Los 10 grados bajo cero calaron aún más hondo en los sectores populares, donde no hay servicios, y donde la solidaridad es la que aporta más calor.
La noche helada de estos últimos días en Neuquén se hizo más larga en las precarias casas de la toma 7 de Mayo Norte, en el oeste capitalino. Esas familias viven sin gas y se calefaccionan con estufas a leña, por lo que a cada rato tienen que renovar la madera y el sueño llega recién con los primeros rayos de sol.
Las calles son de tierra surcada por varias pérdidas de agua, que esta semana se mantienen congeladas durante todo el día, como largos hilos de hielo. Los voluntarios del comedor Los Espartanos tratan de conseguir leña de donaciones que luego reparten entre unas 55 familias que viven en ese sector, cercano a la calle Casimiro Gómez.
La luz con la que cuentan solo alcanza para abastecer unas lamparitas, por lo que no pueden usar estufas eléctricas. Cuando lo hacen corren muchos riesgos de que un cortocircuito inicie un incendio.
Micaela tiene 30 años, vive en ese sector junto a su esposo y sus cuatro hijos que tienen 14, 10, 6 y 4 años. Esta familia busca todos los días conseguir palos y leña de donde sea para poder alimentar su salamandra y así calentar su casa.
A veces, cuando se quedan sin leña, prenden el horno de su cocina para poder pasar la noche. Incluso esta semana, donde el termómetro marcó los 10 grados bajo cero, decidieron llevar la cocina -que funciona con garrafa- a la pieza y así poder descansar.
El marido de Micaela trabaja como ayudante de albañil y todas las mañanas sale muy temprano rumbo a la obra. Ella también se despierta temprano para preparar a sus hijos y llevarlos a la escuela. En esas cuadras que hace caminando casi no levanta la vista del suelo para poder encontrar cualquier resto de madera que sirva para hacer calentar un rato más la estufa.
"Está muy complicada la noche acá en la toma. Se siente mucho el frío. La leña no dura nada porque es madera seca que juntamos en la calle", contó la mujer a LMNeuquén.
Hace dos semanas la pasaron aún más feo porque el marido de Micaela se cortó un dedo mientras cortaba leña y no pudo trabajar por varios días. "Por suerte ahora sí ya está trabajando", dijo aliviada.
Karina llegó a este sector de la toma al que le llaman Espartanos, por el comedor, hace seis años junto a su familia. Pisaron Neuquén provenientes de Misiones, un lugar en donde no habían conocido el frío. "Allá no hay helada, nada de eso", dijo.
Ellos también usan una salamandra como fuente de calor de su casa, que aún está en construcción. "A veces cuando tenemos una garrafa de más ponemos una pantallita. Y si no, todos alrededor de la salamandra. La otra noche mi hija puso una estufa eléctrica y se quemó, casi prende fuego un zapato de ella", contó la mujer mientras mostraba los rastros de fuego que quedaron en esa habitación.
En esta casa también a veces usan el horno de su cocina para calentar el ambiente. Todas las noches Karina calienta agua y las pone en botellas plásticas que reparte en todas las camas para poder calentarse los pies.
"La luz que tenemos no da como para calefaccionar y esto es una heladera", compartió la mujer, quien vive en esa casa con su esposo y sus dos nenas. Por estos días además no tienen agua: es que las mangueras desde donde les traen ese recurso indispensable están congeladas.
Esta vecina contó que pasan despiertos casi toda la noche por el frío, ya que le echan leña cada 10 o 20 minutos. "Y después nos quedamos sin leña y nos sonamos de frío", confesó.
El esposo de Karina trabaja en mantenimiento de un colegio y también hace changas de albañilería. Todas las mañanas, cuando se va a trabajar, recopila varios videos que manda a su familia de Misiones, que se asombra con las calles congeladas.
"La verdad que se complica todo con el frío. Este año realmente se está sintiendo fuerte", contó la mujer, quien además dijo que está muy agradecida con los voluntarios del comedor Los Espartanos, quienes les brindan leña para su estufa.
Ola polar y solidaridad
Jorge es el coordinador del comedor Los Espartanos Bairo, de la Toma 7 de Mayo. Además de ofrecer meriendas, a veces cenas, organizar ayuda escolar y actividades para los niños y niñas del barrio, vive allí.
Él, junto a otros voluntarios, se encargan de buscar donaciones de leña para poder compartir solidariamente con sus vecinos, luego de cortarla por varias horas.
"Nosotros no recibimos leña del Estado. Una sola vez nos trajeron un camión y después no volvieron más. Ahora recibimos una donación y estamos cortando, acopiando y repartiendo a la gente", expresó.
El vecino destacó que en ese sector viven sin gas y con luz a medias, ya que dijo que es como una luz de emergencia que no permite activar un caloventor. "Se siente mucho el frío acá, pero estamos para ayudar, tenemos empatía", aseguró.
Una joven vecina del barrio Mapuneu estaba este martes en una fila en el salón del Centro de Promoción Comunitario a la espera de buscar leña.
"Venimos acá por la leña porque el frío es impresionante y, como vivimos en casilla, se siente más. No tenemos gas ni luz propia, como para tener una calefacción. Ni agua tenemos porque los caños están congelados, andamos pidiendo agua por acá por las casitas nuevas", contó la mujer, que vive en una precaria vivienda junto a sus cuatro hijas.
El año pasado falleció una de sus hijas, que se electrocutó al tocar un cable en su casa. Después de esa pérdida, aún no retomó su trabajo y vive como puede junto a las otras.
Soledad vive en la toma hace 5 años, usa estufa a leña y garrafa para calentar su casa que comparte con su esposo y sus tres hijos. "Cuando no hay, tenemos que salir a buscar por cualquier lado. A veces vienen camiones, pero te dan cinco o seis troncos por persona y no alcanza. Bah... para mí no porque yo tengo nenes", describió.
"Se hace difícil mantener calentita la casa y más con las temperaturas que están haciendo estos días. Acá se siente más el frío, más cuando estás en una casilla, en una toma y no tenemos la ayuda necesaria que debemos tener. Porque somos personas, todos tenemos derecho", reclamó la joven.
Para poder abrigar a sus hijos se levanta todas las mañanas a las 6 y empieza a calentar la casa. Luego los despierta y prepara para llevarlos en colectivo a la escuela. "El garrafero también viene cada 2 semanas y la garrafa no dura, no rinde. Porque si no tenés leña, tenés que prender el horno o algo para calefaccionar", contó la joven.
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