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Junio asoma como el mes más duro para las pymes

En Neuquén, deben renegociar los sueldos de miles de trabajadores que están en su casa. Mantienen un tironeo por la deuda atrazada con las operadoras.

POR ADRIANO CALALESINA - [email protected]

Junio de 2020 será recordado como el “mes negro” para las pymes neuquinas. En medio de una crisis en el contexto del coronavirus, el intento de reactivar la industria hidrocarburífera de la baja del precio del crudo y una cadena de pagos que está virtualmente quebrada, cientos de empresas intentan pasar el invierno sin cerrar las persianas y pagando los sueldos.

El tema urgente es cobrar las facturas pendientes a las grandes operadoras, sobre todo a YPF, que tienen más de 90 días de atraso y que son una suerte de bache financiero que imposibilita pagar los salarios en algunas compañías al borde de la asfixia.

Hay un dato clave: según la Cámara Empresarial de la industria Petrolera y Afines de Neuquén (Ceipa), unas 13 empresas pyme -que absorben una buena parte del mercado- tienen facturas a cobrar por unos $500 millones. Ese dinero solo será destinado al pago de proveedores y sueldos.

El debate por estos días es de ida y vuelta –y por teleconferencia- entre las cámaras pyme y las operadoras para buscar una salida inmediata a la crisis que permita pasar el invierno con el menor sobresalto posible. Es sabido que las operadoras están pidiendo una quita del 30% de las deudas que tienen con las pymes para empezar a negociar el pago de esas facturas. Pero esta propuesta está bastante lejos de ser convalidada, a juzgar por los comunicados de Ceipa y la Federación de Cámaras del Sector Energético de Neuquén (Fecene), que están pidiendo a gritos poder financiarse para salir a flote en estos meses.

En estos días están pasando dos situaciones complejas: la primera es que se vence el acuerdo entre las cámaras petroleras y los sindicatos para que más de 20.000 trabajadores puedan estar en la casa –por la baja de la actividad- y cobrando un 60% del salario; y la segunda es que desde que comenzó la pandemia del COVID-19 y el arrastre de la crisis por el precio del crudo, muchas pymes se están descapitalizando.

Para graficarlo mejor, algunos empresarios pymes de la región dieron su testimonio. “Nos estamos gastando la renta del año pasado, algunos están vendiendo herramientas, tráileres. Si no hay actividad, no podemos facturar ni cobrar”, sentenció un empresario en diálogo con +e.

La descapitalización de las pymes viene desde hace tiempo, con altas y bajas. Pero se sintió con fuerza a partir de marzo, al no poder facturar servicios a las operadoras. Durante marzo y abril, subsistieron con el dinero cobrado a 90 días por servicios prestados en diciembre, antes de la pandemia.

El esquema que aún no cierra es el siguiente: a pesar del precio sostén del barril Brent a 45 dólares, aún falta que se recupere la demanda de combustibles, y los servicios que se facturen en estos meses de invierno recién podrán cobrarse en agosto o septiembre. En estos momentos, un eternidad para el clima de urgencia.

Pero en junio el panorama es grave, a pesar de la ayuda nacional del programa Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) que benefició a 63 empresas neuquinas del sector hidrocarburífero para pagar hasta el 40% de los salarios.

“Creo que vamos hacia un rediseño de gestión de proveedores por parte de YPF, que es la principal operadora con la que se está renegociando. Se está analizando no la tarifa, sino los servicios que se van a prestar”, sostuvo Gonzalo Echegaray, secretario de Relaciones Institucionales de Ceipa.

Para las pymes, soportar un 30% de quita en el monto de las facturas a cobrar es ingresar en un esquema inviable, según entienden desde Ceipa, una cámara que agrupa a cerca de 90 empresas de Neuquén. “Una pyme está manejando un 8 por ciento de rentabilidad, y ese porcentaje de quita es trabajar a pérdida”, indicó Echegaray.

Desde esa cámara acordaron un esquema para que las pymes puedan soportar estos meses en la pandemia. Se trata primero de pagar en término los salarios, después parte de la cadena de proveedores esenciales y, por último, las entidades crediticias y los impuestos nacionales y provinciales.

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