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La historia del talador de árboles que regala leña a los que más lo necesitan

No faltó "nunca" en 30 años como empleado de la Municipalidad de Cipolletti. La historia de Hipólito, que hoy con 75 años, hace changas por su cuenta.

En el día del Trabajador, ameritaba compartir a modo de homenaje la historia de Hipólito Ramírez, quien tras una extensa y ejemplar trayectoria a los 75 sigue con la poda y tala de árboles. Y eso que fue operado “a corazón abierto” y tuvo otras “nanas” pero “no sirvo para quedarme en casa jaja”.

“Creo haber tenido 0 faltas en los 30 años de servicio en la Municipalidad. Fue el ex intendente Julio Salto el primero que confió en mi y entiendo humildemente no haberle fallado”, infla el pecho el esforzado laburante luego de “cortar un árbol de raíz que se le había caído a un vecino en barrio Los Tordos, los muchachos de la obra me vieron y felicitaron”.

Se trata del hombre que emprolijó y embelleció con su oficio casi todas las ciudades del Alto Valle y alguna que otra provincia aledaña: Cipolletti, Fernández Oro, Neuquén, Roca, Centenario, Cinco Saltos, Viedma. Hasta La Pampa llegó.

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Un árbol que arrancó de raíz este miércoles sobre Vélez Sarsfield.

El que se jubiló del Municipio local con aplauso, medalla y beso. Antes limpió desagües y canales. “Era motosierrista en la Muni, voltee los árboles de la plaza San Martín, de la Lisandro de La Torre, trabajé con Aguas y Energías, con Edersa, en verdad esas empresas necesitaban personal y me pedían prestado”, sostiene antes de arrancar con su camioneta gris hacia el Basural para dejar las ramas.

Mientras muchas personas no ven la hora de jubilarse para gozar del merecido descanso, don Hipólito sigue activo, transpirando el mameluco, ahora en forma independiente junto a su hijo Marcelo y otros muchachos (Matías, Franco, Walter) a los que suele aconsejar y aleccionar sanamente con su ejemplo.

Y tampoco para de hacer beneficencia, pues este popular vecino se destaca por su contracción al trabajo pero también por ese admirable espíritu solidario.

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Hipólito, el primer trabajador. Una vida dedicada al laburo.

Parte de la leña se la llevo a quien la necesite, les digo que la pasen a buscar. Antes incluso iba en el camión y les regalaba todo, en los barrios obreros, en las tomas, en el Mapu... Cada tanto también agarro y me doy una vuelta por esas zonas”, revela su gesto generoso.

Cultor del bajo perfil y fana del trabajo, no tolera cuando los jóvenes no demuestren el mismo compromiso laboral. “Les enseño a los chicos que las cosas se hacen bien, que si andan con apuro lo mejor es que se vayan para la casa y vuelvan al otro día con ganas de trabajar”, es su contundente recomendación.

Sensaciones encontradas lo invaden cada vez que debe quitar un árbol de una vereda o vivienda. “Cuando ya molesta no me da lástima porque puede ser peligroso pero si no molesta, ahí si me da cosita... He ido a cortar hermosos árboles dentro de las casas y yo me preguntaba por qué lo sacan. Pero si es una decisión de los clientes, no queda otra que respetarla. Es así”, reflexiona.

Corazón valiente: “A los 4 meses de la operación me subí a un árbol”

Zafó de una situación complicada Hipólito. Fue sometido a una intervención quirúrgica a “corazón abierto” luego de que con 3 stent no fueran suficiente para mantenerlo a salvo. A pesar de las sugerencias médicas, no pudo con su genio.

“A 4 meses de que me habían operado fui a una casa atrás de la Terminal con un muchacho, no va que él subió a un árbol y le agarró vértigo arriba del sauce… Tuve que subirme con la moto chica a rescatarlo, me mareaba pero al final bajé al compañero, la moto, todo. Una señora me dijo ‘mi suegro se operó y a los 4 meses falleció y mire usted, anda arriba de los árboles”, recuerda la simpática anécdota.

Si tenés miedo es peor. Así es la vida, hasta donde llegaste, llegaste… Cuando me iban a operar les dije a los doctores que le metieran mano tranquilos, con los años que he vivido para qué más, hay chicos que murieron jóvenes, ya estoy hecho. Fe en Dios es la clave”, deja otra enseñanza.

Justo a él no le pueden hablar de poner el “lomo”. “Todo es fuerza en lo mío”, confiesa uno de los habitantes de las 1200 viviendas (“antes vivía en el puente 83”) con cierta timidez.

Hago de todo un poco actualmente menos quedarme en casa (risas). También eventualmente realizo jardinería para darle una mano a clientes de muchos años. Me llaman si les faltó el jardinero, tomo los reemplazo pero no me gusta tanto porque hay que hacerlo bien, cada uno en lo suyo. Y cuando me libero, visito a una hija que vive en la Toma, le corto leña, le limpio el patio, juego con su perrita. Y a la tarde salgo a dar una vuelta con mi señora”, explica.

Y se tienta de risa al recordar el apodo que le pusieron sus compinches: “Robocop, porque también me operé de la vesícula, de la rodilla y del codo”.

Fanático de River, se ganó “varias apuestas” con el reciente y ruidoso triunfo ante el eterno rival, que le costó el puesto a Fernando Gago como DT de Boca. El también es un clásico de la ciudad.

Así es la vida de Hipólito Ramírez, un histórico talador de árboles, un trabajador ejemplar. ¡Feliz día este jueves, vecino!

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