El señor del metal
Ricardo Iorio conmovió a más de 4 mil personas que concurrieron al estadio Ruca Che. Hacía 10 años que Almafuerte no tocaba en la ciudad.
Neuquén > “Esto es una fiesta. Una verdadera fiesta. Estamos todos”, expresaba emotivamente por celular un joven que no llegaba a los 30 años. Sin embargo, del otro lado parecía que el llamado generaba desconcierto. Y el pibe que portaba uniforme de negro, acorde a la situación, arremete y exclama entre risas ‘¿Cómo dónde estoy? Estoy en el recital de Almafuerte’.
Para afirmar aún más todo lo que le está sucediendo, el joven decide pasarle el teléfono a uno de los más de 4 mil fans que aguarda por la salida de la banda. “Esto es fiesta p…”, le dice a quien estaba del otro lado de la línea, y la comunicación finaliza para que luego ambos jóvenes -quienes nunca se vieron en su vida- se estrecharan en un fuerte abrazo.
Es que el último sábado el estadio Ruca Che se convirtió en una verdadera fiesta metalera. Y no era para menos. Después de 10 años Ricardo Iorio, lo más grande del heavy nacional, según los cánticos de sus fieles seguidores, desembarcó con Almafuerte y su disco “Toro y Pampa”.
El encuentro entre la banda y el público es algo que se debían mutuamente. Por eso a lo largo de casi dos horas las emociones y estados de ánimo fueron variados.
Con cohetes silbadores arrojados al aire de por medio -a muy pocos se les pasó por la cabeza el fantasma Cromagnon-, a las 23.30 Iorio, acompañado por el resto de los músicos, apareció en escena para finalizar la ansiedad y espera.
“Debes saberlo” sirvió para la apertura y desatar la euforia contenida de largos años. Luego, se sucedieron “Donde está mi corazón”, “Pensando en llegar” y “Triunfo”, hasta llegar a “Toro y Pampa”, una de las canciones más festejadas.
Imagen fuerte en escena, Iorio, con su ya clásica voz rasposa, se planta bien ante el público y se mueve gesticulando permanentemente hasta llegar a golpearse la cabeza. Y con toda esa poseía rural-criolla a cuesta va diciendo verdades. Pero también tiene tiempo para el humor ácido y para los agradecimientos. “Si ven algunas personas que no es heavy no les hagan nada. Son los muchachos que hicieron que estemos acá después de tantos años y hay que agradecerles. Hemos ganado otra batalla”, expresó, en medio de la euforia de sus seguidores.
Momento histórico y memorable fue la presencia de un amigo y hombre querido en la zona. “Voy a invitar a un gran amigo”, dijo Iorio, mientras aparecía en escena Rubén Patagonia para cantar a dúo Cacique Yatel (Hugo Giménez Agüero).
A esa altura las huestes que siguieron al pie de la letra todas las canciones estaban más que agradecidas con todo el despliegue de Almafuerte, y sobre todo de disfrutar a un guitarrista como el “Tano” Marciello, pieza fundamental en el sonido de la banda.
“Nos vamos acercando a la tranquera muchachos”, señaló Iorio a modo de despedida pasada la 1 de la madrugada de ayer. Por eso “Ser humano”, “De la carne”, “Sirva otra vuelta, pulpero” y los coreados clásicos “Almafuerte” y “A vos amigo”, sirvieron de cierre para decirle adiós a este personaje de raíces criollas y pura sangre.
“Criollo” que es discutido abajo del escenario, pero que con su lengua afilada es hoy el señor del metal nacional.
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