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Las neuquinas que manejan la ciudad: en Uber o en taxi, son elegidas para viajar mejor

Autonomía, prejuicios, desafíos y nuevos escenarios laborales en tiempo de crisis. ¿Por qué los usuarios eligen a conductoras mujeres?

“Mamá, hoy con papá nos tomamos un Uber y nos trajo una chica”, grita Maitén, una niña de 8 años, mientras sube corriendo por las escaleras. “Me gustó porque charló con nosotros y era divertida. Me sentí segura”, agrega. Su asombro dice más de lo que parece: en 2025 que una mujer conduzca sigue siendo noticia para algunas miradas -sobre todo, para las adultas-. Pero también señala algo más profundo: cómo ciertas presencias nos siguen haciendo sentir más confianza en un mundo que aún nos debe el fin de las violencias.

Hace muchos años que en Neuquén hay mujeres al volante. No son mayoría, pero no son pocas. Muchas de ellas se nuclean en Taxi Rosa, un servicio de mujeres para otras mujeres que prefieren viajar con pares por innumerables motivos. Con la irrupción de Uber en la dinámica de transporte urbano, su presencia se multiplicó. Como otras personas, encontraron en la economía de plataformas una posibilidad real de trabajo en un mercado cada vez más hostil.

En poco tiempo, Uber se llenó de gente que necesita desesperadamente conseguir empleo o trabajar mucho más para llegar a fin de mes en una Argentina que tiene un costo de vida imposible. Las apps –Uber, Pedidos Ya, OnlyFans, Rappi– vienen copando terreno y ofrecen una salida concreta, aunque lejos de los marcos de protección laboral y disfrazando muchas veces precarización con autonomía.

Para quienes tienen auto y saber manejar, Uber puede ser un salvavidas, una oportunidad de emprender, una salida. Y en el caso de Ana, Mariela y Luz, se volvió una historia compartida.

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Tres mujeres al volante

Ana estudia Tecnicatura Contable y tiene dos niños pequeños. Hace 3 meses empezó a manejar con Uber. No lo hizo sola: sumó a su mamá, Mariela, y a su hermana, Luz.

“En realidad me encantaría trabajar en relación de dependencia, pero no es fácil. No hay trabajo y no me da el tiempo para dedicarme a otra cosa. Todo lo que pueda hacer para sostener mi economía siempre es bienvenido”, explica.

Todo empezó cuando Ana volvió de La Rioja con la idea de sumarse a Uber. Había estado charlando con un chofer durante el viaje y se dijo: “esto es para nosotras. A mi mamá le va a encantar, se prende en todas”.

Hasta que la plataforma desembarcó en Neuquén. Un domingo, mientras su esposo hacía el asado y ella estaba en la cocina con su mamá y sus hijos, logró inscribirse en la app como conductora. De repente, el celular vibró: tenían un viaje. Saltaron de la alegría, dejaron todo como estaba y se fueron juntas a buscar los pasajeros.

“Eran 15 mil pesos desde la casa de mamá a Centenario, no lo podíamos creer. Nosotras siempre hicimos de todo, también nos habíamos anotado cuando salió Pedidos Ya, pero esto era otra cosa. Estábamos re contentas, cuando volvíamos apareció otro viaje y también lo tomamos, pero enseguida paramos porque nos estaban esperando con el asado”, explica.

Ese día volvieron a salir, estuvieron hasta las 6 am y no pararon más.

“La app se queda con un 17%, pero a vos te aparece el precio que te queda. Es un gran servicio, sobre todo porque hay trabajo constantemente. Pero bueno, nosotras tenemos auto, nos gusta mucho manejar, entonces podemos sacarle el jugo”, agrega Ana.

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Entre mujeres

Mariela empieza a trabajar a las 5 am, aunque otros días salga a la 1 o a las 2 de la madrugada. Prefiere llevar a la gente que sale del trabajo y que va a lugares donde no llega el colectivo o en horarios donde ya no hay frecuencia.

Al poco tiempo de salir junto a su hija, ella abrió su propia cuenta con su auto, la cual comparte con su otra hija, Luz. Dice que a veces le da miedo, pero que confía en que si algo le tiene que pasar le va a pasar y que la app genera confianza por el hecho de que se puede puntuar también a los pasajeros, se puede aceptar un viaje o no. También dice que ella jamás tuvo problemas con los taxistas, que es importante que se entienda que también es un trabajo, un emprender de gente que lo necesita, como ella, que hace 48 años trabaja y trabajó en mil cosas, en todo lo que puede. Que aunque todo parezca genial, es importante tener un resto guardado para mantener el auto, para correr los gastos de reparación por el desgaste que genera el trabajo.

