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Informe especial | "Uno no nace violento, es una conducta aprendida"

Unos 200 hombres asistieron al Dispositivo de Atención a Varones.

Por Carolina Diocare/Agustina Benatti - [email protected]

Como respuesta a la gran cantidad de hechos y denuncias por violencia de género en Neuquén, desde hace poco más de un año funciona en la ciudad el Dispositivo de Atención a Varones (DAV) como un espacio para poner en jaque la masculinidad hegemónica y deconstruir violencias al igual que los estereotipos, roles y prejuicios impuestos socialmente de forma binaria (hombres y mujeres), que las refuerzan.

Los profesionales del DAV puntualizan la importancia de entender la asistencia de quienes ejercen las violencias como una de las principales herramientas para erradicarlas y desnaturalizarlas, trabajando coordinadamente con otros centros y organismos que asistan a las víctimas. Así lo contaron a LM Neuquén Cinthya Surber, Franco Mogetta y María Angélica Riquelme, que forman parte del equipo.

-¿Desde cuándo funciona el DAV y cómo está conformado el equipo de trabajo?

María Angélica Riquelme: En junio de 2018 se formó este espacio como consecuencia del doble femicidio de Karina y Valentina, en Las Ovejas. Lo veníamos planteando desde una comisión interinstitucional e interpoderes, para monitorear la implementación de la Ley 2785 (Violencia Familiar y contra las Mujeres) en toda la provincia. Empezamos a instalar la necesidad de mirar a los varones, que son mayoritariamente los denunciados por ejercer las violencias, y no había muchos de estos espacios. Ya habíamos presentando una propuesta, pero no pasó nada, se desempolvó después del doble femicidio. En ese momento, el entonces ministro de Ciudadanía Gustavo Alcaraz nos convocó para poner en marcha este dispositivo. Hoy somos 13 profesionales de la psicología, del trabajo social, de la sociología. Tenemos una abogada y un operador.

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-¿Todos los varones que llegan están judicializados?

Franco Mogetta: No todos. La gran mayoría sí, pero también hay un gran número de varones que se acerca por interés propio, intentando a veces hacer algo respecto de sus parejas actuales, como una especie de ultimátum.

Cinthya Surber: Incluso algunos llegan recomendados por amigos.

-¿Cómo funciona?

F.M.: Se comienza con lo que se llama un proceso de admisión, que consiste en una serie de entrevistas individuales a cargo de una dupla psicosocial. En esas entrevistas vamos reuniendo información, al mismo tiempo que vamos intentando que se vaya modificando esta demanda que viene medio impuesta y que aparezca una demanda más particular, pensando que esto les puede servir para otra cosa. Es cierto que en esas entrevistas se intenta despejar algunas cuestiones que dificultarían el posterior ingreso a un espacio grupal de los varones.

El proceso psico-socio-educativo se lleva a cabo como un proceso grupal, con talleres semanales de dos horas de duración por alrededor de un año. En muchas ocasiones hay una gran adherencia a este espacio, el pasar de la idea de “che, ¿esto cuándo termina?” a “¿puedo seguir viniendo después?”. Lo cierto es que no todos los varones ingresan y pasan a la instancia grupal, solo una pequeña cantidad. Llevamos 200 intervenciones desde el inicio.

-¿Actualmente cuántos varones están participando?

M.A.R.: En este momento hay varios grupos (que vienen) cuatro días a la semana y un grupo que está por implementarse en Senillosa, por el DAV y una trabajadora social del hospital de esa localidad. Hay un alto porcentaje de varones que están transitando espacios grupales, otros que ya terminaron el proceso y esos varones están siendo acompañados cada 15 días con alguna entrevista para ver cómo están. También hay otros que preguntan “¿y después de esto qué?”. Si está esa pregunta, una dice fantástico, y ahí sí es mejor que acceda a un espacio terapéutico individual porque se está preguntando cuestiones que ya no tienen que ver con lo que dio origen a su incorporación al DAV, sino con otros aspectos de su vida, como relaciones con sus hijes.

-¿La paternidad también es un tema de trabajo?

M.A.R.: Es un tema central. Paternidad, sexualidades, violencias, ciclo de la violencia…

C.S.: Se trabaja mucho en la infancia también, cómo eran sus vínculos paternales y maternales. Ahí es básicamente donde se empieza a construir esta masculinidad que es la que tratamos de poner en cuestión acá en el dispositivo.

M.A.R.: Entran en juego los modelos de cada uno, lo que traemos de nuestros espacios primarios y referenciales, que muchas veces después las instituciones refuerzan. El tema de conectarse con la historia de origen tiene que ver con que muchas veces en ese proceso de socialización al varón se lo va reprimiendo en su mundo emocional. Para ser hombre tiene que negar sus emociones. Entonces, hay una alta probabilidad de que repita el modelo. Si el varón puede conectarse con su historia de origen y con esos sufrimientos, donde también hay varones con los que tiene que encontrarse que generaron miedos, violencia física, humillaciones y diferentes tipos de padecimientos. Es que también se empiecen a encontrar con ese padre ausente, donde no hubo ternura, donde estos varones siguen insistiendo en replicar esas figuras.

