Marchar con memoria
Una vez más, marchamos junto a las Madres que no dejaron de buscar la verdad y la justicia.
Una vez más, como todos los años, allí estuvieron, caminando, muy lentamente –por la edad- pero con pasos firmes, con sus pañuelos blancos sobre sus cabezas, ese ícono emblemático de lucha y resistencia que también representa el abrazo de sus hijos desaparecidos. Lo hicieron y lo hacen acompañadas de miles de personas, muchos de ellos jóvenes.
No dejaron de caminar durante más de cuarenta años, y lo hicieron debajo de los cielos más oscuros y guiadas por el resplandor de la ausencia de sus hijos/hijas desaparecidos. Con su andar, no dejaron de buscar la verdad, la justicia. En cada paso construyen memoria.
Exigen justicia, hace 47 años lo reclaman, lo gritan, y no hay nada que las haya hecho callar, parar, ni la muerte de sus hijos, y de sus otros hijos, los 30 mil. Nosotros también marchamos todos los años junto a ellas porque nos enseñaron el camino.
Como no reconocerlas, como no medirlas por su epopeya, por ese coraje que tuvieron en los tiempos más crueles de la dictadura militar. Como dijera el escritor e historiador Osvaldo Bayer: las Madres son el triunfo de la ética. Por eso seguimos marchando y lo hacemos y haremos, siempre, con ellas. Allí están estas mujeres, algunas con más de 90 años, que dedicaron su vida a buscar justicia por sus hijos desaparecidos, por sus nietos, y aún así no obtuvieron nunca una respuesta. Son un ejemplo de la lucha, de la dignidad.
Ayer, en las plazas, en las calles se hizo memoria, se volvió a repudiar a la dictadura cívico militar y a honrar el recuerdos de los desaparecidos en el marco de estos 40 años de democracia ininterrumpida que también debemos defender.
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