como caminantes sin pasar por la Aduana. Después tuvieron que hacer los trámites. Vinieron para la construcción de vías férreas desde San Antonio Oeste hasta Zapala y de Zapala a la Provincia de Buenos Aires, a Avellaneda justo en la presidencia de Avellaneda”.

Polirubro, miultifacético, su timbre de voz no pasa inadvertido y resulta familiar para muchos. Tiene una explicación. “Trabajé en radio hace algunos años. Todo empezó en un curso de locución con Rolando Juan de Dios Russo (“mi mentor”, que hacía de visitador médico en la novela Rosa de Lejos). Lo daban en el subsuelo del Palacio Municipal de Neuquén, hice primer y segundo año de locución. Conocí a los más grandes que están en la televisión y en la radio”, recuerda orgulloso.

“La última FM que estuve fue Mural, mi programa era ‘Espacio abierto’. Pasé por muchas otras, AM y FM, hice ‘La Máquina del Tiempo’. Estuve en otras radios cipoleñas y neuquinas”, repasa sobre su asombroso curriculum.

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Pero sus conocimientos y habilidades no se limitan a ello. También le sacó el “jugo” a su voz mediante el canto. “Me gusta cantar, soy tenor. Otro hobby que tengo es escribir canciones, canciones cristianas, escribo poemas. Además de coleccionar autos en miniatura y criar los canarios de mi madre que falleció”, agrega este hincha de Boca y fana de Cipo.

También ex jugador de fútbol, destaca que “hice inferiores con el Ruso Homann en el club y soy muy amigo del Ruso Strack”.

La experiencia en Venezuela

Sabe de aventuras y apuestas riesgosas El Esloveno. Incluso en el exterior. “Hace 8 años estuve en ese país tras juntar 2 años y medio dinero. Estado de Guarico, en un pueblo de 10 mil habitantes, me llamó la atención que tiene los mismos colores que el club Cipolletti. Estuve vendiendo café en una plaza pero en Venezuela es igual de jodida la derecha que acá… No me dejaron hacer los papeles para quedarme. En una vinieron policías armados hasta los dientes a bsucarme, allí los colegas me dijeron ‘paisa querido hermano, volvete a la Argentina..”.

La lucha con los “porteños”

Ya pagó el derecho de piso en la plaza y se hace respetar. Reniega de otros ambulantes “porteños”, que “vienen a robarnos los clientes a nosotros. Tratan mal a la gente y eso se traslada a nosotros”.

Se despide con un pedido especial desde su humildad. “Si todos quisieran colaborar y comprar para ayudarme en este emprendimiento, bienvenido sea. Esa bicicleta en cualquier momento se me va a romper. Ando necesitando frascos y que se comuniquen conmigo el que pueda (299-5113722 y 2994776417). Y compren mis dulces que son lo más", culmina con una sonrisa mientras una señora consulta por el de "membrillo" y el aceite.

Marcelo, el esloveno de la Plaza San Martín, un laburante que a puro dulce trata de salir delante de los momentos más duros y amargos. Vivir dignamente ya es su golazo al estilo Vombergar.

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