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-¿Han tenido algún tipo de desafío o prejuicio antes de empezar los tratamientos?

F.M.: De prejuicios estamos llenos, no me faltan. Ingresar en este campo de trabajo fue un desafío, fue ponerme a estudiar, leer, escuchar mucho a mis colegas, compartir experiencias y formas de entender estas cuestiones. Sacarle el velo de pensar que hay cosas que son “así” y entender que detrás de eso hay un sistema de valores y creencias que justamente se ocupa de que todo siga siendo de esa manera.

M.A.R.: Cada situación es particular, es singular. Si bien es un espacio donde solo trabajamos con varones que han tenido algún tipo de conducta en relación a las violencias, cada situación es un desafío, es una oportunidad y es un tiempo individual. Es un desafío permanentemente. Nosotros trabajamos con una premisa básica que es que nada justifica la violencia, absolutamente nada. Los varones que ejercen violencia tratan de buscar algún justificativo que avale esa conducta, ahí tenés que estar muy atenta para volver siempre al plano de la responsabilidad.

Tratamos de que la historia de origen tampoco se use como justificativo de su conducta actual. Por muchos años se intentó justificar las violencias a partir de la psicopatología, las adicciones, el desempleo, se pensaba que la violencia se producía en las clases menos favorecidas económicamente. Todo esto ya está absolutamente superado.

Creo que hemos avanzado mucho más las mujeres que los varones. Si hubiese sido en paralelo la deconstrucción de la masculinidad hegemónica con el empoderamiento de las mujeres, hubiese sido un cambio muy importante. Esto lo planteaba también Rita Segato hace poco cuando vino a Neuquén, hay una cuestión muy primitiva que tiene que ver con que cuando se cuestionan los privilegios de la masculinidad hegemónica hay una reacción. El varón ha construido su masculinidad pensando que estaba en un lugar seguro, en un lugar de poder naturalizado.

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-¿Qué evaluación hacen de todo el período trabajado?

M.A.R.: Para los varones que sostienen su espacio en el DAV el pronóstico es sumamente favorable. Acá los profesionales acompañamos, pero el trabajo lo va haciendo cada uno en este espacio. Nosotros vamos teniendo indicadores de evaluación de ese proceso, cómo se va preguntando, cómo trae reflexiones, si hubo nuevas denuncias o no, si sus parejas o ex parejas están recibiendo acompañamiento. Por eso trabajamos mucho en conjunto con la fiscalía, con el fuero de Familia, con todas las instituciones, porque trabajamos con el varón y su contexto social. Tratamos de que sea una mirada integral de cada situación, de procesos. No damos “altas” porque no es un espacio terapéutico en el sentido más clásico de la palabra. Se pueden modificar conductas y construir desde otros lugares.

-¿Todos los varones se pueden deconstruir?

C.S.: La deconstrucción es un proceso muy amplio y largo.

M.A.R.: Por ahí como dice Cinthya, la violencia física es la que más se ve, si un varón deja de golpear, de amenazar… Pero después hay una serie de cuestiones que tienen que ver con los micromachismos o con las violencias simbólicas, que es a largo plazo y hay algunos que nunca lo logran. Es cómo se construyen las subjetividades. Se logra a medida que va teniendo un registro activo y va modificando, eso es lo importante. Siempre somos bastante optimistas en los procesos. Estuve 12 años trabajando con varones en el Servicio de Prevención de Violencia, que fue el primer espacio que hubo de atención a varones en la provincia, y vi procesos excelentes.

Me acuerdo siempre de un taxista que me quedó muy grabado, que ya no tenía que cumplir ningún tipo de exigencia judicial, se había resuelto toda su situación y había vuelto con su pareja, estaba todo bien, pero un día apareció. Me pareció raro, pensé que había una denuncia nueva, pero no. Él me dijo que tuvo una discusión con una pasajera, una cuestión de cobro y que su respuesta fue absolutamente inadecuada. Y dijo que se había sentido muy mal con eso y que sintió que tenía que volver al servicio. En otros escenarios, también estaba pudiendo detectar conductas respecto de las violencias que ya no era en lo familiar.

Soy una convencida respecto a estos espacios, porque si los varones no pueden deconstruir sus masculinidades, va a seguir existiendo la violencia de género.

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C.S.: También entender que cuando hablamos de violencia de género hablamos de las violencias que ejercen los hombres sobre las mujeres, porque es estructural, temporal. No significa que no haya mujeres que ejerzan violencia, pero son las menos. Los que matan a las mujeres son hombres femicidas. Debemos dejar claro que uno no nace violento, sino que la violencia es una conducta aprendida y por ende se puede desaprender, que es un proceso, que cuesta, porque tenemos privilegios, tenemos naturalizaciones de las violencias, pero es cambiar ese lente cultural, que no es una enfermedad.

