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Las pulseadas, la disciplina que se abre espacio entre los jóvenes neuquinos

Las famosas pulseadas ya no son un juego: se convirtieron en un deporte que es un boom a nivel mundial, y que suma adeptos todos los días. La historia del joven que en la región lo divulgó y lo hizo crecer; y todo lo que tenes que saber acerca de este peculiar mundillo que en nuestra ciudad tiene a un campeón argentino y a un campeón sudamericano 

En la escuela, Franco Viale era un pésimo jugador de fútbol y peor todavía en el handball. Eso sí, en las pulseadas imbatible. Y eso que era de los más chiquititos del aula. Pero esta habilidad poco le servía, porque en esa época la lucha de brazos apenas era un juego. No había posibilidad de entrenarse, ni de tomar clases con un profesor, ni de practicarlo con regularidad. No había posibilidad de nada. De yapa, las pocas veces que lo proponía como pasatiempos, sus compañeros de curso le decían que era un “fantasma” y que sólo quería hacerse el macho. Pobre, él sólo deseaba practicar la única disciplina en la que se sentía capaz de competir. Hasta que un día la magia sucedió: hace tres años, en plena pandemia, a través de un vídeo en YouTube se enteró que la lucha de brazos no solamente es un deporte, sino que además está atravesando una especie de boom mundial. Lo supo al instante: se iba a dedicar a esto, aunque no hubiese ni un solo luchador en todo Neuquén.

Ahora Franco tiene 22 años y es el máximo divulgador de las luchas de brazos en la región. Tan de cero arrancó, que tuvo que pedirle a su abuelo que le confeccionase una mesa apta para las pulseadas. También se contactó con Santiago Balsamello (único argentino en consagrarse campeón mundial de esta disciplina), quien se predispuso a ayudarlo y a enseñarle de manera virtual. Con semejante padrino, se animó a crear el grupo “Furia Patagónica” (en Instagram tiene 3 mil seguidores), difundir la actividad a través de las redes sociales, y a llevar la mesa a diferentes plazas. Al principio fueron tres luchadores, después seis, después diez, y hoy (si se juntan todos) son más de 150 los pulseadores neuquinos interesados en este deporte que tiene mucho de fuerza, pero que también requiere muchísima técnica e inteligencia, si lo que se quiere es ser un competidor de elite.

“A mí me encantaba y no tenía dónde practicarlo, así que tenía dos opciones: intentaba difundirlo acá o me mudaba a Buenos Aires”, dice Franco, quien optó por la primera de las posibilidades y se convirtió en un referente: “en Neuquén fuimos los precursores. No había nada, y hoy en día somos el único grupo activo en toda la Patagonia”, asegura con orgullo.

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Franco Viale, el impulsor de la disciplina de pulseadas en Neuquén.

Franco Viale, el impulsor de la disciplina de pulseadas en Neuquén.

Como la mayoría sabe, la lucha de brazos es un deporte de fuerza en la que dos competidores se agarran firmemente de la mano, y una vez que el árbitro da la orden de comenzar (“Ready, Go”), cada uno tira hacia un lado (sin levantar el codo), intentando que la mano del adversario toque la mesa. Para emparejar las contiendas, al igual que en el boxeo, el judo o el taekwondo, las categorías son por peso; y se juegan campeonatos de derecha e izquierda, porque claro, cada competidor tiene su mano hábil.

Para triunfar en este deporte no hace falta ser fisicoculturista ni ser tan fortachón o fortachona. Lo principal es aprender la técnica que permita tener el control de cada centímetro de la mano, y realizar un entrenamiento exhaustivo y localizado, que consiste en fortalecer el antebrazo, la muñeca y los dedos. “Podes ser un animal en el bíceps, tener un pecho enorme, espalda gigante, pero si perdés el control de la mano no tenés forma de sacar provecho de todo el resto”, asegura Franco, que trabaja como masajista, y que en esto también saca una ventaja. “Es bastante complementario con el deporte, porque constantemente estás haciendo fuerzas con las manos. Los mecánicos o los que trabajan en el campo, de alguna u otra manera ya están entrenando”, dice Franco.

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Haciendo hasta lo imposible para hacer crecer esta movida, y con total vocación docente, a cada curioso que se acerca Franco intenta compartirle todos sus conocimientos. Sin embargo, muchas veces los egos terminan siendo una dificultad a la hora de enseñar. “Vienen los famosos que nunca perdieron una pulseada, se imaginan que la van a romper, y resulta que se topan con un luchador entrenado y la pasan mal”, explica Franco.

