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Se conocieron a través de internet y ella viajó 7 mil kilómetros para confirmar su amor

Después de 15 meses en los que pasaban hasta 48 horas conectados, Astrid dejó atrás su Colombia natal para rendirse al amor de Jorge con el que formó una familia.

Corría el 2009, las conexiones por internet eran muy distintas a las actuales. Aún no existía el WhatsApp y para saber de alguien que estuviera lejos había que volver a la casa a ponerse frente de la PC para conseguirlo. Así se conocieron Astrid y Jorge, quienes a pesar de los 7 mil kilómetros que los separaban físicamente, crearon un lazo irrompible que perdura hoy 15 años después.

Ella vivía en Colombia, en la ciudad de Cali. Con 29 años criaba a sus dos hijas, y aunque se había separado del papá de las niñas, sufría hostigamiento. Él vivía en Cinco Saltos, con su mamá, ya tenía 40 años y se dedicaba a trabajar como técnico electrónico para una empresa, tarea que le requería seguir estudiando siempre.

Ambos coincidieron en una sala de chat donde podían charlar con personas de todo el mundo. Un espacio muy amplio y lejos de la vida cotidiana. En el chat, un día Astrid pidió ayuda porque no lograba bajar unos programas y fue Jorge quien se ofreció a asistirla.

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De esa forma empezaron a hablar por privado, las charlas eran sobre el tiempo, cuánto calor hacía en Colombia, a ella le sorprendía cuando él le contaba que eran las 22 y aún era de día, cuando allá a las 20 oscurecía. También hablaban de la comida, de los platos típicos que cada uno sabía hacer o les gustaba comer. De las frutas tropicales de allá, y de las manzanas y peras de acá.

En aquellas salas de chat cada usuario se ponía un nombre. Jorge se llamaba "El Che motoquero", en referencia a su sueño de viajar por Latinoamérica en moto; y ella era "La Chocolatina", lo había elegido por su color de piel.

Los primeros dos meses fueron de una charla amistosa, pero continúa. No había nada de amoríos, incluso se burlaban de la gente que creía en el amor a distancia, o en el amor por internet.

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Colombia y Argentina unidas a través de esta pareja que vive en Centenario.

Colombia y Argentina unidas a través de esta pareja que vive en Centenario.

"Pero nos empezamos a necesitar, a sentir esa falta de la otra persona en la pantalla de la computadora", confesó Astrid a LMNeuquén, sobre el inicio de esta historia de amor.

Una historia de amor por internet

Y esa necesidad del otro se empezó a transformar en más horas de charlas, primero por el chat grupal en privado, luego por Skype. Aunque al principio ninguno de los dos tenía cámara, escuchaban sus voces pero no se veían. Comprar una cámara fue el siguiente paso.

Así con el correr de los meses no solo se conocieron ellos, sino que Astrid conoció a la que sería luego su suegra, a los hermanos y hermanas de Jorge, incluso a sus sobrinos. Y él también a las hijas de ella y al resto de su familia.

Llegaron a pasar hasta 48 horas conectados. "Yo lo veía hasta dormir la siesta a él, dejábamos prendida la computadora y nos sentíamos más cerca", recordó. Compartieron cumpleaños y en la navidad la mamá de Jorge puso en la mesa tres platos más y le dijo que esperaba que al año siguiente ella y sus dos hijas ya estuvieran en Argentina.

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El lazo entre ellos se hacía fuerte día tras día. "Amor", "reina", "hermosa", esas eran las formas que Jorge tenía para su amada en Colombia. "Una vez le dije que no me diga más así porque después cuando ya no lo hiciera a mi me iba a faltar eso. Pero él me dijo que así me quería tratar siempre", contó la mujer.

Un mal momento en Colombia fue lo que dio el último empujón a la decisión. El papá de sus hijas seguía yendo a la casa y en una de esas visitas fue muy violento con Astrid. Jorge se enteró y sufrió al no tener la posibilidad económica para viajar y defenderla pero no escatimó en decirle que ella no se merecía eso, que era una persona inteligente y no merecía vivir así.

"Y ahí entendí que así era, que yo merecía estar mejor, vivir un amor de verdad", recordó la mujer, sobre el momento en que empezaron a planear el viaje. "Lo vamos hacer realidad, va a costar pero va a ser real", se prometieron a través de la pantalla.

Astrid y Jorge junto a su familia
El amor que se inició por internet y que hoy continúa.

El amor que se inició por internet y que hoy continúa.

Jorge contó a LMN que cuando comentaba a sus compañeros de trabajo o amigos que tenía su "amorcito" en Colombia no le creían. También Astrid sufrió la advertencia de su familia que le decía que no viajara, que todo era mentira. Pero ellos siguieron adelante.

