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Las "mujeres de hierro" que son el alma del Mercado Concentrador

Entran de madrugada y dejan a sus hijos con una niñera. Es un ambiente laboral denso donde se mueven miles de cajones de frutas y verduras por día.

“Laburo hay, el que no labura es porque no quiere. Este trabajo es más de hombres, pero lo aprendemos… si una le pone ganas, sale”, dice Paola Valenzuela a LMNeuquén, luego de arrastrar más de 20 cajones con tomates para el puesto de venta en el Mercado Concentrador de Neuquén.

Son las 8.30 de un jueves y para el mercado de frutas y verduras que abastece a toda la provincia y alrededores, es demasiado tarde. El tiempo vuela, con los clientes que buscan la mejor verdura, a veces a los gritos, entre discusiones y risas. Acá, pocos quieren fotos. A la mayoría no les gusta, y mucho menos las notas periodísticas. Pero de a poco la gente toma confianza y hace una pausa, en un clima donde la negociación y el “regateo” hacen difíciles las relaciones de todos los días.

En este lugar, donde se mueven más de 500 personas todos los días, el rol de la mujer es clave. Es un ámbito asociado a lo masculino, lo rudo. Es levantar bolsas interminables, manejar máquinas pesadas y pelarse, en el buen y mal sentido, con la clientela que está apurada y busca las mejores frutas y verduras para los negocios de Neuquén capital.

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En este escenario, que muchos pisan para las fotos y las recorridas gubernamentales, hace mucho tiempo que la mujer se ganó un lugar, rompiendo todo tipo de prejuicios para llevar un sueldo a la casa. A veces, a costa de un esfuerzo doble.

“Entro a trabajar a la una de la mañana, acá hacemos de todo, desde correr cajones, embalar las papas, las cebollas y mover los pallets que vienen desde 40 a 60 kilos”, comenta la joven, que dice que su jornada laboral se prolonga hasta el mediodía. Es decir, casi 12 horas.

La chica tiene dos hijos y se viene en una moto atravesando todos los barrios del oeste neuquino hasta el Parque Industrial. Y si bien eso forma parte de la realidad de muchos trabajadores, ella tiene que dejar a sus dos hijos al cuidado de una niñera, y en madrugada.

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En el Mercado Concentrador de Neuquén las mujres ocupan un rol laboral clave.

En el Mercado Concentrador de Neuquén las mujres ocupan un rol laboral clave.

“Tengo una niñera, pero si laburás se gana plata para poder pagarla. Acá están los acarreadores, la parrilla, hacés plata con la propina y con lo que te paga el puesto”, dijo la mujer, que trabaja en el puesto Barakat, uno de los más conocidos de los 60 que tiene el Mercado Concentrador.

La vivencia laboral de Paola no es la misma para todas las mujeres. Están las que manejan los autoelevadores, las que trabajan en seguridad en los puestos, las cajeras de cobranzas en las oficinas y las que tienen contacto directo con los clientes, como son las de la comunidad boliviana.

Una de ellas es Olga Caguacires, de 42 años y con cinco hijos, que está hace 18 años en el Mercado Concentrador, y conoce al detalle el movimiento del negocio desde las chacras a las verdulerías.

La mujer es conocida y nadie duda de que es una de las referentes en ese rubro. “Hablá con la mujer de gorrita que es la que sabe todo”, dice un pibe de no más de 25 años, que vive en la zona de parcelas de Centenario y que junto a su pareja ayudan en un puesto de venta en la Nave1 del mercado.

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Olga vive en la calle rural 6 de Centenario, donde con su familia producen en dos chacras. Toda la familia gira alrededor de la economía hortícola, y sus hijos más grandes la acompañan en el trabajo del mercado y otros, en los cultivos de las chacras.

“En mi caso los hijos están grandes, el más chico tiene 17 años, pero trabaja en familia. Yo me vengo al mercado y ellos se van a la chacra a trabajar. A mí me toca el rubro de vender”, explica Olga, durante una mañana más que tranquila del jueves.

El Mercado Concentrador tiene más de 80 puestos de venta y 50 empresas en las dos naves en un predio de 50 hectáreas, donde hay movimiento hasta las 11 de la mañana. No sólo se venden fruta y verduras, sino también carne y hay un sector de bebidas de venta mayorista, con cada vez más auge.

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Ludmila Flores tiene 22 años y es una de las vendedoras en el puesto “El Niño”, en la Nave 2 y es otra de las jóvenes mujeres que trabajan a la par de los empleados con más antigüedad.

“Soy vendedora, acarreadora, hago de todo un poco acá. Para las mujeres sí es pesado, levantamos peso, cajones de cerveza principalmente. Es mucho más pesado que trabajar en un galpón de empaque”, dice la joven, con una libreta en la mano mientas atiende a los últimos clientes, llegando a las 10 de la mañana.

Ludmila vive en Centenario y no tiene hijos, a diferencia de otras mujeres en el mercado. Hace años que trabaja por la recomendación de un amigo y explica que las tareas son exigentes y requieren dedicación.

La joven cuenta que el lunes es el día de mayor movimiento en el mercado y que entra a las 3 de la madrugada. Y que el jueves también es un día complejo, porque la mayoría busca abastecerse para el fin de semana.

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“Los lunes y los jueves son los días de más venta, pero hay días que te quedás mirando las caras como los martes y los miércoles. La gente busca precios y tenemos nuestros clientes, que tratan de comprar en un solo lugar, en vez de pagarle a un acarreador”, comenta Ludmila.

Trabajar en el mercado no es para cualquiera. Requiere poner el cuerpo, mucha dinámica y estar presente para mover rápidamente todas las frutas y verduras que llegan todos los días, tanto de la región como de Mendoza y otras provincias.

“Acá hay más mujeres que hombres trabajando en el mercado. Todos hacen casi las mismas tareas. Vivo sola, por suerte. Pero hay chicas que tienen hijos, que tienen que venir y no se pueden enfermar. Si yo falto los lunes, te suspenden dos días”, dice Ludmila, en un tono de chiste y ni tanto.

La mujer comenta que el secreto pasa por valorar el trabajo y establecer una buena relación con el cliente, que muchas veces no sólo es exigente sino que se detiene en la discusión de los precios, como todo mercado general de alimentos.

“Uno no se levanta bien todos los días así que hay que tratar bien a los clientes y con la mejor cara”, concluye.

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