Unser Traum, la pastelería estilo francés de San Martín que creció con dos turistas "inexpertos"
Sebastián Vicentín contó cómo fue la aventura de hacerse cargo del reconocido salón de té, tras irse de vacaciones y patear el tablero.
Corría el año 2009 cuando Sebastián Vicentín y Gabriela Gómez, en aquel momento su pareja, cumplieron el sueño de todo turista: el de patear el tablero, dejar todo y quedarse a vivir en ese lugar soñado que se está conociendo. Con la idea de disfrutar de unos días de descanso en la Patagonia y - eventualmente- tentar al destino, la pareja llegó a San Martín de los Andes y, entre paseos y excursiones, se toparon con la oportunidad: Unser Traum, una pequeña pastelería estilo francés, ubicada en Teniente General Roca 868 estaba a la venta.
Tras una breve consulta en una inmobiliaria y un pedido de referencias, no dudaron en lanzarse a la aventura: la de empezar de cero en una ciudad cordillerana haciéndose cargo de un negocio del que no tenían la menor idea. O casi.
"Los dos somos de Entre Ríos, en ese momento vivíamos en Buenos Aires, y estábamos buscando un poco de tranquilidad. La Capital no nos gustaba, yo estaba buscando hacer algo más independiente. Fue como un flechazo", sostuvo Sebastián.
"El negocio originalmente era del pastelero Leopoldo Niedermaier y la señora que se llama Marita. Ellos lo fundaron en diciembre del 98' en un local chiquito. Hacían repartos a domicilio en bicicleta en su momento de tortas y facturas. Fueron creciendo hasta el año 2009 que se fueron a vivir a Buenos Aires, al revés que nosotros que estábamos huyendo", contextualizó el actual propietario del reconocido salón de té.
"El cambio fue rápido. Nosotros vinimos de vacaciones un 1° de mayo y el 4 de junio del mismo año nos mudamos. En un mes compramos el negocio, renunciamos cada uno a su trabajo y nos vinimos a vivir. Si lo pensás un poco decís 'qué locura', porque los dos teníamos trabajo, estábamos bien", señaló.
"Algo del rubro Gabriela entendía porque su papá tenía una panadería, yo nada que ver. Soy licenciado en Economía y trabajaba en una sociedad de bolsa antes de viajar. Mi ex pareja es licenciada en Turismo, en ese entonces trabajaba en una agencia en Buenos Aires", dijo antes de explicar cómo hizo el click para apostar por una vida completamente diferente.
"Yo estaba un poco defraudado con lo que hacía, no había resultado ser como pensaba y no veía muchas perspectivas de crecimiento. En 2009 habían caído los bancos en Estados Unidos con la crisis de deuda, era complejo cambiar de trabajo y a mi ya me venía picando el bichito de hacer algo independiente, de generar algo propio. A San Martín llegamos con varias ideas, vimos hasta locales de ropa. No habíamos ido por mucho tiempo, así que no sabíamos siquiera cómo estaba. Veníamos abiertos a explorar cualquier cosa que nos cerrara", explicó.
Un inicio que se complicó más de la cuenta
El pase de manos en Unser Traum fue casi un trámite express. La facilidad y celeridad con la que se gestionó el papeleo tuvo como lado b para Sebastián y Gabriela el verse, de un día para el otro - más precisamente el 16 de junio del 2009-, al frente de un proyecto, con personal a cargo y un nombre que sostener, sin tener mayor experiencia. Un proceso de adaptación que incluía el acomodarse como nuevos habitantes en la localidad, con todo lo que eso implica.
"Yo no sabía hacer ni un kilo de pan, ni una medialuna, ni una torta. Tampoco tenía idea del manejo de un local gastronómico. Gabriela tampoco. Para los dos fue aprender de cero todo: administrar, atender a la gente, manejar la cocina, los recursos humanos, el marketing. Trabajamos un montón de horas, hicimos cursos, preguntamos mucho. Nosotros nos quedamos con todos los empleados y luego se dio un recambio natural. Yo tenía 29 años en ese momento - Gabriela, 24-, todos los empleados eran más grandes que yo. Algunos nos fueron enseñando y eso nos ayudó a darle continuidad. Igualmente fue muy difícil al principio", remarcó Sebastián antes de relatar la traumática reapertura que tuvieron.
"Todo fue muy rápido, con la mala suerte que, el mismo día que abrimos, mis suegros -que nos habían venido a ayudar desde Entre Ríos- tuvieron un accidente en el camino de regreso. Volcaron en Picún Leufú. El mismo día que abrimos tuvimos que irnos a Neuquén porque mi suegra había quedado internada muy grave, en terapia intensiva. Fue durísimo. Desayunaron con nosotros a las 10 de la mañana, se fueron y a las dos horas me llamaron para avisar del accidente. Así que de entrada fue complicado", manifestó.
"En Neuquén yo me quedé dos o tres días y volví porque -imaginate- el negocio era nuevo. De casualidad me acordaba de los chicos que trabajaban con nosotros y ya me había tenido que ir. Gabriela se quedó más tiempo y por suerte su mamá con el tiempo se recuperó, aunque tuvo que ser trasladada a Buenos Aires con avión sanitario porque venía bastante complejo el tema. Estuvo como un mes y medio internada", recordó.
