El estreno de la producción neuquina promete ser uno de los puntos fuertes de la 4ta edición del Festival Audiovisual de Neuquén. Dónde se proyecta.
Tres amigos juegan a la orilla del Río Neuquén cerca de Manzano Amargo. Diego Lumerman, Andrés Ciruzzi y Julián García Long. Dos se conocen desde la secundaria, el otro lo incorporaron unos años después. Viajaron al norte neuquino para grabar algunas escenas de un documental que está dirigiendo Diego.
Hacen una pausa en la tarde y empiezan a reírse de ellos mismos, a mirarse de lejos y sentirse un poco extraños en ese rol de visitantes, nutriéndose de las imágenes, de las historias, de una cultura de la que no son parte. “Somos vampiros”, dice uno. Se ríen, se incomodan. Mientras el río corre, ellos se zambullen en una discusión filosófica y también empiezan a cranear una historia: la de tres pibes de ciudad, tres audiovisuales un poco corridos, tres vampiros culturales que van a registrar algo a un pueblo y son castigados por atrevidos. La tarde avanza y ahora empiezan a dibujar cuadros en la arena. Escriben un background de los personajes, de tres personajes, de ellos tres.
Así surgió Sobre cosas que se ven en el cielo la increíble serie sobre ovnis, amistad y conspiraciones que vamos a poder maratonear gratis en la 4ta edición del Festival Audiovisual de Neuquén que arranca en algunas semanas. Pasó de ser una brainstorming autocrítica, a convertirse en una señora serie de ciencia ficción patagónica, filmada íntegramente en El Chocón. Una proeza colectiva, pero nada delirante. Por el contrario, desde el principio fue un proyecto que se paró en lo realizable, en lo posible, que exprimió al máximo las posibilidades locales para rodar una ficción fantástica en la provincia y en un territorio por demás emblemático.
La serie narra la historia de tres amigos citadinos que vienen a Neuquén a filmar un documental. Sin embargo, lo que empieza como un laburo, se transforma en una odisea delirante donde hay complots, abducciones, inteligencias extraterrestres y fuerzas sobrenaturales. Todo transcurriendo en la tierra de los dinosaurios, en uno de los escenarios naturales más fascinantes de la Patagonia. Y además suma grandes interpretaciones y diálogos formidables, por lo que resulta adictiva desde el primer capítulo.
Hace exactamente tres años atrás y durante varias semanas, un equipo técnico de más 45 integrantes -un 60% pertenecientes al sector audiovisual neuquino y un 40% de gente muy experimentada que vino a laburar desde otras provincias- se instaló en El Chocón para darle vida a cosas que se ven en el cielo. Diego Lumerman, director y co guionista, explica que hubo jornadas intensivas por las que pasaron más de 80 personas por el set, días en que se ponía difícil lidiar con los malos humores que generan las convivencias prolongadas; que por muchos momentos era inevitable temer por la viabilidad del proyecto si se miraba la situación económica, social, pero sobre todo aún la recuerda como lo que es: un privilegio y un punto desafiante de sus recorridos artístico.
La serie obtuvo financiamiento del concurso federal Renacer Audiovisual, que impulsaba el entonces Ministerio de Cultura y la Secretaria de Medios y Comunicación Pública, con el fin de estimular el sector audiovisual de Argentina. El formato original era un largometraje, pero para poder aplicar, tuvieron que adaptarlo a una serie de seis capítulos, lo cual resultó aún más desafiante. También la idea original contemplaba hacerla en el Norte neuquino, pero por una cuestión de cercanía, accesibilidad y porque el paisaje hipnótico de El Chocón resultaba en sí mismo set natural, cambiaron de locación. Si bien el concurso les otorgó los fondos necesarios, la fragilidad económica implicó no sólo gestionar otros recursos, sino que de un trabajo estricto de la producción a cargo de María Vacas y María Ulrich, que fue fundamental para que el rodaje pudiera concretarse.
