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La Mañana Fast fashion

El verdadero costo de la moda y el fast fashion

La industria textil es la segunda más contaminante del mundo y, según especialistas, la única forma de evitarlo es modificando nuestros consumos y costumbres.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la industria textil es considerada la segunda más contaminante del mundo. De hecho, el sector es responsable del uso del 20% del agua dulce y de la generación del 10% del total de emisiones globales de carbono.

En general, al hablar de "costo" la gente suele enfocarse solo en la perspectiva económica. Cuando se trata de ropa, se busca el costo en la etiqueta, el ticket o en la página web de la marca. Sin embargo, cada prenda de vestir tiene un costo socioambiental que casi siempre pasa desapercibido.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una persona necesita aproximadamente 100 litros de agua al día para la alimentación, bebida, higiene, limpieza y agricultura. Sin embargo, el sector de la moda utiliza 93 mil millones de metros cúbicos de agua al año, una cantidad suficiente para abastecer a cinco millones de personas, y es responsable del 20% del desperdicio global de agua.

Desafortunadamente, no es común encontrar esta información en las etiquetas, lo que dificulta que los consumidores tomen decisiones a conciencia. El problema no solo se encuentra en la producción de ropa, sino también en el "fast fashion" o moda rápida, que ofrece cambios constantes, una amplia variedad de colecciones por año y precios bajos, alentando la compra de prendas innecesarias o de mala calidad que se desechan rápidamente.

Cada segundo quema el equivalente a un camión lleno de ropa

El 60% de las prendas se desecha antes de cumplir un año desde su fabricación. Según el informe de la consultora McKinsey sobre el Estado de la Moda de 2019, la población se deshace de la ropa el doble de rápido que hace 18 años. Según la fundación Ellen MacArthur, si se mantienen estos patrones de consumo y estilo de vida, se prevé que el consumo mundial de ropa aumentará de 62 millones de toneladas actuales a 102 millones en menos de 10 años.

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Este modelo de producción y consumo tiene numerosos impactos negativos, tanto ambientales como económicos y sociales. Paga el ambiente, la biodiversidad, la salud y calidad de vida, así como las futuras generaciones. Es por eso que cada vez más consumidores y marcas se suman al llamado para vestirse de manera más sostenible. Fundaciones como la de Ellen MacArthur e iniciativas como la Alianza de la ONU para la moda sostenible, incentivan un nuevo modelo para esta industria que promueva prácticas amigables con el ambiente y las personas.

Los especialistas sostienen que se necesitan prácticas en la producción y transporte, basadas en modelos más circulares. Sin embargo, el papel de cada consumidor es, dicen, fundamental. Para reducir el impacto ambiental, se vuelve preciso no hacer comprar innecesarias, elegir prendas de segunda mano, pensar en la calidad en lugar de la cantidad, optar por modelos atemporales, informarnos sobre los procesos de producción de la empresa, priorizar a los productores locales y llevar a arreglar la ropa antes de tirarla.

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