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Hicieron fila cuatro horas para tener la garrafa social

Vecinos de Cuenca XV se armaron de paciencia para evitar el frío.

Sofía Sandoval

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Neuquén. “A veces hay que elegir: o comprás una garrafa o comprás comida”, asegura Aidé, y con esa frase explica el paisaje a su alrededor: decenas de personas forman una fila frente a la comisión vecinal de Cuenca XV a la espera del camión garrafero, con el único fin de canjear su vale mensual por el calor que los abrigará por apenas cuatro días.

La llovizna de la madrugada apisonó las calles de tierra que circundan la comisión vecinal. A las 8 de la mañana, cuando el cielo aún era un manto brumoso y gris, los primeros vecinos comenzaron a llegar para ubicarse adelante en la cola y poder canjear su vale por la garrafa que entrega el gobierno provincial.

Una espera de cuatro horas bajo la amenaza de una lluvia que no sucedió fue la única alternativa para ahorrar los casi 400 pesos que cuesta una garrafa en los barrios del oeste, y que calienta las casas sin gas natural por menos de una semana. “A veces la hacemos durar más, pero generalmente dura cuatro días”, aclara Aidé.

“El problema es cuando te la dan a medio llenar, o cuando la completan con agua”, dice Tamara, que adaptó su carrito de compras para poder trasladar el pesado artilugio metálico desde su casa en la toma 7 de Mayo.

En la última cuadra de la toma, donde el barrio ya se trepa por las mesetas de tierra rojiza, las conexiones clandestinas a la electricidad les dan a los vecinos muy baja tensión. La pava eléctrica hierve el agua en media hora, los focos ofrecen solo penumbra y la estufa calienta a unos escasos centímetros de distancia.

“La electricidad no nos sirve para calentar y todavía no están entregando leña, por eso tenemos que hacer durar la garrafa lo más posible”, aclara Tamara. A la noche, el frío del otoño parece ensañarse con los habitantes de su casilla de nylon y chapas de cartón. Entonces, la joven recurre a las frazadas y las camperas para abrigarse y apañar a sus hijos de 2 y 9 años.

Tamara es madre soltera; con su sueldo y la única asignación por hijo que le pagan, no llega a cubrir los gastos de calefacción para todo el mes. Por eso, ayer dejó a sus hijos solos para hacer la fila y obtener la garrafa gratuita, que aliviará el frío por un tiempo insuficiente. “El jueves pasado no pasó el camión, y hoy tuve que elegir entre el riesgo de dejarlos solos en casa o el riesgo de dejarlos pasar el frío sin gas”, señala.

Una larga fila con muchas mujeres y niños compuso una postal matutina en el corazón de Cuenca XV, a la espera del camión.

Aidé aclara que es imposible cumplir con compromisos laborales o llevar a los chicos a la escuela el día que pasa el garrafero. Muchas veces, el camión no trae equipos suficientes para todo el barrio, por lo que moverse de la fila podría traducirse en la pérdida de la garrafa. Por eso, se turnan con otros familiares o recurren al servicio de otros vecinos, que cobran 150 pesos por hacer la fila y llevárselas a domicilio, cuentan en la cola.

La fila que serpentea por la esquina de Almonacid y Miguel Cané muestra un paisaje diverso: mujeres, hombres jóvenes, ancianos y niños aguardan la llegada del camión con todo tipo de elementos. Aunque la mayoría usa cochecitos de bebé para trasladar los pesados equipos, otros recurren a carretillas o carritos de compras. Los más valientes, en cambio, se cargan la garrafa al hombro y hasta improvisan turbantes con toallas para llevarlos sobre la cabeza.

Si bien algunos consiguen más de un vale mensual gracias a conexiones con Desarrollo Social o con punteros políticos, el camión solo pasa los jueves por Cuenca XV y la única opción de canjear el vale el resto de la semana implica trasladarse hacia la planta que está sobre la Ruta 22. Pero no todos tienen movilidad para llegar hasta el lugar y, según explican los vecinos, el flete es demasiado costoso.

A Marisol Mamaní ya se le enfermaron dos hijos antes del inicio del crudo invierno. Sufrieron neumonía por el frío que su casilla del sector Peumayén no logró atajar. “Se nos gotea todo el techo y nunca nos entregan chapas; dicen que la chapa de cartón se fue a 500 pesos”, explica la mujer, que combate la falta de garrafas con un bin de leña que compra a 1200 pesos.

Antes de que Marisol terminara su frase, la fila se aglutinó contra el portón de la vecinal. Con la llegada del camión garrafero, los vecinos se apresuraron a canjear sus vales y se desparramaron con rapidez.

Nadie quiso perder más tiempo en la obtención de la garrafa, un alivio para el frío que se esfumará demasiado pronto.

350 pesos cuesta la garrafa en los comercios del oeste.

Es el valor más económico que se consigue en esa zona de la ciudad. En otros comercios se vende por hasta $470 y los vecinos temen que el valor aumente cuando empiece el invierno.

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