Los viajeros son Micaela Mazzulla y Mauricio Sepúlveda, de 30 y 38 años. Su auto es su casa y realizan artesanías para solventar el viaje. Conocé su historia.
Llevan ocho años de casados, cuatro arriba del Megancete. Así le dicen al Renault Megane del año 1999 que los lleva por todos lados. Ese que acondicionaron artesanalmente como su casa, el día que decidieron vivir viajando.
Ella, Micaela Mazzulla (30), lo tenía resuelto hace tiempo. El, Mauricio Sepúlveda (38), tenía algunos miedos. Los miedos "típicos", dice.
¿Cómo se vive? ¿De qué vivirían? ¿Y si tienen un problema de salud, se les rompe el auto o sufren una situación de inseguridad?, todos interrogantes que rondaban en su cabeza como una pesada carga que impedía abrirse paso hacia lo desconocido.
Así, hasta que una mañana despertó decidido. Dejó atrás sus estructuras y quiso hacer realidad el sueño de los dos en el menor tiempo posible.
Mauricio y Micaela se conocieron estudiando en La Plata, en 2007. Micaela, de Buenos Aires, cursaba una licenciatura en alimentos. Mauricio, el profesorado de Química. Y compartieron algunas materias. Surgió el amor entre ellos y en 2014 se casaron, en Andacollo. Para entonces ya disfrutaban mucho de viajar, como algo que hacían en los fines de semana largos y en las vacaciones. Buscaban conocer un lugar y cargarse la mochila a los hombros.
Luego, Micaela encontró la inspiración en un libro que escribieron unos viajeros. Surgió la idea, cada vez más nítida, de vivir para viajar o viajar para vivir. Su sueño, vivir viajando.
"Mica lo tenía más resuelto, yo soy más estructurado. Pero un día me desperté y dije que sí, y quería que sea realidad pronto". Mauricio Sepúlveda.
No fue una decisión fácil, mucho menos para la familia de ambos. "No sabíamos de qué se trataba, no podíamos darles una respuesta. Pero nos apoyaron sin saber a qué nos enfrentábamos", aseguró el viajero de Andacollo.
Las artesanías que realizaban como hobby fueron luego una fuente de ingresos itinerante para solventar sus gastos. Tenían algunos conocimientos para hacer trabajos en macacré y madera. Pero viajando aprendieron otras técnicas.
Antes vendieron todo lo que ya no les iba a hacer falta. En una habitación acomodaron sus pertenencias, y cada vez que los visitaba un amigo o amiga, se llevaban lo que quisieran a cambio del dinero que pudiesen aportar en una alcancía. De esta manera vendieron hasta los platos de su casa.
Acondicionaron su auto y el 4 de agosto de 2018 emprendieron su viaje. "Queríamos llegar a Ushuaia, y recorrer el continente de punta a punta, hasta Alaska. El 30 de diciembre cumplimos el objetivo de pasar fin de año en el fin del mundo y seguimos camino", contó Mauricio.
Durante estos años pasaron por todo tipo de acontecimientos, buenos y malos; y llegaron a conocer lugares icónicos como el Cristo Redentor de Brasil, las Torres de Paine (Chile) y el glaciar Perito Moreno. Todo en un auto que tiene cama, cocina lugar para la comida y las artesanías, también espacio para su ropa. "Nuestro auto es nuestra casa; y lo único que no tenemos es el baño, pero nos arreglamos igual en cada lugar donde estamos", dijo el viajero de Andacollo.
Desde Ushuaia tomaron por la Ruta 40 y se propusieron recorrer todas las provincias del país, hasta llegar a Paraguay, Brasil y Uruguay, donde los encontró la pandemia de Covid-19. Pudieron volver a Buenos Aires y pasar allí los tres meses más críticos de su viaje.
Finalmente, lograron sacar un permiso para volver a Andacollo, donde pasaron el invierno de 2020; y volvieron a rodar por Argentina a principios de 2021, hisopándose varias veces y con algunas restricciones para circular, según el distrito o departamento que recorriesen.
Para fines de 2021 volvieron a salir a Brasil y cruzaron a Bolivia, donde Mauricio tuvo dengue y luego una intoxicación severa de la que pudo afortunadamente reponerse.
En mayo de 2022 regresaron al país para estar cerca del padre de Micaela, quien padeció algunos problemas de salud. Luego aprovecharon su estadía para regresar a Andacollo, donde permanecen actualmente. El próximo 6 de noviembre partirán nuevamente con destino a Perú, Ecuador y Colombia. "Esa es la idea. Queremos cruzar a Centroamérica. Es todo un desafío para nosotros, aprovechar todo lo que hay en el medio y llegar en tres años, sin apuro", contó.
De nuevo en la provincia, pasaron por el Paseo de la Costa de Neuquén para vender artesanías y compartir con la gente que también los sigue en las redes y su canal de Youtube (Viajando para vivir), otro ingreso que los ayuda a solventar el viaje. "Decidimos vivir de esta manera. Es un estilo de vida que ha crecido mucho sobre todo después de la pandemia. Vivir viajando y trabajando en el camino", sostuvo Mauricio.
Se podría pensar que el combustible es el mayor gasto, pero no. Ellos dicen que no les representa más que la comida, por ejemplo, o la manutención del vehículo, porque viajan lento y tal vez están varios meses en un lugar.
Y no se arrepienten ni por un segundo de haber dejado colgadas sus carreras. Aunque Mauricio aseguró que tenían una buena vida y estaban conformes con ella, a la vez confesó: "El sueño era más grande para nosotros".
"De lo único que nos arrepentimos es de no habernos dado cuenta antes de que es posible vivir de esta manera". Mauricio Sepúlveda y Micaela Mazzulla.
No tienen hijos, pero si viene uno en algún momento creen que van a poder encontrar la manera de seguir viviendo viajando. "Conocemos muchas familias que lo hacen", afirmó el viajero de Andacollo.
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