Crisis

Vaca Muerta le mira la cara al Abismo

Escribe Fernando Castro

Está claro que lo que sucede no se había dado nunca: el mundo se paraliza al ritmo de su hiperconectividad cada vez más rápida y voraz. La industria petrolera no es la excepción; es parte sustancial del asunto. El petróleo y el gas siguen siendo hoy, en buena medida, el motor del mundo.

Esta crisis que pega en Vaca Muerta es diferente por la escala y por lo impredecible de las circunstancias exógenas que suma.

Desde que tiene sentido pisar fuerte en los no convencionales, nunca antes un momento sumó variables en contra de modo tan notable. El shale arrastraba una crisis desde hace siete meses en el país. Las dificultades internas de la economía (el freno al barril, la imposibilidad de girar divisas al exterior, la “incertidumbre” por lo que vendrá en materia política) eran suficiente para poner en crisis al principal proyecto energético del país.

Sobre llovido mojado: la “volatilidad”, aquella palabra que suele definir qué les conviene a las grandes potencias productoras, hizo sentir el azote cíclico de su conveniencia, lo que terminó por profundizar el cuadro previo.

Como buena parte de la industria petrolera mundial, con el shale a la cabeza, Vaca Muerta hoy le mira la cara al abismo.

Por eso el barril criollo a 50 dólares, un precio defenestrado hasta hace casi nada por las productoras, hoy es la suma de todo lo que quieren las petroleras. El contexto mundial vuelve a esa cifra un salvavidas y una chance para que las provincias productoras no profundicen una crisis cuyos alcances hoy son insospechados, siempre malos.

Es, en parte, lo que le da sustento a que haya un precio del crudo por sobre la media mundial en el país. El valor sostén, cuyo número no se conoce, para Neuquén debería estar en el orden de los 50 dólares. Miguel González, el CEO de YPF, horas antes de la crisis, les dijo a los inversores que en el shale se vuelve complicado invertir con valores por debajo de esa parámetro.

Esto es así en Argentina y en el mundo para los no convencionales: las 100 empresas a punto de quebrar en Estados Unidos en este segmento parecen dar la tónica de la situación, si bien ya arrastraban la crisis del crédito que se va hacia otros segmentos con réditos de más corto plazo. El Brent, el crudo de referencia para el país, cerró a 33 dólares. Argentina, dicen algunos, podría asimilar un costo de 50 dólares sin grandes variaciones. Después de todo, es lo que venía rigiendo. No habría que aumentar combustibles, pero tampoco bajarían (¿cuándo ocurrió?).

Para el gobierno nacional, que habla con operadoras y gobiernos productores y no tanto, la preocupación pasa por evitar que el clima político que se desprenda de un estancamiento adicional sume un factor de discordia para una economía a la que le buscaba la vuelta antes de la pandemia del coronavirus. Hay provincias productoras de signo político amigo (Santa Cruz por caso) que la pasan mal por estas horas, que acaso sean parte de los principales argumentos que pueda esgrimir Nación para aceptar de mejor gana aplicar un precio sostén. La carta de tener un instrumento adicional para que la recaudación no baje, también es de lo más contundente en lo que puede creer si aplica la medida. Después, es cuestión de tiempo: hablar del futuro del sector petrolero será bastante parecido a hablar del final de la foto del coronavirus a escala global.

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