La otra pandemia: ¿la ansiedad es una enfermedad real?
Cada vez más expertos sostienen que esta afección no tiene origen cerebral, sino que responde a la vida moderna.
La ansiedad es una emoción normal y sana. Cuando se experimenta con moderación y en los momentos adecuados, incluso puede ser beneficiosa. Pero unos niveles elevados de ansiedad en momentos inadecuados pueden interferir en la calidad de vida de personas. Así es como los profesionales de la salud mental diferencian entre la ansiedad normal y los trastornos de ansiedad.
En definitiva, la ansiedad está pensada para mantenernos a salvo. Es la forma que tiene el cerebro de alertar al cuerpo de que está en peligro y debe ponerse en acción. Según especialistas, si nos encontramos con un león hambriento, la ansiedad debería entrar en acción y cambiar el ritmo cardíaco y la respiración para correr más rápido. La supervivencia dependerá de la capacidad para escapar. En este caso, la ansiedad prepara al cuerpo para actuar mejor.
Las señales de alarma de la ansiedad también evitan que entremos en una situación peligrosa. Por ejemplo, cuando uno se dispone a cruzar la calle es probable que la ansiedad diga que miremos primero a ambos lados para no ponernos en la trayectoria de un auto que se aproxima.
Ahora bien, ¿cómo distinguir las ansiedad reales de las falsas? Es muy probable que las alarmas de ansiedad sean un poco defectuosas, como pasa con la mayoría de las personas. Por eso, es posible esas alarmas suenan cuando en realidad no son necesarias. En el mundo actual lo cierto es que no pasamos mucho tiempo preocupados por huir de leones hambrientos. En cambio, las mayores fuentes de estrés pueden provenir por el tránsito o los correos electrónicos sin leer.
Aun así, el cuerpo humano sigue reaccionando a las luchas de hoy en día como si estuviéramos en una situación de vida o muerte. Puede que sintamos pánico cuando nos invitan a hablar en un escenario. O puede que se nos acelere el corazón en cuanto nuestro jefe dice: "Vení a mi oficina para una reunión ahora mismo".
Por otro lado, demasiada ansiedad o una respuesta poco útil a la ansiedad se convierte en un problema. Una persona con trastorno de pánico puede sufrir un ataque también mientras se encuentra a salvo en su propia casa. O alguien con un trastorno de ansiedad generalizada puede preocuparse tanto que no pueda mantener la concentración. Su productividad podría disminuir, ya que su cerebro le mantiene en un estado constante de alerta máxima.
Distinguir entre estos tipos de ansiedad es fundamental, y para eso no hay nada mejor que recurrir a un profesional.
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