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La Mañana cuarentena

Cuarentena: vivir el encierro siendo solo

La cuarentena no solo se ve en las calles vacías. Tres personas narran sus hábitos, miedos y reflexiones desde la soledad de su encierro.

POR EZEQUIEL MAESTÚ - [email protected]

"Últimamente los días y las noches se parecen demasiado", dijo Gustavo Cerati una vez. Ahora lo repiten aquellas personas que pasan la cuarentena en soledad. Gente de todas las edades se enfrenta a sus propias virtudes y a sus propios temores, en un día al que le sobra mucho tiempo para pensar.

LM Neuquén reconstruyó el día a día en cuarentena de tres personas de distintas edades. Sus nuevos hábitos, sus temores y sus reflexiones forman parte del imaginario social que quedará en el recuerdo por el resto de la historia.

Encierro y juventud

Victoria tiene 26 años y aprovecha la cuarentena para levantarse cuando no tiene más sueño. Las persianas cerradas y la calma del barrio, además de no tener que ir a trabajar, son una buena excusa para dormir lo que no puede en un día normal. El desayuno no se negocia, así implique almorzar en el horario de la merienda. Lo que tampoco se negocia es hacerlo por video llamada con amigos o amigas. "La fija de las comidas es hacerlas mediante videollamada, porque son los momentos en los que más sola me siento y necesito una compañía", contó a LMN.

Se peina su fleco recto, lo mira, lo recorta y hasta se anima a la tintura en casa. Incluso, como muchas otras personas, juega en la cocina a hacer nuevas recetas que, fuera de la cuarentena no entraban en el menú habitual. También es un buen momento para sentir nuevos aromas y sabores. "Empecé a comer cosas que pensaba que no me gustaban porque era lo único que tenía y no me daban ganas de salir a comprar", agregó entre risas.

Es profesora de educación física, por eso no pierde la costumbre y la necesidad de hacer ejercicio en casa. Ya sea con pesas o abdominales, como también poniendo hip-hop e improvisando alguna coreografía. Aunque viva en un pequeño duplex, las cuatro paredes no son excusa para quedarse quieta. Pero claro, nada se compara con poder salir a una plaza o ir al río y poder poner los pies en la tierra: "No solo extraño mucho el contacto humano, también extraño tocar el piso. Poder sentir la tierra en los pies. Acá tengo un patiecito pero es de cemento y además es en un primer piso".

Las horas encerrada, entre videollamadas y series las pasa con su gata bebe, que llegó a su casa hace poco menos de un mes, como sabiendo que iba a acompañarla en el encierro. Ella mira, desde abajo, como Victoria pinta una lengua de los Rolling Stones en una madera para hacer un cuadro.

Sin embargo, el tiempo corre lento y, a veces, aunque se hagan tantas cosas en el día, la ansiedad por no saber cómo va a terminar esta situación le nubla la mente. Cuando eso pasa, la tristeza la invade y no se niega las lágrimas. “Es normal que a veces te agarre un bajón, es necesario acostarse y llorar un rato, porque no podemos estar bien todo el tiempo. Pero cuando se que no estoy muy bien o que quizás esté muy bajón, hago videollamada con algún amigo y ahí la zafo”.

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No se duerme temprano nunca y los sábados se hace una comida más acorde al fin de semana, una pizza o papas fritas mientras se toma una cerveza o un vino y charla con alguien por WhatsApp. No es del todo verdad eso que los fines de semana no se disfrutan y no se aprovechan para hacer cosas distintas, aunque claro, no es lo mismo que poder ir a un bar o a una fiesta.

Reencontrarse en el tiempo

A unas pocas cuadras de allí, y con veinte años de edad de diferencia, Marcelo también intenta crear su propia rutina. La alarma suena a las 7, media hora más tarde que lo habitual porque ahora no lleva a su hijo a la escuela. Pone la pava eléctrica que le avisa con un “tack” cuando el agua hierve y desayuna brevemente mientras escucha las noticias.

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Las mañanas son de las tareas administrativas que realiza en un centro de salud de la ciudad, como no es médico, trabaja desde su casa e intenta implementar nuevas formas de trabajo, en una modalidad que no es la que acostumbran. "Me gusta aprovechar el tiempo y ver que nuevas alternativas y herramientas puedo encontrar para un mejor desarrollo. Eso me mantiene entretenido hasta las 14", contó a LM Neuquén.

Ahí llega el momento de la cocina y aunque no tenga la heladera muy llena, no faltan ideas. El pan casero es algo que no le puede faltar y no es que sea un experto, sino un aficionado de los panificados en tiempos de cuarentena.

La siesta tampoco se negocia, aunque trata de hacerlo con alarma para no perder noción del tiempo y se levanta a hacer la rutina que le manda su entrenador, Daniel desde San Martín de Los Andes. Le manda las actividades por medio de una plataforma de streaming y hace una hora y media de ejercicio. “Es lo que me hace estar entretenido gran parte de la tarde”.

Sin embargo, fuera de la rutina, el tiempo libre apremia y es un buen momento para ordenar su departamento y hacer arreglos “que lo dejen mas lindo”. Además aprovecha para acomodar los placares: "Ordeno la ropa, me di cuenta que tengo muchas cosas que no uso y que hay gente que las necesita, así que me puse a armar bolsas con pantalones, remeras y camperas para regalar".

