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"Mi amigo se murió ahogado por salvarme, me siento culpable"

El desgarrador testimonio de Kevin tras la tragedia de la Isla Jordán en la que falleció Samuel Díaz, de 22 años. Quien era la víctima y la colecta para trasladar el cuerpo a Salta.

No se puede quitar de la cabeza la traumática imagen de su gran amigo pidiendo ayuda desesperadamente, gritando “me ahogo”. Admite, incluso, que “me siento culpable” porque Samuel Díaz, el joven de 22 años que se ahogó en el Río Negro en las últimas horas, perdió la vida por intentar “salvarme”.

Mientras se pone al frente de la colecta para trasladar el cuerpo -de quien también era el novio de su prima- a su ciudad natal Jasimana, Salta, Kevin confiesa a LM Cipolletti detalles estremecedores de lo sucedido en la trágica jornada del domingo en la Isla Jordán.

Es quien toma el teléfono cuando Gisela, la novia de Samuel, se quiebra y no puede seguir la charla con este medio. “Está mal ella. No puede hablar. Estamos con una colecta, necesitamos ayuda. Al principio nos pedían $1.100.000 de pesos, logramos bajar el costo y estamos cerca con la ayuda de mucha gente. Nos faltaría un poquito más de colaboración”, explica de entrada y deja el siguiente CBU para tal fin: 0000003100050539564706, a nombre de María Gisela Jael Escalante.

Luego sí, comienza con su testimonio desgarrador. “Lo conozco desde chico, siempre compartimos cosas, de hecho ahora vivíamos a dos cuadras en Fernández Oro. Yo vine el año pasado y ellos, con mi prima, se vinieron hace 3 ó 4 años. El trabajaba en la construcción en Neuquén y ella en Oro en una tienda, en un supermercado. Se vinieron de allá con muchos sueños”, lamenta y se le hace un nudo en la garganta.

Ese domingo trágico “Samuel trabajó, porque se estaban pagando un autito y tenía deudas”. “Vino del laburo y tipo 15 me dijo ‘vamos al río’. Fuimos como cualquier finde, no habíamos tomado. Había risas, ganas de pasarla bien, a la orilla del río en la Isla Jordán”.

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De repente, la felicidad dio paso a la pesadilla, mientras estaban en una zona que no está habilitada como balneario. “En un momento viene un remolino y nos tira a lo más profundo, yo fui el más afectado, me estaba yendo… El cortó un palo y por ayudarme cayó al agua. Logré nadar hasta la orilla y con el miedo que tenía no podía reaccionar. Era gritar yo y mi novia, que también estaba”.

En la parte más dramática del crudo relato, recuerda: “Fue muy fuerte cuando lo vi gritar ‘ayuda, me ahogo’. Lo vi que respiró la última vez y ya se perdió en el río. Estoy muy mal, trato de estar tranquilo y por ahí me vuelve la imagen de verlo ahogándose, pidiendo ayuda, no me imagino como pudo ser, alguien tan bueno. Me quiso ayudar, por ahí me siento culpable”.

Asegura que ambos desconocían los riesgos y las prohibiciones. “En invierno habíamos ido por primera vez y no nos habíamos tirado. No sabíamos que era tan profundo”, asegura hasta con ingenuidad.

“Era una buena persona, bien carismático, tenía banda de amigos. Le gustaba el fútbol, jugaba muy bien y era buen compañero. Mi hermano lo ayudó para que se viniera a la región”, define a Samuel con afecto.

“Por último agradecer a la gente que colaboró y puso su granito de arena, saber que no estamos solos. Yo estaba intentando salir adelante, quería poner mi peluquería, hice un curso pero con esto se me fueron las ganas de todo”, revela en un triste final.

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