Un buen recibimiento
En medio del caos, la angustia y la preocupación, los trabajadores de Unser Traum le pusieron el cuerpo a esa reapertura trágica para que la pastelería siguiera en funcionamiento. Al volver, Sebastián siguió aprendiendo y poniéndose a tono, hasta que todo fluyó con más calma.En una suerte de círculo virtuoso, tras ese mal trago, el salón de té se convirtió en un escenario que propició vínculos sociales de Sebastián y Gabriela.
"Nosotros en San Martín no teníamos ni parientes, ni amigos. Literalmente no conocíamos a nadie. En 2009 había menos confiterías de este estilo y Unser Traum era muy visitado por los lugareños. Así que al saber que éramos nuevos, mucha gente que iba a tomar algo, se presentaba y así fuimos encontrando amistades. En ese sentido, la adaptación no fue nada traumática, no tengo más que palabras de agradecimiento porque. con nosotros, se portó muy bien el pueblo. Creo que, el alto nivel de conocimiento que tenía el negocio, ayudó a que rápidamente nos podamos insertar", postuló con gratitud.
Pastelería de calidad, con el foco puesto en la innovación
Los secretos del inicio de Unser Traum ("Nuestro sueño" en alemán), con el pastelero Leopoldo Niedermaier y su compañera Marita a la cabeza, aguardan ser revelados en un futuro capítulo, lejos de la fiestas de fin de año, que tienen a su hacedor con los tiempos ajustados y a pura entrega en la urbe porteña. Su sello, igualmente, sigue vigente en las diferentes delicias que día a día se sirven en las mesas del emblemático salón en Teniente General Roca 868 y en el de San Martín 944, que abrió Sebastián en 2016, antes de separarse de Gabriela y comprarle su parte del negocio.
"El primer impacto fue decir: 'Esto es mío, puedo hacer lo que quiera con esto, pero no sabíamos muy bien qué hacer porque no veníamos del rubro, no teníamos idea de a dónde llevar el negocio. Al principio pusimos en duda todo, preguntamos por qué las cosas se hacían así, si estaba bien o estaba mal o si se podía hacer de otra manera. Costó un montón. Yo me metí más en la fábrica, en la producción y Gabriela más en el mostrador y la atención en las mesas", precisó Sebastián sobre los inicios, antes de detallar las modificaciones que hicieron el espacio donde comenzó todo.
"Cuando arrancamos el negocio de la calle Roca era más chiquito, tenía diez mesas. Después lo agrandamos. Hicimos una parte de fumadores y aprovechamos la parte de atrás del local, para hacer un salón más discreto y con menos barullo para que la gente pueda charlar y trabajar tranquila", apuntó.
"En 2016 compramos un fondo de comercio en la Avenida San Martín, donde antes había una pizzería. Renovamos el local y abrimos la primera sucursal de Unser Traum", añadió, antes de referirse a la propuesta de la marca que incluye una amplia variedad de tortas, tartas individuales y otras especialidades de la pastelería francesa, además de exquisitos panificados y opciones para disfrutar de un almuerzo o brunch.
"La pastelería siempre estuvo orientada hacia la francesa. Nosotros queríamos seguir distinguiéndonos del resto, por eso la idea fue continuar la impronta de Leopoldo y traer cosas nuevas para que la gente se sorprenda. Cuando viajábamos buscábamos las tendencias. Empezamos a hacer macarons, éclairs. Trabajamos mucho con mouses, moldeados. También nos enfocamos en la pastelería individual -para que no sea parte de un producto más grande- y otras técnicas de decoración", explicó Sebastián antes de mencionar las propuestas más convocantes como las medialunas de manteca, la torta Morena (un tentador bizcochuelo húmedo a base de café y crema de avellanas, bañado en chocolate) y las distintas piezas de pastelería individual, cuyos diseños y sabores se renuevan de manera constante, tomando en cuenta las estaciones del año.
Tras destacar que su marca siempre se diferenció positivamente por la calidad de sus productos, la ambientación de los salones y la atención, Sebastián expresó su deseo de seguir creciendo con un espacio dedicado exclusivamente a la producción en un parque industrial.
"Después de la pandemia, que realmente nos afectó muchísimo, es difícil proyectarse. De estar en el pozo y pensar seriamente en la posibilidad de cerrar, pasamos a un verano espectacular. La temporada baja no fue baja porque mayo y junio se siguió trabajando muy bien. El invierno fue muy bueno y ahora viene un verano que también va a ser muy bueno. Lo que nos quedaría, ahora como un pendiente a futuro, es mudar la elaboración. Estamos apostando a que haya un parque industrial en San Martín, realmente es muy necesario. Hay empresas con posibilidades de crecer que no tienen donde", advirtió para luego anticipar que le gustaría diversificar la oferta.
"Podríamos ofrecer chocolates, helados y un montón de cosas vinculadas con la pastelería. De momento no las podemos hacer por falta de espacio", dijo dando la pauta que hay Unser Traum para rato.
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