Netflix parece ser un denominador común en la cuarentena, sin importar la edad de las personas, la plataforma aparece en las noches para acompañar el encierro con una serie. "Trato de no ver mucho los medios, porque si no me mata el virus me mata el tele. Soy mas de escuchar música, porque me encanta y te da un estado de ánimo que te lleva más allá de tu realidad. Está bueno porque son estados variables, puede ser alguna electrónica que te pone alegre o algo más melancólico", agregó.

Lo que más extraña es el contacto con sus hijos y después sus afectos, a los que nos ve hace dos semanas. Sin embargo, aunque hay otros antecedentes a nivel mundial, la situación de pandemia no es algo que haya vivido en sus 50 años y lo hace reflexionar sobre algunas cuestiones.

"Ahora me voy a replantear la situación y aunque no me guste Buenos Aires voy a tratar de ir a ver a mi vieja dos veces al año. Me replanteo también las cosas que son efímeras en mi vida y me sacan mucho tiempo y ahora me doy cuenta que prefiero darle mis horas a las personas que realmente quiero", contó.

Además, reflexionó: "Me di cuenta que pierdo mucho el tiempo con boludeces y no le dedico tiempo a mis amigos, a tomar mates, un café, una cerveza o simplemente tener una buena charla".

Las noches lo agarran cansado y no suele acostarse tarde, lo que si hace, todas las noches antes de dormirse es rezar, por los que están sanos y por los que están enfermos. La fe, en tiempos de cuarentena, no se negocia.

Volver a las viejas costumbres

Los días de Vilma cambiaron en muchos aspectos pero no altera la calma que ha logrado conseguir en sus más de 70 años. Levantarse temprano es una costumbre que la pandemia no le va a poder sacar. Desde las 7 está arriba tomando mate y escuchando la radio que le da la síntesis de comienzo de día.

Si el sol acompaña, va a su reposera que tiene en el patio y se lleva la pava. Busca en alguna menta escondida entre las plantas unas hojas para saborizar su mate y lo prepara con yerba suave. A veces sentada, otras mientras riega las plantas aprovechando que la mañana es el momento con mayor presión de agua.

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Si bien la rutina del día a día la acompaña, la cuarentena la ha hecho intensificar algunas situaciones, como repasar el baño dos veces por día y desinfectar la cocina con más frecuencia.

Después de cocinar se recuesta un rato para descansar la pierna que tiene operada. Si cocina carne o algo elaborado se asegura de hacer de más para que le quede para la noche. “Ahí es cuando veo algo en la tele y escucho radio otra vez para seguir manteniéndome informada. No puedo evitar escuchar noticias en estos tiempos, aunque también me pongo música”, contó a LM Neuquén.

Los momentos que antes eran de nietos o amigas ahora los pasa ordenando estantes y alacenas. No sale y no quiere que vayan a su casa, por lo que, ahora, la ayuda en las tareas las da por videollamada. A veces las nietas las llaman pidiendo ayuda en algún ejercicio de historia o matemática, es que saben que nunca va a renunciar a su oficio de maestra. "Algunas cosas se me ponen más complicadas y me llevan más tiempo, pero lo investigo y se resuelve", dijo.

El encuentro virtual con las amigas tampoco falta. Además de las charlas o de los "me voy a hacer un mate, que lastima no poder compartirlo con vos”, se pasan ejercicios para mantener la memoria despierta o rutinas físicas para mantenerse en movimiento. "Con esto de que todas manejamos celulares o Whatsapp se hace fácil poder mandarnos cosas", agregó.

La computadora la ayuda también para elegir sus lecturas, que no son todo noticias, claro. Aunque su afición por la política le hace pasar horas examinando las decisiones de los distintos partidos y analizar la situación del presidente en este momento. "Es una situación bastante inédita, pero creo que esta tomando buenas determinaciones", detalló.

Algunas noches se desvela y se toma un té con galletitas para volver a dormir. Mientras tanto reflexiona sobre el comportamiento de la sociedad: "Analizo cómo se mueve la sociedad y veo lo deteriorado que está el grupo social desde antes del coronavirus”.

Guerras, dictaduras y, ahora, una pandemia, viajan entre los recuerdos de Vilma, que se siente habilitada a contrastar las realidades sociales de los momentos históricos. "Como he vivido muchas realidades, la calma me pone a reflexionar y me gustaría que hubiese una vuelta a las buenas costumbres, al respeto entre las personas. Que podamos confiar en el otro, en los vecinos, como cuando me crié en un pueblo, que podíamos andar libremente en todos lados. Las relaciones eran buenas, no teníamos los robos, ni la mala gente deambulando, ni las malas actitudes que hay ahora", contó.

Además, se lamentó que "es una pena que no podamos aprovechar la tecnología y los avances para mejorar nuestra calidad de vida. Tenemos que aprender a ser una sociedad más solidaria".

Por las tardes, pasadas las 20, el silencio en el que está sumergido la ciudad le permite escuchar los pasos en falso de quienes no respetan la cuarentena y tienen que ser advertidos por la sirena de la policía que es acompañada por el ladrido de los perros.

"Me altera que la gente no respete lo que se le ha pedido. Cada uno hace lo que se le da la gana y no es por necesidad. Gente de mediana edad haciendo colas en los supermercados con niños. Me gustaría que recapaciten y entiendan que lo del coronavirus no es broma", concluyó.

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