Será en el marco del Gran Premio de Mónaco de la Fórmula 1, donde el auto brilló con el alemán al volante. La casa británica Sotheby's estará a cargo de la puja.
Una tarde de 2001 una máquina rugió en las calles de Mónaco, llevando a Michael Schumacher a la gloria eterna: a bordo de su Ferrari F2001, joya absoluta de la escudería Maranello, el alemán conquistó las calles del Principado, quedándose con el tradicional Gran Premio de ese año y más tarde el título mundial, el cuarto de su historia, uniendo velocidad y mito como pocas veces se ha visto.
Para revivir esa gesta imborrable, RM Sotheby’s subastará este sábado la Ferrari F2001 nada menos que en Mónaco, donde el asfalto todavía resuena con su legado, y en coincidencia con el Gran Premio de 2025, que vibrará con Franco Colapinto entre los pilotos, uniendo pasado y presente en el principado.
La 2001 fue una de las grandes temporadas de Schumacher. Con 32 años, el alemán dominó la Fórmula 1, logrando nueve victorias, 14 podios, 11 poles y 123 puntos, casi el doble que su escolta, David Coulthard (Williams). Su F2001, la más avanzada de su era, combinaba aerodinámica precisa, un motor V10 de 912 CV y grandes avances tecnológicos. Era el arma perfecta para un titán.
En el Gran Premio de Mónaco, Schumacher brilló. Dio el zarpazo aprovechando un problema electrónico del auto de Coulthard en la largada –el británico había logrado la pole en la clasificación– y lideró un 1-2 de Ferrari, con Rubens Barrichello llegando en el segundo lugar. La victoria, su quinta y última en Montecarlo, marcó un punto altísimo de una temporada histórica.
Michael Schumacher y una Ferrari legendaria
El chasis 211 que saldrá a subasta es realmente único. Diseñado por Rory Byrne y Ross Brawn, es el corazón de una era dorada: no sólo venció en Mónaco, sino que menos de tres meses más tarde, en Hungría, aseguró el cuarto título de Schumacher y el de constructores para Ferrari. Ningún otro ejemplar del Cavallino Rampante logró en un mismo año ganar en el Principado y luego el Campeonato Mundial.
En Budapest, Schumacher partió desde la pole y no tuvo competencia, obteniendo además la 51ª victoria de su carrera, igualando el récord de Alain Prost. Sin embargo, lejos de atribuirse todos los méritos, el alemán no pudo contener
las lágrimas al mencionar a su equipo en la conferencia de prensa posterior a la coronación. “Tenemos un grupo fantástico. Estamos unidos en las buenas y en las malas. Este es su logro, y estoy más que agradecido con cada uno de ellos”, confesó, emocionado.
Schumacher también corrió con el chasis 211 en Hockenheim, como local, ante 100 mil compatriotas rugiendo por su héroe. Un choque con el brasileño Luciano Burti (Prost) en la primera curva obligó a que la carrera se reiniciara, pero los problemas mecánicos lo persiguieron y forzaron a Schumi a abandonar en la vuelta 23. Sin embargo, su legado permaneció intacto.
Un tesoro que sale nuevamente a subasta
Restaurado durante 12 meses por el exclusivo departamento de Ferrari Corse Clienti, esta F2001 está lista para la pista, con su V10 intacto, y regresa al mercado luego de haber sido subastado en 2017 en Nueva York por 7,5 millones de dólares, una cifra increíble pero que Sotheby’s espera superar este sábado en Mónaco.
La subasta, la primera que se realizará en un fin de semana de Gran Premio en Mónaco, promete ser histórica. El chasis 211 no es solo un auto: es el alma del Schumacher de 2001, y cada detalle suyo cuenta una épica.
Su aerodinámica, afinada por Nikolas Tombazis y James Allison, y su motor, obra de Paolo Martinelli y Gilles Simon, definieron una era. Jean Todt y Ross Brawn orquestaron un sueño que Schumacher llevó al límite: en 2001, Ferrari no solo ganó, dominó. El chasis 211, que resistió accidentes y rivales, selló un doblete de títulos, el primero consecutivo en la historia de Maranello. Alemania y el Grupo Fiat celebraron, con el canciller Gerhard Schröder y Gianni Agnelli aplaudiendo al Káiser.
Este sábado, el F2001 busca un nuevo guardián. En la antesala del GP de Mónaco de Fórmula 1, donde Schumacher escribió una parte importante de su mito, el martillo de la casa británica decidirá el destino de esta reliquia. Más que un auto, es un pedazo de historia que late con el rugido inmortal de un campeón.
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