El cielo de abril tendrá una espectacular lluvia de estrellas: cuándo y dónde verla
La lluvia de Líridas podrá verse una vez más. Se trata de uno de los fenómenos más antiguos que existen.
En pleno otoño del hemisferio sur y primavera del norte, el cielo se prepara para ofrecer una función silenciosa, fugaz y mágica. Desde mediados hasta fines de abril, la lluvia de meteoros Líridas se despliega una vez más sobre nuestras cabezas.
Esta manifestación astronómica, registrada por primera vez hace más de dos milenios, continúa siendo una de las más antiguas documentadas por la humanidad. Lejos de depender de tecnología avanzada o telescopios costosos, basta con mirar hacia arriba, en un sitio alejado de luces artificiales, para dejarse sorprender.
La experiencia no requiere más que paciencia, abrigo, y un poco de tiempo. Lo demás lo pone el universo.
Un legado milenario del cometa Thatcher
El origen de las Líridas se encuentra en los restos que dejó el cometa C/1861 G1 Thatcher durante su paso cercano al Sol. Cada vez que la Tierra atraviesa esa antigua estela de partículas, pequeños fragmentos entran en la atmósfera y se incendian, creando esos destellos breves y luminosos que conocemos como meteoros.
Aunque su descubrimiento formal se dio en el siglo XIX, las primeras menciones a esta lluvia se remontan al año 687 antes de nuestra era, en registros chinos. A lo largo del tiempo, civilizaciones enteras detuvieron su rutina para contemplar este fenómeno. Hoy, esa misma costumbre sigue viva, sostenida por astrónomos, curiosos y soñadores de todas partes del mundo.
Durante las noches del 21 y 22 de abril, el número de meteoros visibles alcanza su punto más alto. Se estima una tasa promedio de 18 por hora, aunque en años excepcionales se llegó a observar hasta 100. Nada garantiza que se repita un pico como el de 1982, pero esa imprevisibilidad es parte del encanto. A veces, entre destellos moderados, aparece una bola de fuego inesperada, dejando una estela brillante que corta el cielo y estremece al observador.
Dónde y cómo verlas: claves para disfrutar la noche
Aunque el hemisferio norte ofrece mejores condiciones por la posición de la constelación de Lyra —desde donde parece brotar la lluvia—, en el sur también se puede observar el fenómeno. Sólo hace falta elegir una noche despejada, alejarse de las ciudades y mirar al cielo con paciencia.
El mejor momento para la observación suele darse entre las cuatro y las cinco de la mañana, cuando el llamado punto radiante alcanza su altura máxima. En esas horas, el silencio del entorno y la oscuridad del cielo colaboran con la experiencia. No hace falta buscar precisión técnica ni orientación experta: mirar al este, con la vista relajada y el cuerpo en reposo, ya es suficiente.
Conviene evitar pantallas o linternas. Los ojos necesitan alrededor de media hora para acostumbrarse plenamente a la oscuridad. Una manta en el suelo o una reposera reclinada puede convertir la espera en una pausa placentera. Y si la Luna aparece demasiado brillante, lo ideal es ubicarla a espaldas para reducir su interferencia.
Un encuentro con el tiempo y la espera
En una época marcada por la urgencia y lo instantáneo, mirar el cielo para buscar una chispa que quizás no llegue es, en sí mismo, un acto de resistencia. Las Líridas no prometen una avalancha de meteoros. Su valor está en otro lado: en la conexión que ofrecen con los ciclos celestes, en el diálogo silencioso entre quien observa y ese fragmento de polvo que viaja desde hace siglos.
La constancia con que este evento regresa, cada abril, traza un puente entre generaciones. Lo vieron antiguos sabios orientales, lo registraron naturalistas europeos, lo esperan hoy niñas, niños y personas adultas que todavía levantan la vista buscando una señal.
Y así seguirá siendo. Porque mientras el cometa Thatcher siga orbitando lejos, su estela continuará cruzando el camino de nuestro planeta. Y cada vez que eso suceda, el cielo volverá a encenderse —por un instante— como lo hizo hace más de 2700 años.
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