Las que por ahora todavía no sumaron son las chicas. En Neuquén aún no existen las pulseadoras, y en Argentina se cuentan con los dedos de la mano. Según Franco, esto puede resultar una oportunidad para aquellas mujeres que estén pensando en comenzar un deporte nuevo: “al haber tan poca competencia, cualquiera que se adentre en las pulseadas puede llegar a destacarse muy fácilmente”, dice el mentor de Furia Patagónica.

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El banco de pulseadas.

El banco de pulseadas.

Aunque parezcan de otra época (cómo olvidar los combates épicos en el programa de Gerardo Sofovich o la película Halcón de Sylvester Stallone), lo cierto es que las pulseadas parecen estar viviendo una especie de resurrección no sólo en Neuquén, sino también en el resto del país. Tal es así que, según una nota publicada por Télam, la Federación Argentina de Luchas Asociadas (FALA), organismo rector de la lucha olímpica en el país, está pronta a incorporar entre sus disciplinas a la lucha de brazos, lo que entre otras cosas permitirá a sus atletas poder entrenarse en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard). A este ritmo, tal vez no falte tanto para que se convierta en un deporte olímpico. De hecho, la Federación Mundial de Lucha de Brazos solicitó su inclusión en el programa de los Juegos Paralímpicos de 2028. “Yo no tengo dudas de que tarde o temprano este deporte va a ser uno de los más practicados en todo el mundo”, dice Franco.

Pulseadas en el centro neuquino

La hora de la verdad

Es sábado a la tarde. En el Anfiteatro Gato Negro de Parque Central se disputan las instancias decisivas de un torneo amateur de la categoría -75kg. En esta especie de coliseo, son seis los pulseadores que todavía tienen chances de llevarse el premio: seis mil pesos. Hay un parlante a todo volumen en el que suena Evanescence. El público es poco, pero de lo más heterogéneo: hay niñas, niños, veteranos que se llevaron su reposera, hombres y mujeres.

La mayoría de los competidores forman parte del grupo que armó Franco Vital ,“Furia Patagónica”, que tiene entre sus integrantes al campeón sudamericano con mano derecha, Juan Busca; a un campeón argentino en categoría -65Kg, Fernando Pascal; y a Franco, obvio, que ya cosechó dos terceros puestos a nivel nacional y que salió subcampeón en un sudamericano. Pero las estrellas hoy no compiten; hacen las veces de árbitro.

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Arranca la competición, que es a doble eliminación. Los pulseadores se ponen resina en las manos y algunos también en los codos. Entrelazan las manos. El árbitro dice “Ready GO” y los competidores hacen una fuerza descomunal y explosiva. Se resaltan las venas en las frentes y en los brazos. Los cuerpos se contornean para el lado al que quieren llevar a su oponente. Las expresiones faciales dan la pauta que están haciendo fuerza con la cara, con los ojos, con los dientes. Algunas pulseadas duran un segundo. Otras más de un minuto, y Franco cuenta que pueden llegar a durar hasta cinco minutos. Si por algún motivo los competidores se sueltan, el árbitro les ata las manos y la lucha comienza nuevamente.

Una chica filma las pulseadas con una doble intención: por un lado genera contenido para las redes sociales, pero a la vez hace las veces de una especie de VAR. Si surge alguna duda, los árbitros chequean el vídeo.

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El campeonato de mano izquierda lo gana Jürgen Marcano, un joven venezolano que llegó al país hace cuatro años, y que conoció el deporte siguiendo la pasión de su padre, Jorge, con el que juntos se adentraron en este mundillo. “Nos encanta el grupo, la pasamos muy bien, cuando vamos a lugares públicos tratamos de sumar a la gente y de integrarlos, explicándole la técnica y toda la complejidad de este pequeño arte marcial”, dice Jürgen, que tiene 23 años y pulsea por entretenimiento, en los pocos ratos libres que le quedan entre el trabajo y la carrera de Sistemas.

Acá ya empezó a caer la noche. Y mientras espera que el flete pase a buscar la mesa, Franco Viale se anima a soñar. “sería genial que en cada plaza hubiese una mesa para pulsear”, dice y va por más “me encantaría tener un gimnasio enorme en el que podamos entrenar, aprender, mejorar la técnica y tener un colectivo con el que nos podamos ir a competir a cualquier lado”.

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