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La Mañana Mundial

La anécdota del paredón y dos visionarios anónimos en los inicios del Huevo Acuña

Este domingo el neuquino sería titular en la final del mundo. Uno de sus primeros DT y gran amigo, Gabriel Rouret, comparte tres historias increíbles e imperdibles.

En el mismo lugar en el que supo darle indicaciones futboleras y aconsejar al por entonces pichón de crack. Sí, allí donde lo vio colgarla del ángulo una y otra vez con la zurda mágica y comprobó de que llegaría lejos “pero esto era inimaginable”. En el reducto en el cuál lo terminó de convencer a ser futbolista. En la cancha del popular Don Bosco, Gabriel Rouret, uno de los primeros DT de Marcos Javier Acuña y hoy gran amigo del ídolo neuquino, al que marcó positivamente, charla con LM Neuquén.

“Contento por el presente de él. Mirá dónde estamos. Acá en Don Bosco se crió él, fiajte que hermoso mural le hicieron en el frente del club. Allá de arriba del paredón mirando los partidos de Primera, adentro de la cancha jugando con los chicos. La gente del pueblo por ahí te dice ‘es nuestro’ y uno que lo conoce de toda la vida no le cuenta toda la historia pero el orgullo es tremendo”, expresa este prestigioso abogado que con el tiempo forjó una gran relación con Acuña.

Y empieza con las irresistibles anécdotas. Con una que pudo haberle cambiado para bien la carrera al neuquino más famoso. “Yo digo que por ahí los planetas se alinearon para que él triunfara y le fuera bien. Pasaron muchas cosas, como que siempre lo fueron acomodando para lograr los objetivos. No digo el de hoy porque este, de la final del mundo, es inimaginable. Resulta que se nos había desaparecido en un período, un par de meses, porque estaba jugando en Olimpo, un club de barrio donde se había iniciado. Y un día se va la pelota para allá en el entrenamiento y lo veo que está arriba en el paredón. La voy a buscar, me di toda la vuelta y no le quedó otra que hablar conmigo…”, le pone suspenso el hincha de San Lorenzo de Almagro.

“¿Por qué no estás entrenando?, le pregunté. Me dice ‘el martes vengo Gaby, voy a empezar’. ‘No, bajá ahora’, le ordenó. Y me contesta ‘pasa que los chicos se van a enojar porque están haciendo fútbol y no es justo para ellos -los jueves se definía el equipo-. Pero le prometo que voy a venir el martes’. Volvió, se acomodó de vuelta y no faltó más. Son esas pequeñas vueltas de la vida que no sé como hubiera seguido si no hubiera ido yo o él no estaba en el paredón”, reflexiona Rouret.

Quien durante años, ya con Acuña triunfando en Buenos Aires y Europa, mantuvo una cábala junto al héroe zapalino. “Yo le cargaba el celular antes de los partidos, cuando terminaba comentábamos si había jugado bien o no. A mí personalmente me da mucha satisfacción porque aún hoy contesta enseguida cuando terminan los partidos ahora en el Mundial mismo, agradece. El no se da cuenta de todo lo que genera, cuánta gente lo admira”.

2 - Entrenador que a su vez uno de los mejores amigos.mp4

Sonríe al recordar la picardía de su ex dirigido en el penal sufrido frente a Países Bajos y asegura que en sus inicios no hubiera actuado igual. “Fue un penalcito, vamos a ser sinceros, uno lo quiere mucho pero fue penalcito. El sabía que al enganchar lo iban a tocar y cayó. En otro momento acá se levantaba y seguía con la pelota, porque era guapo. Hoy es un profesional nato”.

Para el final, comparte otras dos perlitas históricas imperdibles. “Tenía 7 años. Fuimos a un provincial en San Martín de Los Andes, lo llevamos como refuerzo, él jugaba en Olimpo. En el PT el árbitro toca el silbato, saca la amarilla… Le pregunto al profe, el Hugo Escobar, ¿está loco, por qué lo amonestó?. Termina el primer tiempo, vamos entrando al vestuario, me le acerco al juez y me saqué la duda. ‘Yo no lo amonesté, saqué la tarjeta para anotar el nombre y apellido porque es un fenómeno, este chico va a triunfar en el fútbol’, me dijo. Nos reíamos. Qué visión que tuvo”, destaca a aquel árbitro que sin dudas a partir de hoy intentaremos rastrear y ubicar…

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“Hay otra que me contó el propio Huevo. Un día van a jugar acá a Mariano Moreno, acá a 20 kilómetros. Se le acercó una persona y le dijo que él entendía que iba a llegar muy lejos, si podía regalarle algo. Entonces, a instancias del DT Cubillas, Marcos le regala el pantaloncito. Pasan los años, salen campeones con Racing y hay una fiesta en la Filial de Neuquén y el Huevo va. Se le acerca una persona y le dice ‘vos te acordás que yo te dije que ibas a triunfar en el fútbol’. Y sacó el pantalón. Llevó el pantaloncito, ese que le pidió cuando era un niño y había guardado. Se me pone la piel de gallina”, redondea causando asombro con su relato.

¡A nosotros también nos emociona, Gaby! De película, como toda la historia de Marcos Javier Acuña. De Zapala para el Mundo.

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