En el local de Avenida Olascoaga 214 tomaron la difícil decisión de mudarse ya que no pueden pagar el alquiler. Se llevan historias, clientes y muchas anécdotas.
La fisonomía de la ciudad de Neuquén cambió muchísimo en los últimos años, y mucho más en comparación con la de más de cinco décadas atrás. Aunque pareciera que el centro ya nada tiene de aquella época, aún hay una agencia de quiniela y tabaquería que data del 1967. Pero allí estará solo por unos días más. La semana próxima "Casa Martin", la histórica "Casa Raimondo" se muda, tras 57 años de funcionar en Avenida Olascoaga 214.
Por el pequeño local pasaron miles de neuquinos buscando cambiar su suerte. Quizás los primeros años acudían más hombres, luego también mujeres y hoy todo tipo de vecinos y vecinas con esperanzas de triunfos económicos. Pero el incremento en el alquiler puso un fin a años de historia para comenzar una nueva, a dos cuadras.
Este emblemático comercio abrió sus puertas por iniciativa de tres hermanos: Carlos, Orlando y Horacio Raimondo, quienes comenzaron con la quiniela y tabaquería. Al poco tiempo fue Horacio Raimondo quien siguió con este comercio al que también le anexó juegos de mesa, cartas, ficheros de póker, ajedrez, y también algunos artículos de juguetería y librería.
Desde 1967 el local se llamó "Casa Raimondo", hasta que en el 2001 su nuera, Ángela Martin, fue la que siguió con su comercio adelante y años más tarde lo rebautizó como Casa Martin.
"Esto es un negocio familiar, el que era mi suegro fue el fundador cuando Neuquén era otra. Por acá pasaron muchas personas, algunas de aquella época siguen pasando. Fue a sus 65 años que decidió jubilarse y con mi ex marido vimos la oportunidad de continuar con el negocio", recordó Ángela sobre sus inicios al frente del comercio, en el que hoy también trabaja su hijo Bruno, de 20 años, quien lo hace lleno de orgullo de contribuir con el negocio que creó su abuelo.
La mujer contó a LMNeuquén que siente nostalgia de tener que cerrar las puertas de este emblemático local y que se va con un sabor amargo ante la forma en que la inflación ataca los precios de los alquileres. "Por suerte se abrió la posibilidad de otro local muy cerquita", señaló.
Por estos días, el comercio tiene varios grandes carteles que anuncian su mudanza a San Luis 386 y más de un viejo cliente ya pasó a saludar y también a compartir un poco de melancolía por aquellos momentos vividos.
Es que Casa Martin, o Casa Raimondo en las primeras décadas, está ubicada en el corazón de la ciudad, en un núcleo por donde todos pasaron. "Se siente el afecto, el cariño de los clientes. Mi hijo también lo vive, siente el reconocimiento como nieto del fundador", contó la comerciante, aún nerviosa tras la decisión tomada, que aunque siempre siente que será para bien, duele un poquito, tras más de cinco décadas atravesadas.
Histórica quiniela
Muchos de los primeros clientes de la agencia de quiniela de la década del 60, 70 y 80 ya no están. Pero otros sí y siguen pasando para apostar un número que imaginan ganador, o comprar tabaco o una pipa. "Hace un rato pasó un hombre de aquella época y cuando vio que nos mudábamos vimos cómo lo invadió la tristeza. Muchos recuerdos...", compartió.
"Muchas veces han pasado hombres grandes, quienes se quedan y cuentan de cuando la Avenida Olascoaga era de tierra, de cuando había una tranquera para cruzar las vías del tren que cada uno debía abrir y cerrar al pasar", contó Ángela, sobre todo lo que aprendió al estar al mando de un comercio tan neurálgico de la ciudad de Neuquén.
Recordó infinidad de negocios tradicionales que dejaron historia en la Avenida Olascoaga. "Estuvieron aquí Tienda León, Bazar Para ti, el Hotel Ideal, que sigue estando, la juguetería Arlequín, que estaba al lado nuestro", recordó la mujer casi como si fuera una película vieja, de esas inolvidables.
"Nosotros hemos sido unos sobrevivientes de la cuadra. Pasamos tantos años... pero también llegó a su fin", dijo con esperanza de empezar un nuevo camino.
El alquiler por las nubes: "No podemos más"
Con más de cinco décadas en el mismo local, muchos clientes pensaban que eran propietarios, por lo que la noticia de la mudanza tomó por sorpresa a varios. Pero no: esta familia no es dueña de ese espacio que alquila desde 1967. "Ustedes son un referente de la Avenida Olascoaga", les dijeron.
Ángela precisó que en diciembre pasado tuvo un incremento en el valor del alquiler de más del 100% y que firmó un convenio por el que ese valor iba a tener un incremento trimestral fijado por el Índice de Precio al Consumidor, que en marzo le marcó otro aumento del 60%.
"De una cifra importante ya pasé a pagar en diciembre más del doble y ahora a los tres meses me encontré con un incremento de un 60%. Y encima se me venció el contrato, entonces tuve que renovarlo por un año más y pagar la tasa de la inmobiliaria que se dividió en dos cuotas, o sea que enero y febrero pagué cifras estrambóticas. Me costó mucho, ampliamos el horario de atención al público de mañana, empezamos a abrir los sábados en la tarde, hicimos un esfuerzo grandísimo queriendo afrontar toda esta situación, pero no podemos más", compartió la mujer, quien aclaró que si bien el último aumento se lo dejaron en un 30%, el número final del alquiler era muy alto.
Ante esta situación y la crisis general en el país por la que muchos comercios cierran las puertas, Ángela se topó a dos cuadras de su emblemático lugar con otra posibilidad. Otra antigua comerciante -Marta-, también de la quiniela, decidió bajar su persiana tras 55 años y 84 sobre sus pies. Y ese pequeño local será la nueva historia de "Casa Martin".
"Nos hubiese encantado seguir acá, pero la realidad es que no podemos afrontar ese alquiler tan elevado. En tantos años atravesamos muchas crisis y siempre de alguna manera se le había encontrado la vuelta, pero en esta oportunidad no la vi", confesó la comerciante, quien compartió su incertidumbre por el futuro.
Por eso, más allá de la nostalgia y la despedida de estos últimos días, Ángela y su empleada y compañera Liliana ven como una nueva oportunidad esta mudanza. "Esta es mi única fuente de ingresos de trabajo, la de Lili también, ella trabaja conmigo hace muchos años y esperamos que nos vaya bien en el nuevo local", dijo con entusiasmo.
"La verdad es que no podemos decir que estamos angustiadas. Sí te queda un saborcito amargo... esta cosa de decir 'pucha, ¿por qué tanta presión?' Y no lo veo solo para mí, sino para todos los comerciantes. Sí duele pensar en tantos años, pero bueno, vendrán otros", cerró.
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