Lucas, el carismático "cordobés", limpiavidrios en el semáforo de Circunvalación y Ruta 65. Llegó hace dos años y se enamoró de la región y su gente. Sueña con casarse y traer a su pareja a la ciudad. Su imperdible relato.
Arde la ciudad en un marzo atípico por las elevadísimas temperaturas y allí, en pleno cemento, el calor pega más fuerte. El fastidio se advierte en los automovilistas que no ven la hora de que el “eterno” semáforo de Circunvalación y Ruta chica se ponga en verde de una vez y llegar a casa tras otra jornada agitada.
Algunos pocos lo ignoran a él: ni bajan la ventanilla y se mantienen firme en su rotundo “no” inicial. Pero son muchos más los que ceden ante el carisma, la alegría y la “parla” de Lucas, el limpiavidrios de esa intersección, que pese a todo suele ingeniárselas no sólo para que lo autoricen a mejorar la visión delantera de los vehículos sino que hasta consigue arrancarles una sonrisa a los conductores y acompañantes.
“Trato de ponerle la mejor onda. He estado limpiando vidrios lloviendo y la gente dice ‘mirá este loco’. Y si van serios hago algún chiste o cuento alguna anécdota de las tantas que he vivido y les cambia la cara”, explica a LM Cipolletti, este esforzado personaje que llegó hace apenas dos años pero ya se metió en el bolsillo a decenas de vecinos.
Incluso en más de una ocasión se cuelga en el cordial intercambio con los ocupantes de un auto y así se le escapan potenciales clientes al Cordobés, como conocen popularmente al dueño de una historia dura, con “infancia complicada, sufrida”. Y que desde su humildad tiene en claro sus objetivos de vida: “casarme con mi novia cordobesa, venirnos todos acá y que mis hijos no pasen lo mismo que yo…”.
“Hay una frase de la Mona Jiménez que dice ‘si el dinero vuela pronto, y estar contento cuesta poco, sonreí, lo bueno va a venir…”, cambia el chip y expone uno de sus latiguillos estratégicos quien maneja la calle como ninguno.
Trabaja y vive en la calle
Mientras busca poder alquilar algo, duerme en la calle. No es nada nuevo para él. “Estoy parando en la calle, cosa que he hecho desde chico, pero vamos a ver qué pasa ahora con el frío, si me la banco -risas-. Estos días han sido bastante dramáticos en lo económico: fui a alquilar una pieza de Hostel y me salió 9.800 la noche, más lo que uno come, todo… Por ahí un día o dos días malos te parten al medio”, admite los inconvenientes de dinero.
“Así que parando en el descampado de atrás, tengo, colchón, frazada…”, agrega Lucas, adaptado a las circunstancias que lejos están de ser las ideales. Pero rendirse jamás para él.
La camiseta de Nueva Chicago que luce al momento de la nota puede confundir. Claro que bastaba escuchar su tonada para detectar su procedencia. “¡Soy hincha de Instituto, de La Gloria, papá! Me regalaron en el semáforo también la de Central, la de Cipo, al que suelo ir a ver”, aclara con una sonrisa.
Recorrió muchas ciudades del Sur, incluso turísticas, pero finalmente escogió Cipolletti para afincarse: “Dos años en la región. Conocí todo el Sur, Bariloche, Villa La Angostura, El Bolsón... Vi una linda oportunidad de progresar y me quedé. Me gustan los espacios verdes, es otra vida acá”.
La calidez de los vecinos locales no deja de sorprenderlo y también lo atrapó. “La gente de acá se pone la re 10. Pasan hasta con vianda, camisetas de fútbol de regalo, en invierno con camperas. Me tratan re bien. Es más, cuando me fui a Córdoba, de regreso me veían y me gritaban desde los autos, ‘¡eh volviste cordobés, te extrañábamos. Eso en mi provincia no pasa”, destaca este laburante que en sus pagos vendía “panes caseros, saborizados, facturones junto a mi viejo, tengo hornos allá”.
Al repasar su experiencia laboral en la zona, recuerda: “Al principio vendía bolsitas de residuo en este semáforo. Se complicó porque aumentaron el precio, traían pocas, así que agarre el limpiavidrios. Gracias a Dios por lo menos puedo comer y sobrevivir en esta época que está difícil”, celebra.
Sobre el divertido ida y vuelta con los conductores, tira: “Les digo, hermano no vas viendo, ¡vas espiando! Te lo limpio. Me dicen no tengo plata, entonces le contesto, ‘no hay drama, dejá, no hay problema por la plata...’ Mi vieja me enseño que hay algo que no cuesta nada y vale un montón y es ser buena persona. Así que se los limpio igual, por ahí cuando tienen me dejan, lo hago siempre de corazón y la mejor onda. Y eso es lo que le gusta a la gente”.
Las temperaturas extremas lo tienen a maltraer, expuesto como está, en la vía pública. “Al principio padecí un montón el clima. Me salían ampollas en el pie del calor, entre el sol y el asfalto. Pero después uno se acomoda y acostumbra. Igual sufro más el frío, porque el calor lo zafo con el canalcito de acá y te refrescás un poco. Con el frío se complica bastante más”.
Respecto a la recaudación confiesa que un “día malo hago 4 lucas, día bueno puede ser el triple". Garra no le falta: "Le pego desde 9 de la mañana hasta que corten los semáforos a la noche".
¿Quién es el cordobés? “Un buscavida, quiero salir adelante. La gente me pregunta por qué trabajo tanto. De chico todos me decían ‘no, no tengo para darte’. Sé lo que significa no tener. Siempre dije que voy a trabajar para que mis hijos no tengan que pasar por lo mismo. Que tengan su casa, sus cosas, como toda persona digna… Para eso me esfuerzo desde ahora, trato de hacer la diferencia que acá se gana un poco más. Quiero casarme en Córdoba y traer a mi novia y vivir acá en familia. Qué más puedo pedir”.
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