El sencillo truco para quitar el olor a la humedad en la ropa durante el invierno
Este método te asegura terminar para siempre con el problema de las prendas húmedas durante los días fríos.
Durante los meses más fríos del año, una de las tareas domésticas que más dificultades presenta es el secado de la ropa. Las temperaturas bajas, la humedad del ambiente y la poca circulación de aire hacen que prendas como toallas y sábanas tarden demasiado en secarse.
El resultado suele ser frustrante: todas las prendas siguen húmedos y muchas veces genera un desagradable olor que persiste y no lo quieta un perfume para telas.
Sin embargo, existe un método sencillo que puede cambiar por completo esa rutina. No requiere artefactos costosos ni grandes esfuerzos: se trata de un truco casero que optimiza cada paso del proceso, desde el lavado hasta el momento de guardar la ropa. A continuación, los cinco pasos clave para lograrlo.
Lavar bien desde el principio: la clave está en el centrifugado
El primer paso no ocurre durante el secado, sino durante el lavado. Para facilitar el secado posterior, es importante elegir un ciclo corto y activar la opción de centrifugado al máximo. De esta manera, las prendas salen del tambor con menos agua retenida y en mejores condiciones para secarse más rápido.
Además, conviene evitar el uso excesivo de suavizantes, ya que estos productos pueden dejar residuos que retienen humedad. Lo ideal es utilizar una cantidad moderada o reemplazarlo por vinagre blanco, que también ayuda a prevenir los malos olores.
Una vez finalizado el lavado, no hay que dejar la ropa dentro del lavarropas. Permanecer mucho tiempo en un tambor cerrado favorece la aparición del olor a encierro o humedad. Cuanto antes se retiren las prendas, mejor.
Tender en interiores con calor y ventilación cruzada
El invierno obliga a secar en interiores, pero no cualquier espacio sirve. Lo ideal es ubicar el tender cerca de una fuente de calor, como una estufa o un radiador, y en un ambiente que tenga algo de ventilación. La circulación del aire permite que la humedad se disperse, evitando que se acumule en las telas.
Otra recomendación útil es tender la ropa estirada y bien separada. Cuanto más expuesta esté cada prenda al aire, más eficiente será el secado. En el caso de las sábanas, conviene sacudirlas antes de colgarlas para evitar que se peguen entre sí. Lo mismo con las toallas: nunca doblarlas ni colgarlas superpuestas.
En algunos hogares se usan ventiladores pequeños o deshumidificadores para acelerar el proceso. Si bien no son indispensables, pueden ser aliados útiles en días especialmente húmedos o lluviosos.
No guardar nada hasta que esté completamente seco
El último paso es también el más importante para evitar el clásico olor a humedad: asegurarse de que las prendas estén completamente secas antes de guardarlas. A veces, una sábana puede sentirse seca al tacto pero aún mantener humedad en el interior de las fibras. Si al doblarla está fría, es señal de que aún le falta secado.
Un truco adicional consiste en dejar las prendas unos minutos sobre una silla cerca del calefactor antes de llevarlas al placard. También se puede dejar el placard abierto un rato después de guardar la ropa, para que no se concentre humedad adentro.
Este método no solo permite ahorrar energía al evitar el uso del secarropas, sino que además ayuda a mantener la frescura de las telas, prolongar su vida útil y evitar los malos olores. Con estos cinco pasos simples, el invierno deja de ser una excusa para vivir con toallas húmedas o sábanas frías.
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