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Los celíacos aprenden a cocinar para gastar menos

En un taller enseñan a hacer pan, facturas y pizzas sin gluten.

Sofía Sandoval

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Neuquén.- “El sábado fui a mi primera fiesta como sensible al gluten y la pasé mal”, relató Eleonora con un acento aporteñado. Un simple encuentro con amigos para compartir la merienda o cenar a la noche, para los celíacos y sensibles al gluten es una situación incómoda donde ven cómo los demás comen alimentos que para ellos están prohibidos.

En Neuquén, un taller de cocina les enseña que las facturas y las pizzas aptas son posibles de conseguir y sin gastar una fortuna.

Un brazo vigoroso empuña el batidor que une la mezcla en un recipiente color rosa. Un sachet de leche se derrama y ensucia una mesada de granito hasta entonces impoluta. Un chorrito de esencia de vainilla inunda la estancia con su aroma.

Una broma provoca las risas que alegran la jornada en el taller de cocina. Un paquete de harina sin gluten está en el centro de la escena.

Como sucede una vez al mes, la Asistencia al Celíaco Argentina (Acela) de Neuquén ofrece un taller de cocina para que los celíacos o sus familias aprendan a cocinar recetas sin TACC (trigo, avena, centeno, cebada) y puedan comer productos de panadería que hasta entonces parecían manjares imposibles. En el encuentro de este mes, LM Neuquén estuvo participando y aprendiendo.

2000 pesos mensuales es el gasto en alimentos.

Los celíacos deben preparar su propia comida para poder disminuir los costos. Las obras sociales apenas asisten con un bono de 300 pesos.

75 por ciento de las personas no saben que son celíacas.

Se debe, principalmente, a que la enfermedad durante años se ha relacionado exclusivamente con su forma clásica de presentación clínica. Pero hay otras como asintomática o latente.

Aprendiendo a cocinar

Marcela consulta de reojo la receta en una fotocopia y mezcla un preparado con insistencia. Un pañuelo con anclas le cubre la cabeza y sus ojos miran despiertos bajo una par de cejas dibujadas con delineador.

Tuvo que tolerar años con los síntomas y peregrinar por muchos consultorios hasta conocer su diagnóstico. Hace 10 años, cuando supo que era celíaca, comenzó en los talleres de Acela y jamás abandonó.

Aunque tienen mayor dificultad que las recetas con harina de trigo, la actividad no requiere de tantos años de aprendizaje. ¿Por qué sigue entonces en el taller? “Acá no sólo aprendés a cocinar, también encontrás consejos y contención”, dijo mientras la masa para las facturas descansaba en un bol. Es que unirse las alivia ante una sociedad que muchas veces no las comprende.

“¿No vas a comer? Un poquito no te hace nada”, contó Janet que le dicen en los cumpleaños. Las demás asienten entre risas. También conocen a alguien que les dijo la misma frase, sin conocer que apenas un leve contacto con el gluten les provoca un enorme malestar. Si sucumben ante la tentación de un snack cumpleañero, la panza se les hincha y el estómago se estremece en agudos retorcijones.

“No tenés que dejar de salir; yo salgo mucho a cenar y siempre pido un pedacito de carne con ensalada”, le cuenta Marcela a Eleonora, que hace poco comenzó su dieta sin gluten y este mes asistió al primer taller por recomendación de su médico. Pero nada es sencillo para los celíacos. La mayoría de los restaurantes no tienen comidas para su dieta y no pueden garantizar la ausencia de contaminación cruzada.

En la ciudad hay apenas una panadería para celíacos y las asistentes del taller conocen de memoria su dirección. Pero los precios de sus productos son muy altos.

Mientras el horno toma temperatura y la masa apta descansa, las mujeres comparten un mate y consejos para rebozar milanesas con galletas de arroz. A su lado, una nena mira ansiosa y espera lo mejor: una factura hecha por su mamá que no podrá hacerle daño.

Dónde queda y cómo participar

El taller de la Asistencia al Celíaco Argentina (Acela) de Neuquén funciona en la sede de la comisión vecinal del barrio Progreso, ubicada en Chajarí y Mascardi de esta ciudad. Los interesados pueden comunicarse al teléfono 4462916.

Productos con un alto impacto en la economía familiar

Más allá de compartir consejos y mensajes de aliento con otras personas que tienen la misma condición, el Taller de Cocina sin TACC convoca por un motivo económico. Todos van a aprender a hacer productos que salen muy caros en la panadería.

Según explico Edith Elías, a cargo de los talleres, el kilo de pan apto para celíacos cuesta 150 pesos y las masas secas se venden a 350 pesos por kilo. Aunque cocinar en casa permite ahorrar, tampoco es tan barato como preparar alimentos con gluten.

Sólo el paquete de premezcla sale 78 pesos y rinde tres panes del tamaño de una barra de pan lactal.

Elías aclaró que antes Acela recibía un aporte de la Municipalidad para comprar harina especial, lo que permitía a muchos asistentes aprender a cocinar y luego se llevaban los productos terminados sin costo. Desde que perdieron el subsidio y exigen que cada uno lleve sus propios ingredientes, la asistencia bajó en un 90 por ciento.

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