"Muchas personas dicen que el amor a distancia no existe, porque no hay piel, pero siempre y cuando haya verdad sí existe. Y después cuando uno toca a la otra persona, la besa, el tacto, el perfume, consolida algo que sí era real", describió Astrid de su experiencia. "Y siempre fuimos reales, nunca nos mentimos", aseguró sobre los 15 meses que estuvieron a distancia y que fueron la base de sus ya 15 años en pareja.

Así que un día esta colombiana enamorada comenzó sus papeles, el padre de sus hijas le había dado la tenencia por lo que no le costó poder sacarlas del país. Ella tenía una empresa de ropa y pudo juntar su dinero para despegar de Colombia y salir rumbo a otro país del que sabía pocas cosas, pero que era donde estaba el hombre que más amor le había dado.

El viaje

El avión partió el 8 de marzo de 2011 y la primera parada fue Ecuador. De ahí siguió a Lima, Perú y a la mañana siguiente aterrizó en Ezeiza, Buenos Aires. Jorge las había ido a buscar en un pequeño Ford Ka con su hermano. En ese pequeño auto tuvieron que entrar las cinco personas y las seis valijas -en realidad el equipaje lo tuvieron que despachar-.

Cuando se vieron por primera vez en persona, no era como si fuera la primera vez. Ellos se conocían, sabían del otro. Pero vivieron muchos nervios. El avión aterrizó a las 7.41 y recién se pudieron encontrar después de las 11, tras los trámites en migraciones. Hubo llantos, abrazos y hasta mucha sorpresa de poder confirmar que todo era real.

Astrid y jorge
Astrid y Jorge en el aeropuerto de Ezeiza, el día que se vieron en persona por primera vez.

Astrid y Jorge en el aeropuerto de Ezeiza, el día que se vieron en persona por primera vez.

El primer intento del beso fue atravesado por tantos nervios y sonrisas enormes de los dos que cuando se acercaron chascaron los dientes. Fue después de unos minutos que Astrid pudo darle un verdadero beso apasionado para confirmar que existía esa "química" que buscaba.

El viaje en el Ford K hacia el Alto Valle fue más que especial, palabras mezcladas para un lado y para el otro. Fueron 12 horas en la que atravesaron la ruta del desierto hasta llegar a Cinco Saltos. Durante esas horas en auto se dieron la mano muchas veces, se buscaban en esa unión que hoy siguen sintiendo. "Ya pasaron 13 años y esa tocadita de mano es cómo nuestro idioma secreto", inspiró Astrid.

La convivencia al principio fue un poco difícil. Un choque de culturas muy diferentes. Un silencio y serenidad contra una explosión de alegría y colores. Pero ellos sabían que se amaban y que de a poco iban a poder estar bien.

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"Siempre fue muy respetuoso y cariñoso con mis dos nenas, y conmigo, claro. Y eso permitió que me quede. Llegamos con un pasaje de regreso al mes y medio pero nunca tomamos ese avión", recordó.

A los tres años de convivencia la familia viajó a Colombia. Allá Jorge pudo sentir el calor de la familia de su compañera y reconocer su alegría y amabilidad que la caracteriza.

"Yo me pongo en los zapatos de ella, y se que tuvo una valentía terrible en venirse. No fue fácil al principio, pero logramos pasar ese proceso. Cuando viajamos a Colombia por primera vez y estuvimos allá un mes llegué a extrañar mi casa, mi país, así que me imagino lo que vive ella", recordó el hombre.

El 8 de mayo de 2015 esta pareja que se conoció gracias a los chat de internet se casó. Hicieron una fiesta a la canasta donde muchos amigos y amigas que esta colombiana conoció a través de su trabajo como esteticista celebraron la unión. Ya estaba en camino Thiago, el hijo de ambos, quien hoy tiene muy claro sus raíces y sabe porqué si bien nació en Argentina tiene esos rulitos pegados y su tes morena.

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Viven en Centenario, con Thiago y Hanna, que hoy ya tiene 19 años. Su hija mayor vive con su pareja y espera un bebé. Jorge desayuna con unos matecitos y Astrid lo hace con huevos fritos, fruta, pan con manteca y chocolatada. Festejan el día de la madre dos veces al año y disfrutan de la tierra donde concretaron el amor.

"Como mujer migrante siempre trato de decirle a todos que hay que estar agradecido de donde vivimos, pero sin olvidar de donde venimos. Soy una colombiana que te hago ñoquis, empanadas, asado pero no olvido mis raíces, y disfruto de esta vida junto a mi "Che motoquero" con el que algún día nos iremos a recorrer América Latina en moto", aseguró.

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