Scaloni pateó el tablero tras la caída inicial y de allí no para de acertar. El neuquino Acuña, clave en el equipo que va de menor a mayor en Qatar 2022 y sueña con la gloria.
De aquel equipo apático e inexpresivo ante Arabia Saudita a este intenso, dinámico y lujoso que pasó por encima a Polonia y ya había arrasado a México en el segundo tiempo. El entrenador Lionel Scaloni pateó el tablero justo a tiempo, metió mano en el 11 y ello se ve reflejado dentro del campo en la evidente mejoría de Argentina respecto a aquel inesperado traspié en el debut ante los asiáticos.
Ahora, volvió a acertar el entrenador del combinado albiceleste con los ingresos de Enzo Fernández y Julián Alvarez, quienes rindieron en gran nivel y hasta generaron el segundo gol que liquidó el encuentro ante los europeos: pase del volante y golazo del delantero.
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Pues bien, parte importante del mejor funcionamiento y actitud del equipo albiceleste responde a la titularidad del neuquino más famoso, Marcos Javier Acuña, quien una vez más demostró que no puede faltar.
Juega con la fiereza y las ganas que lo hacía en el campito de la vuelta de su casa en Zapala. Contagia energía, fervor y optimismo. Aporta en defensa y en ataque. Y hasta se entiende bien con Messi, quien lo buscó bastante seguido y le metió un par de asistencias en el primer tiempo.
Bien por la selección, que va de menor a mayor en la máxima cita y que tiene un cruce de octavos de final ante Australia que no parece de los más complicados.
Bárbaro por el entrenador Lionel Scaloni, que en el peor momento ratificó que no le tiembla el pulso y no se casa con nadie, limpiando a varios históricos de la formación titular. Y excelente por nuestro guerrero Marcos Acuña, al que no le pesa ni la celeste y blanca ni el Mundial. Hay equipo. Hay DT. Nos sobran Huevos. Que pase el que sigue.
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