La cuestión habitacional dejó de ser emergencia para tornarse en un drama en una provincia rica.
Para la gente que no tiene vivienda propia en Neuquén, la urgencia ya no es solamente juntar el importe del aquiler, sino el de las expensas que, en el caso de los edificios de mayor tamaño, acusaron un aumento interanual que orilló el 90 por ciento. Claro, los reajustes de los alquileres tampoco se quedaron atrás. A ese ritmo, parecería no haber paritaria que alcance para evitar los severos deterioros del poder adquisitivo del salario.
La cuestión de los alquileres, azuzada por enormes distorsiones provocadas por la inflación, pareció ocultar estos días el verdadero problema habitacional en la provincia donde el asunto dejó de ser una emergencia para tornarse en un drama.
Más allá del ejido capitalino, el problema no deja de tener matices no menos graves como el que se vive en localiades turísticas como San Martín de los Andes y Villa La Angostura, solo por mencionar las dos más importantes. En estos enclaves, los propietarios prefieren los alquileres al turismo antes que a los locales que precisan una vivienda.
Lamentablemente, este es otro indicador de la crisis que no parece ser tenido en cuenta por las estadísticas oficiales que dan cuenta de una exitosa temporada de ocupación turística. Si bien el turismo es una industria necesaria para la economía provincial, lo cierto es que el problema no se puede ocultar. No debería, antes de que sea demasiado tarde, al menos en ambas localidades.
A poco de las elecciones de abril, la cuestión habitacional no parece haber prendido entre los candidatos en liza, que, como suele ocurrir en estos casos, no dejan de ir a contramano de las verdaderas urgencias de la provincia.
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