La serie se va a poder ver completa y por primera vez, en la cuarta edición del FAN -Festival Audiovisual de Neuquén, que se realizará del 15 al 19 de octubre. Según explicaron desde la organización, para proyectarla se decidió utilizar la sala más grande la ciudad que es el Cine Teatro Español. La cita es el jueves 16 -para los primeros 3 capítulos- y el viernes 17 –para los restantes- a las 19hs, siempre con entrada libre y gratuita, que se podrán retirarse en el mismo cine, media hora antes de cada función. Durante ambas jornadas, estarán presentes en la sala el director, guionistas, compositor musical, actores principales y secundarios, equipo técnico, vecinos y vecinas de Villa El Chocón.
Además de Sobre cosas que se ven en el cielo, una vez más el FAN prepara un Festival con una excelente programación que este año podrá verse gratis en un montón de salas de la ciudad: MNBA, Cinépolis, Cine Español, Centro Cultural del Oeste, Casa de las Leyes Espacio Cultural, la sala Saraco y la Escuela de Bellas Artes. La idea es que nadie se quede afuera, que sea una posibilidad real de compartir, debatir y que Neuquén se regale un puñado de días de cine argentino, en lo que definitivamente es una apuesta sostenida, acertada de la gestión municipal que no solamente le hace bien a la ciudad, sino a toda la cultura patagónica.
Tener un festival no es un capricho. Diego explica que una de las principales trabas que enfrente la serie hoy, es la imposibilidad de comercializarla fuera del circuito de festivales. De acuerdo a lo que establecía el concurso, la propiedad de la obra se reparte 50% entre la productora y 50% con Contenidos Públicos Sociedad del Estado, de quien se requiere la firma para poder negociar con plataformas o distribuidoras. Sin embargo, en consonancia con la catastrófica situación que atraviesa el cine argentino a partir de los embates del gobierno nacional, el organismo se encuentra acéfalo y no emite los permisos necesarios para gestionar los derechos. En ese sentido, los Festivales como el FAN resultan vitales, ya que es la única forma de que la serie se encuentre con su público. Además del FAN, en el primer capítulo de la serie made in Chocón se podrá ver los primeros días de octubre durante el Festival Audiovisual de Bariloche; en noviembre se proyectará en el Festival SERIESLAND de Bilbao, España y luego continuará recorriendo el mapa de festivales.
A Diego le gustan las películas desde muy niño, siempre aprovechó la oportunidad de ir al cine, de mirar algo en la tele. Cuando terminó la secundaria, se fue a estudiar a Buenos Aires. Hizo un par de años de Filosofía, pero se la pasaba encerrado en alguna sala de barrio mirando pelis. Cuando asumió que era lo suyo, empezó a estudiar en la Universidad del Cine, donde se formó desde lo técnico, mientras laburaba en una biblioteca y se hacía cinéfilo a fuerza de horas de hemeroteca, westerns y documentales.
En 2007, vino a hacer un cortometraje a Neuquén con sus compañeros de cursada, casualmente a El Chocón, donde se instalaron una semana. Tribio se llamó, un rodaje en 16mm que marcó su primer cruce entre su formación en Buenos Aires y los paisajes neuquinos.
De regreso a Neuquén en 2015, Diego comenzó a producir obras que dialogaban con la identidad y el territorio local. No desde la comodidad de narrar lo conocido, por el contrario, desde la fascinación, del asombro de descubrir que acá a la vuelta, hay paisajes, historias, cielos que no conocemos o aún no pudimos aprender a mirar.
Realizó el documental Territorios Extraordinarios, centrado en el norte neuquino y su folclore campesino, y luego se interesó cada vez más por mitos y leyendas de la Norpatagonia. Así surgieron proyectos como el cortometraje de ficción Bela Veiko, inspirado en la historia de un minero loco en buscaba oro, y el documental Procopiuk, una radiografía bellísima del precursor del cine patagónico.
Sobre cosas que se ven en el cielo es su último laburo, quizá el más desafiante en cuanto a estructura, equipo, producción. Tiene el gusto de tener un guión que escribieron tres amigos, la música de uno de ellos, un elenco y una técnica no sólo muy profesional, también muy federal.
En unos días, volvemos a encontrarnos en el Español para celebrar otra joya del cine norpatagónico, en otra historia en la que posiblemente podamos mirarnos, reconocernos y también asombrarnos.
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