“Lo que más me llama la atención es la cantidad de mujeres que te piden el teléfono para hacer viajes personalizados porque sienten confianza. Es increíble la cantidad de mujeres que hay trabajando a toda hora. Muchas de ellas lo hacen de madrugada, en el casino, en el supermercado y aunque la app no lo permite, no podés decir que no porque lo hacen por seguridad y por una necesidad. No es lo mismo que te lleve una mujer, el cuidado es otro, yo siempre me tomo el trabajo de esperar que entre a la casa: recién cuando abren la puerta me voy. Las mujeres se quedan sorprendidas y más tranquilas de que las lleve una mujer”, explica.

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Y agrega: “Otra cosa que me llama la atención es la increíble necesidad que hay de charlar. Podría escribir un libro con las historias. Yo estoy evaluada muy bien porque dicen que doy buena conversación. Me ha pasado de todo, desde contener a mujeres llorando a lo que te imagines. En cualquier momento también me hago psicóloga”.

Las pioneras Taxi Rosa

Hace algunos años, antes de la llegada de Uber, muchas de las taxistas neuquinas crearon y se nuclearon en Taxi Rosa (@taxirosanqn), una opción para contener y brindar servicio a mujeres que estaban atravesando situaciones de violencia de género, o simplemente para clientas que se sentían más contenidas y seguras siendo llevadas a destino por otras mujeres. No son dueñas de los autos, lo que les ha impedido tener su propia parada o su propia empresa, pero sí trabajaron mucho y siguen promoviendo su propuesta a través de las redes sociales. En su momento, la iniciativa generó mucha repercusión y también polémica.

“Las mujeres cuentan con nosotras. Hemos hecho cursos de primera escucha en situaciones de violencia, para ayudar en el primer contacto luego de un hecho de violencia. Aunque no se hable más de esto en ningún lado, nosotras seguimos trabajando, nos seguimos capacitando. Pero lo cierto es que UBER ha implicado que tengamos muchos menos viajes y estemos en una situación crítica. Nos llama la gente que es clienta de siempre. Somos muchas mujeres que vivimos de esto y estamos intentando compartir los viajes porque en la calle no hay nada, estamos muy preocupadas porque no logramos llegar a fin de mes, porque nos da miedo saber cómo nos vamos a jubilar”, explica Susana, una de las referentes.

protesta taxistas plaza banderas neuquen

Corazón amarillo

Mirta es chofer hace 16 años, trabaja en la Parada 11 sobre Diagonal Alvear, la que en su momento, “en el año sesenta y pico fue la parada uno”. Es jefa de familia, trabajó como empleada doméstica, después comenzó a incursionar con el remis y durante muchos años manejó camiones. “Pero también soy auxiliar de farmacia, radioperadora recibida, repostera, hice muchos cursos de ceremonial y protocolo: soy la típica piloto de la NASA que maneja taxis”, dice riendo. Quizá su mayor orgullo sea que lleva manejados cerca de 2 millones de kilómetros transportando pasajeros en Neuquén. “Tengo el corazón amarillo”, asegura.

“Está complicado. Pero los que ya peinamos canas sabemos que estoy es un proceso como los tantos otros procesos de los que hemos sido partícipes y también va a pasar. Esto es como la época en que salieron los remises, todos en contra, hasta que logramos convivir. Pero lo distinto es que tanto taxis como remises tributamos en la provincia, esta gente son multinacionales de afuera, son piratas, donde no tenés una ventanilla para golpear ni reclamar nada”, explica.

Y con profundo lazo solidario agrega: “Pero también entiendo que hay muchísima gente que necesita laburar, que al usuario le sirve, porque al usuario no le alcanza la plata como no nos alcanza a ninguno”. Mirta sólo se molesta con el hecho de que haya gente que cree que los taxis cobran más por decisión propia, dice que “todo está establecido y regulado, desde el modelo de los autos, hasta la tarifa”, pero al mismo tiempo está segura a nivel personal, que toda competencia a la larga es buena y que no tiene dudas que van a salir adelante haciendo un mejor servicio.

Habitamos un país en el que aún nos genera sorpresa ver a mujeres haciendo determinados trabajos porque siempre se asociaron a varones. Somos parte de una sociedad en la que aún nos sentimos más seguras si una mujer nos lleva a destino, no por capricho, sino porque conocemos estadísticas, las historias de nuestras amigas y las propias.

Vivimos en un tiempo doloroso donde a nadie le alcanza. Donde si unos encuentran una oportunidad, otros caen. Quienes más pierden son quienes siempre deben poder con todos.

Quizá la clave esté en reconocernos, en dejar de vernos como enemigos. En darnos cuenta de que somos parte de un engranaje que nos quiere desunidos. Y frente a eso, elegir más solidaridad, más empatía y más organización.

Mientras tanto, una buena opción es dejarse llevar por ellas.

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