Presentó una demanda a la empresa constructora que todavía no avanza. Denunció que la obra lo enferma tanto a él como a los empleados de la peluquería.
Cuando Carlos Illari llega a abrir la peluquería cada mañana, la puerta se traba. Una escena mínima en la postal de deterioro que arrastra desde que, en 2023, una empresa comenzó a levantar un edificio de 14 pisos justo al lado, en el corazón del centro de Neuquén capital. Tras explicar que nunca le devolvieron la llave, señala arriba: “¿podés creer que me dejaron el marco atado con alambre?, nunca lo soldaron”.
Carlos tiene 64 años, casi 40 de oficio, cinco empleados y un proyecto que alguna vez soñó con cerrar a lo grande: un desfile, una presentación con colegas, una celebración de la peluquería saludable. Pero lo que vive desde el derrumbe y el avance de la medianera no tiene nada de festivo. Al contrario: es un largo y angustiante desgaste físico, emocional y económico.
"Me detectaron un infarto silencioso, me apareció psoriasis, me cuesta dormir y empecé con graves problemas intestinales", cuenta a LMNeuquén en el techo de la peluquería lleno de revuelto, escombros y tablones mientras las máquinas chillan al otro lado del muro de ladrillos.
También hay parches de membrana, de cuando cayó un puntal de hierro de 2 metros desde gran altura. Lo guarda en el depósito de productos para el pelo, como evidencia de la impericia.
"El otro puntal que cayó otra vez, el ingeniero me había pedido permiso para sacarlo y en el medio desapareció, un vecino me comentó que bajó un obrero y se lo llevó", mencionó Carlos, indignado con los profesionales que deberían controlar la obra: "uno trabaja en Vialidad Nacional y el otro en la provincia con las escuelas, en qué momento vienen acá, nunca".
La construcción del edificio que lo cambió todo
El pasado martes las empleadas enviaron un nuevo alerta por la caída de cemento a la Línea 147, y el susto -así como el enojo- fue mayor por la respuesta: "se tienen barandas de contención de manera correspondiente. Pero ha sido derivado su reclamo". "Entonces mis empleadas le responden: "¿Y por qué cayó? ¡Porque la bandeja que tienen está alejada de la pared!! Si estaría bien como dicen Uds. tendría que haber caído a la bandeja de chapa, ¿no les parece?".
De todas maneras, explicaron que mientras trabajan el ruido de la caída de material es constante y por momentos lo naturalizan. "Es inconsciente, el reflejo es cubrirte la cabeza con las manos", dice el dueño de la peluquería que abrió en 1995 en Juan B. Justo al 300 y nunca imaginó pasar por una situación similar.
La historia, que LMNeuquén comenzó a seguir desde septiembre de 2024, nueve meses atrás, retrató el calvario que sufre el vecino desde que empezaron a construir un edificio al lado de su comercio. Paredones rotos, azulejos que se separan y caños con pérdidas de agua, son algunos de los problemas que tuvo que soportar mientras esperaba que la aseguradora le diera una respuesta, que todavía no llegó.
Antes de que comenzara la obra, Carlos se reunió con la constructora y según explicó, les advirtió que la medianera estaba en mal estado y no resistiría una edificación de 14 pisos. Ya años atrás, al construir un departamento en su terreno de 10x30, había evitado apoyarse sobre esa pared por el mismo motivo. A pesar de la advertencia, la empresa hizo caso omiso.
Además, indicó que antes de firmar el convenio CIRSOC (reglamento para construcciones) con la constructora, se aseguró de consultar con la Municipalidad, donde -según contó- le remarcaron que él "no debía colaborar con la medianera, ya que es la responsabilidad de la constructora velar por los cambios" y agregó que, igualmente, "me aconsejaron que controle muy bien, dado que esta gente ha tenido muchos problemas en distintos edificios en Neuquén".
El quiebre definitivo y la demanda
El 13 de noviembre, Carlos y sus empleados notaron que la medianera se estaba resquebrajando al punto de dejar ver la propiedad lindera. Alertados por la situación, dieron aviso a la Municipalidad, que suspendió la obra por una semana para realizar reparaciones. Ante el riesgo, Carlos decidió reconfigurar la distribución de su negocio, que incluye la peluquería, un local de productos y un espacio para capacitaciones y redujo su trabajo a la mitad.
Como la pared medianera, que da al pasillo de acceso al departamento y a la peluquería, continuaba cada vez peor, trasladó a todos a trabajar a otro sector, donde antes tenían la zona de descanso. El 7 de febrero, la situación se volvió crítica. Las juntas del piso se abrían y las puertas ya no cerraban bien. Carlos salió a tomar una foto del lateral de la obra y, 45 minutos después, una pared se derrumbó. Por fortuna, no hubo heridos. “Mi señora había pasado por ahí minutos antes”, recordó y además apuntó: "si se caía para el otro lado, aplastaba a los obreros".
Ese mismo día, la Municipalidad y Defensa Civil constataron los daños. “Fue por negligencia, como muestran las fotos que saqué poco antes”, afirmó. Illari relata que cuando pidió explicaciones en Obras Públicas, una empleada le confirmó que las respuestas a sus denuncias no se le habían enviado por decisión de un director municipal.
En paralelo, asegura que la empresa Tutelkam S.R.L ya tiene otras obras paralizadas en la ciudad y conoció a una de las víctimas, pero esta sigue en pie. “¿Cómo puede ser que sigan habilitando a una empresa con deficiencias constructivas?”, cuestionó.
A partir de entonces, y siguiendo la recomendación de un amigo arquitecto, Carlos contrató a una ingeniera para que realizara una inspección y dejara constancia del riesgo que representaba la obra. Paralelamente, inició una demanda legal contra la constructora con asesoramiento letrado.
El costo de la espera
"Mi abogado me recomendó que no arregle más nada hasta que salga la demanda legal. Pero yo no puedo seguir esperando, yo quiero la comodidad y seguridad para mí y mi grupo de trabajadores. Porque si me fundo, ¿quién responde? Yo vivo de esto, soy peluquero de toda la vida", sostuvo.
No pide que se frene la obra: solo busca una forma de convivir en paz. “Esto es vivir en tensión todo el tiempo. Vos no sabés lo que es que tus empleadas te llamen llorando porque se cayó una bandeja de cemento. O dormir con pastillas porque el cuerpo no da más, a los 64”, describió.
Con bronca, Carlos cuestionó a Federación Patronal Seguros, por su ausencia tras el derrumbe. "El edificio lindero tiene la misma ART que contrato yo", dijo y recordó que antes del accidente lo controlaban rigurosamente por detalles menores, que él cumplía, pero que ahora, cuando deben responder económicamente, “no aparecen más, o sea, yo no existo, soy un NN".
En este sentido, según expuso, el ingeniero de la aseguradora recién lo visitó por primera vez 15 días atrás y criticó que haya cotizado los daños en solo 4 millones de pesos sin siquiera haber inspeccionado el lugar. En contraste, la demanda contra la empresa constructora estima los daños en más de 60 millones de dólares.
"Vino para hacer una evaluación porque teníamos una audiencia el 2 de junio con el Juez Peliquero, pero la suspendieron", dijo Illari y agregó que no cuenta con mayor información, salvo rumores de un supuesto acuerdo que le presentarían.
"A esta altura de mi vida yo lo único que pido, por favor, basta, basta de tormento, llegó un momento que tengo que decirle al intendente Gaido, "Che, me arrodillo, me entrego, hermano, porque ya más no podés hacer conmigo".
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