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Crédito caro: cómo el desarme de LEFI disparó las tasas y golpea a empresas y familias

La decisión del Gobierno de desarmar las LEFI disparó las tasas de interés bancarias. Descubiertos y créditos se encarecen, afectando a pymes y hogares por igual.

El desajuste provocado por el desarme de las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI) y su gran impacto sobre las tasas de interés está afectando a las empresas y familias que recurren al financiamiento bancario.

El abrupto encarecimiento del crédito bancario afectó a quienes dependen del financiamiento para sostener capital de trabajo y afrontar gastos corrientes. La reciente escalada en las tasas elevó el costo de los descubiertos en cuentas corrientes hasta un 86,3% nominal anual, más del doble de lo registrado apenas días atrás, según los últimos informes del Banco Central. Este movimiento, lejos de ser aislado, ocurrió por la búsqueda del Gobierno de contener la volatilidad financiera generada tras el desmantelamiento de las LEFI.

El ajuste en la política monetaria forzó al oficialismo a elegir entre defender el valor del peso y preservar la estabilidad crediticia. El Gobierno optó por restringir aún más el circulante y ofrecer títulos públicos a tasas elevadas para absorber los excedentes monetarios, lo que calmó la presión cambiaria, pero también drenó la liquidez disponible para el sector privado. El resultado fueron tasas de crédito inusualmente altas, líneas de descubiertos automáticos encarecidas y plazos fijos que oscilaron en apenas el 30% nominal anual.

Fachada del Banco Central de la República Argentina 1200x678.png

Así, fueron afectadas muchas pymes y grandes compañías que necesitaban recurrir al financiamiento bancario no para incrementar la producción sino para cubrir necesidades urgentes, como el pago de aguinaldos o la reposición de capital de trabajo, y se quedaron sin margen para nuevas inversiones productivas.

Impacto en el consumo y los presupuestos

El recorte de financiamiento no solo afectó a las empresas que ya venían apretadas por la competencia de productos importados, sino que además perjudicó a las familias, que vieron desaparecer la opción de crédito flexible para sus consumos o emergencias.

Para varios analistas, la nueva estructura de tasas resiente al consumo y la inversión, incrementa la incertidumbre y posterga indefinidamente la recuperación económica, al mismo tiempo que deteriora el resultado fiscal al elevar el costo de la deuda en términos reales.

El contexto de aumentos generalizados en servicios regulados, combustibles y alimentos, que acompañaron el arranque de julio, agregó una presión adicional sobre los presupuestos de empresas y hogares y erosionaron más fuerte el poder de compra y el acceso a alternativas de ahorro atractivas en pesos.

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Para algunos especialistas, estos niveles de restricción crediticia podrían prolongarse mientras persista la tensión sobre el dólar o la incertidumbre sobre el rumbo final del esquema monetario doméstico.

Frente a este horizonte, varios expertos sostienen que el principal lastre de la coyuntura es el costo del dinero, que desalienta la extensión del crédito, reduce el campo de acción de empresas y hogares, multiplica los riesgos de impago y limita el crecimiento económico. Según dicen, las decisiones oficiales futuras sobre política de tasas, gestión de la liquidez y regulación financiera serán determinantes para recomponer la confianza y devolver previsibilidad y acceso al financiamiento genuino.

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