Tricao Malal: Gloria y Sofía, mujeres clave en la cooperativa con mayoría de varones que revivió la esquila
Como secretaria y tesorera de la Cooperativa Agropecuaria Productores Unidos son el motor de una organización que nuclea a más de 40 socios en Cancha Huiganco.
En el paraje Cancha Huiganco, en Tricao Malal, un viejo galpón de esquila que había quedado en silencio durante décadas volvió a llenarse de vida gracias a la iniciativa de un grupo de productores liderados por dos mujeres: Sofía Galavaneisky y Gloria Mercado. Ambas son productoras, dirigentes y, al mismo tiempo, se animaron a capacitarse en un oficio que tradicionalmente estuvo reservado a los hombres: la esquila y el acondicionamiento de lana. Hoy, como secretaria y tesorera de la Cooperativa Agropecuaria Productores Unidos son el motor de una organización que nuclea a más de 40 socios y que busca recuperar el valor de la producción local.
“Nosotros estamos conformando una organización que se llama Cooperativa Agropecuaria Productores Unidos de acá de Tricao Malal, específicamente en el paraje de Cancha Huiganco, en donde tenemos un galpón de esquila. La idea principal es la comercialización, pero también que nuestra propia gente local se capacite”, cuenta Sofía, hija de productores y referente elegida por la mayoría. Su compromiso se apoya en la historia familiar y en la convicción de que el desarrollo del norte neuquino se construye con trabajo colectivo.
El camino no fue sencillo. El galpón había estado en desuso durante más de cuarenta años. “Lo usaron para todo tipo de cosas, menos para esquila. Así que ahora volverlo a retomar es muy importante. Logramos conseguirlo a través de un convenio con la provincia y hoy lo tenemos en comodato. Por allí ya están pasando más de seis mil ovejas para ser esquiladas, lo cual es un número muy importante”, explica Sofía.
Renacer de la esquila en Tricao Malal
El renacer de ese espacio permitió también pensar en la capacitación. Durante años, los productores debieron contratar esquiladores de otras zonas, lo que encarecía los costos y generaba dependencia externa. “El año pasado nos tocó conseguir gente de Guañacos, un lugar lejano y con el que no estábamos vinculados. Por eso insistimos en que era necesario formar a nuestra propia gente, para no seguir dependiendo de afuera”, relata Sofía. Esa gestión se transformó en un curso oficial de esquila y acondicionamiento en la zona -organizado con el acompañamiento de la Subsecretaría de Producción- en un paso fundamental que abrió oportunidades laborales y fortaleció la identidad local.
En ese proceso se sumó con entusiasmo Gloria Mercado, actual tesorera de la cooperativa, quien decidió capacitarse como acondicionadora de lana. “La capacitación consiste en que, una vez terminada la esquila de la oveja, el acondicionador recibe el vellón, lo limpia, lo clasifica según su categoría y finura, y se arma el fardo que queda listo para la comercialización”, explica con detalle. Su interés nació de la curiosidad y la voluntad de aprender, pero rápidamente entendió la importancia estratégica de esa tarea: “Es un gran trabajo, una gran responsabilidad, porque el acondicionador es quien garantiza la calidad de lo que se va a vender”.
El desafío no es solo técnico. Para Gloria, la experiencia fue también un ejercicio de confianza personal. “Me animó la intriga, las ganas de aprender cosas nuevas y de entender en profundidad lo que implica esta actividad. Quería saber qué pasaba con la lana una vez que salía de la oveja y cómo se podía mejorar su valor”.
Complejo modelo de negocio
Ambas reconocen que sostener una organización solo con la lana es complejo. Por eso, desde la cooperativa también impulsaron compras conjuntas de medicamentos y forraje, logrando abaratar costos y fortalecer el sentido de pertenencia. Ahora proyectan incorporar a las artesanas locales, especialmente para aprovechar las lanas negras, plomas y marrones que no tienen mercado tradicional, pero son muy buscadas en el trabajo textil.
La cooperativa, que comenzó con apenas una decena de productores, hoy reúne a casi cincuenta y se destaca en la región por el compañerismo y la unión de sus integrantes. Aunque la mayoría son hombres, Sofía y Gloria lograron abrirse paso con respeto y liderazgo. “Somos poquitas mujeres, pero trabajamos muy bien, es un equipo unido y con mucha predisposición. Eso es lo que más se destaca de nuestra organización”, afirma Sofía.
En un rincón del norte neuquino donde la vida rural exige esfuerzo y perseverancia, estas dos mujeres se animaron a algo más que administrar una cooperativa. Recuperaron un espacio simbólico para la comunidad, gestionaron oportunidades de formación y rompieron estereotipos al ponerse ellas mismas al frente de la esquila y del acondicionamiento de lana. Su historia es también la de una apuesta al futuro: un trabajo paciente y colectivo que busca que cada vellón, cada oveja y cada jornada de esfuerzo se transforme en valor para la región y en orgullo para quienes lo hacen posible.
Te puede interesar...
Dejá tu comentario