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"No quiero llamarme así": el drama que sufre un nene de 6 años por su nombre

Las bromas y burlas se repiten todos los días. Sus padres lo adoptaron con amor, pero su nombre se volvió un motivo de dolor diario.

Un niño adoptado en Francia se convirtió, sin buscarlo, en el centro de un debate sensible que vincula identidad, infancia y sufrimiento emocional. El caso, difundido por el portal Velds, relata la situación que vive un niño de seis años que enfrenta burlas constantes en la escuela debido a su nombre.

La historia, compartida por su madre en redes sociales, se viralizó rápidamente y generó repercusiones tanto en medios como en comunidades de padres y profesionales de la salud mental.

Sus padres decidieron mantener su nombre original tras la adopción, como gesto de respeto hacia sus orígenes. Sin embargo, ese acto simbólico terminó generando un conflicto que afecta la autoestima y la vida cotidiana del niño.

En el entorno escolar, el nombre despertó una serie de chistes crueles y comparaciones con el mueble homónimo. Buffet un mueble utilizado tradicionalmente en el comedor para servir comida, exponer platos y almacenar cosas.

Las bromas, lejos de ser esporádicas, se repiten todos los días. El menor no solo convive con esas situaciones en el aula, sino que también debe ver su nombre impreso en formularios, documentos y listas, lo que refuerza su malestar.

Entre la herencia y el bienestar: el dilema de los padres

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El niño adoptado enfrenta burlas constantes en la escuela.

El niño adoptado enfrenta burlas constantes en la escuela.

Intentando reducir el impacto, la familia decidió sumar un segundo nombre —Harrison— e incluso modificar el apellido. Sin embargo, estos cambios no evitaron que Buffet siguiera apareciendo en los registros oficiales. Su madre expresó públicamente que él ruega todos los días por dejar atrás ese nombre y que "le duele" mantenerlo.

Los padres ahora enfrentan una decisión compleja. Por un lado, desean proteger la conexión del niño con sus raíces. Por otro, reconocen que el malestar emocional que le provoca su nombre está condicionando su desarrollo y su identidad. La familia aún no ha iniciado el trámite legal, pero comenzó a consultar con psicólogos y personas cercanas. Mientras tanto, buscan el modo de equilibrar el respeto por el pasado del niño con su derecho a construir una infancia libre de hostigamientos.

La legislación francesa contempla desde 2017 la posibilidad de cambiar el nombre cuando existe un motivo legítimo. En este caso, el impacto emocional y las burlas sistemáticas podrían encuadrarse dentro de esa categoría y permitir la modificación ante el ayuntamiento.

Lo que un nombre puede marcar

El caso reabrió una discusión que aparece con frecuencia pero pocas veces se aborda en profundidad: qué pasa cuando un nombre, lejos de empoderar, se convierte en motivo de sufrimiento. Diversos estudios y especialistas señalan que nombres poco habituales pueden llevar a la exclusión social, la vergüenza, o la sensación de no pertenecer. En la infancia, esas experiencias pueden dejar huellas duraderas.

Organizaciones como "No al Acoso Escolar", activas en la lucha contra el bullying en Francia, aprovecharon la difusión del caso para exigir más herramientas de prevención y formación docente. Advirtieron que los nombres poco comunes, si no se abordan con sensibilidad dentro del aula, pueden convertirse en un blanco fácil para el maltrato escolar.

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