M.A.R.: Creo que las mujeres ahora denuncian más tempranamente las situaciones de violencia, eso también hay que decirlo. Seguramente nuestras abuelas o nuestras madres padecían toda la vida la violencia por no romper la familia. Una institución que no quiero dejar afuera porque tiene una responsabilidad importantísima en la reproducción del modelo son las iglesias. Muchas veces el mensaje religioso apunta a que la mujer aguante para tener ganado el reino de los cielos. Frases como “hasta que la muerte los separe” son ideas que lo único que hacen es mantener, sostener y perpetuar este sistema social. Hay que empezar a pensar que hay más denuncias porque las mujeres ya no esperan 10, 15, 20 años.

C.S.: Esto se lo adjudico mucho a los movimientos feministas porque somos las que ponemos en tela de juicio y empezamos a criticar, cuestionar estas prácticas. Entender que el feminismo no es una cuestión de dominación de la mujer sobre el hombre, sino que luchamos por una equidad de género donde haya igualdad salarial, libertad en las calles, que podamos salir sin ser acosadas, vivir sin que nos peguen dentro de las casas, sin que nos violen, nos maten, que podamos decidir sobre nuestros cuerpos.

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-¿Es el único dispositivo que existe en la provincia?

M.A.R.: Es el único dentro del Ministerio de Ciudadanía, pero hay distintos en hospitales como Centenario, Rincón de los Sauces, Junín y San Martín de los Andes; en Plaza Huincul se abrió ahora. Los de salud trabajan con otras temáticas y, además, reciben varones. La idea es poder replicar la experiencia y para el 2020 tener uno en la zona centro, en Zapala.

F.M.: Son dispositivos dentro de los espacios psicosociales de Salud, pero se ocupan de todo.

-¿Cuál creen que es la importancia de este dispositivo?

C.S.: Es fundamental trabajar con los varones porque son ellos quienes ejercen las violencias. Si un varón que ha ejercido violencia termina una relación con una mujer y ella es asistida, él va a conformar otra relación, va a ejercer violencia. Es un ciclo que no se rompe nunca.

M.A.R.: El impacto que ha tenido este dispositivo desde que se creó ha sido muy significativo. No solo a nivel de la institución sino también de la comunidad. Es una forma de terminar con estos prejuicios o ideas preconcebidas de que quien ejerce violencia es una monstruosidad, cuando puede ser el vecino, el hermano, el docente, el abogado, el médico. Quienes ejercen violencia no son una raza aparte, conviven con nosotras todos los días, en todos los espacios. Hay que correr estos telones.

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Noviazgos juveniles: amor romántico y deconstrucción

Entendiendo la importancia de la prevención de las violencias en edades tempranas, el equipo del DAV realizó el miércoles una feria en sus oficinas para estudiantes secundarios a los que, además de mostrarles las instalaciones y las actividades que realizan los varones que concurren, se discutieron diversas temáticas, como el amor romántico.

“En el taller surgió el tema de los celos, reconocer frases como ‘me cela porque me quiere’. Todas estas ‘pruebas de amor’, el control, el intercambio de las contraseñas, son todas prácticas violentas, invisibilizadas que nacen en estas primeras relaciones sexo-afectivas o relaciones de noviazgo que están buenas ponerlas en cuestionamiento”, explicó Cinthya y sostuvo que participaron estudiantes de tercero y cuarto año del CPEM 53 y del Jean Piaget.

“Para mí lo más significativo de los últimos tiempos es haber podido introducir en el marco legal las violencias en el noviazgo porque cuando atendemos a personas adultas, generalmente, nos encontramos con que estas historias comenzaron en la etapa del noviazgo, pero son tan sutiles esas tramas vinculares que se las encubre con un halo de romanticismo y que hay que perdonar y aguantar para que esa situación de amor se proyecte. Que las chicas hoy puedan sentirse amparadas en ese marco legal es importantísimo”, aseguró María Angélica, una de las coordinadoras del dispositivo.

La feria fue la primera actividad que se realizó en las oficinas, aunque antes el equipo había ido a distintos colegios a dar charlas.

“Otro de los mitos del amor romántico es la idea del príncipe azul que me va a proteger y me va a rescatar. O el de la media naranja”, aseguró Cinthya, a lo que María Angélica agregó que estos mitos “apuntan a la pérdida de identidad de las mujeres”.

¿Cómo se puede acceder al dispositivo?

La oficina del Dispositivo de Atención a Varones (DAV) está ubicada en Carlos H. Rodríguez al 90 de la capital neuquina. Allí se puede acercar cualquier varón de cualquier edad que quiera participar en la deconstrucción de la masculinidad y las violencias ejercidas. Además, se puede obtener asesoramiento a través del número de teléfono 2995818627 o vía mail a [email protected].

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