El Millonario teme que la cancha del Paranaense lo complique.
A River lo espera un duro adversario en la Recopa. Y también un estadio que mete miedo, al que ya sufrió Boca (cayó 3 a 0 en la Copa Libertadores) y que cuenta con una particularidad: el césped es sintético.
El estadio Joaquim Américo Guimarães, construido hace más de un siglo (en 1914), es uno de los más antiguos de Brasil. Antes de la metamorfosis que sufrió para el Mundial de Brasil, había sido rebautizado entre 2005 y 2008 con el nombre de una marca comercial, Kyocera Arena.
El estadio, que fue rebautizado en aquel momento como Arena da Baixada, tiene una capacidad de 42.372 espectadores. Las dimensiones del campo de juego son de 105 metros de largo por 68 metros de ancho. Y posee el detalle del sintético. Es por eso que -acostumbrado a jugar allí- cuando es local, Paranaense se convierte en un equipo dinámico y con velocidad.
Y Marcelo Gallardo ya lo tiene muy en claro: “Es un equipo peligroso, que tiene buenos jugadores, muy dinámicos. Cuando juega de local, trata de sacar diferencias porque juega en un terreno en el que está habituado. Juega con una dinámica diferente a muchos de los equipos brasileños”.
Por su parte, Lucas Pratto opinó: “El césped sintético de la cancha de Paranaense es un poco más veloz porque es mejor y más alto, la pelota corre rápido. Es una cancha muy linda para jugar; no es incómodo”.
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